Los Andes, la cordillera continental mas larga del mundo, se extiende en América del Sur a través de siete países: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. La población de estos países llega a más de 160 millones de personas que representan más del 40% de la población total del continente. Muchos valles andinos son estacionalmente secos y la escorrentía glaciar es crucial para mantener un flujo más constante de agua fresca durante todo el año. De hecho, gran parte de la caída de nieve se almacena inicialmente en forma de hielo en los glaciares de montaña antes de ser liberada gradualmente con el tiempo. Por lo tanto, los glaciares actúan como amortiguadores esenciales contra la precipitación estacional y proporcionan agua para uso doméstico, agrícola e industrial durante la estación seca.

Sin embargo, el cambio climático durante el siglo 20, y especialmente el calentamiento global, ha llevado a los glaciares andinos a estar cada vez más fuera de su equilibrio climático. Como resultado, el rápido retroceso de los glaciares se ha observado en todos los países de la región andina. La tendencia se ha intensificado desde la década de 1990, con un aumento acelerado de la temperatura, lo que se ha ido acelerando y las proyecciones para el siglo 21 confirman esta tendencia. Varios estudios indican que para el final del siglo, la temperatura andina será significativamente más cálida y exhibe una variabilidad interanual mucho mayor. Estos cambios climáticos afectarán a los servicios ambientales, la biodiversidad y la actividad socioeconómica en todos los países de la región.

Es evidente que las estrategias de adaptación deberían aplicarse sin demora a partir de un enfoque multidisciplinario, pero el conocimiento científico no está lo suficientemente avanzado para guiar adecuadamente dichas implementaciones.