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03.11.2014 -

Poner fin a los crímenes contra los periodistas

Article published in Mail & Guardian (South Africa), Libération (France), El Universal (Mexico), Al-Hayat and The Miami Herald.

En tiempos difíciles la libertad de expresión cobra más importancia que nunca, ya que permite a los ciudadanos disponer de la información imprescindible para adoptar decisiones que atañen no sólo a su vida personal, sino también a la de las sociedades en que viven.

Nuestra información depende de los profesionales de los medios de información tradicionales y de los trabajadores en redes sociales que practican el periodismo. Sin embargo, la seguridad de todos ellos dista mucho de estar garantizada, ya que su quehacer informativo les vale tener que afrontar amenazas, acosos y violencias, e incluso perder la vida.

Por término medio, cada semana muere asesinado un periodista en el mundo. Esa violencia se cobra a veces la vida de corresponsales extranjeros, pero la gran mayoría de sus víctimas son reporteros que informan sobre la actualidad en sus respectivas regiones y localidades. México, Honduras o El Salvador no son ajenos a este triste fenómeno.

Más grave aún es el hecho de que la mayor parte de esos crímenes se perpetren en un clima de impunidad que permite a sus autores proseguir sus ataques sin freno alguno, poniendo así serias trabas a la libre circulación de la información.

Ese clima ponzoñoso de impunidad desemboca en la práctica de la autocensura por miedo a las represalias, privando así a la sociedad de valiosas fuentes de información.

Los datos acopiados por la UNESCO a este respecto muestran que sólo se ha resuelto un 6% de los 593 casos de asesinato de periodistas acontecidos en el periodo 2006-2013, y que un 25% de los mismos se hallan en situación de “diligencias en curso”.

Además, cabe señalar que nuestra Organización no ha recibido de sus Estados Miembros ninguna información sobre más del 60% de los asesinatos que he condenado personalmente en declaraciones públicas.

No es posible seguir así. Mi deseo es alentar a todos los gobiernos a que muestren su compromiso con el deber de hacer justicia, respondiendo a las peticiones que se les formulan para que informen voluntariamente sobre el curso judicial que se está dando a esos casos de asesinato.

La sociedad civil, aliada esencial en la defensa de la libre circulación de la palabra, las imágenes y las ideas, se moviliza cada más, organizando importantes campañas de sensibilización a este problema, elaborando informes detallados sobre el mismo y dispensando formación a los profesionales de la prensa para mejorar su seguridad.

Las Naciones Unidas también intensifican su acción en este ámbito, a fin de reunir a todas las partes interesadas y ejercer presiones para conseguir avances.

Ese es el propósito perseguido por el Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad liderado por la UNESCO, al que se han sumado otros organismos de las Naciones Unidas, gobiernos y miembros de la comunidad internacional y la sociedad civil. La aplicación de este plan ha permitido lograr progresos considerables en algunos países como Nepal, Pakistán, Sudán del Sur y Túnez.

Tenemos que esclarecer más ante la opinión pública internacional el peligro que supone la impunidad.

Ese es el objetivo del Día Internacional para poner fin a la Impunidad de los crímenes contra periodistas proclamado por las Naciones Unidas, que se celebrará por primera vez el 2 de noviembre de este año.

Esta fecha conmemorativa del primer aniversario del asesinato de dos periodistas franceses, Ghislaine Dupont y Claude Verlon, tenemos que convertirla en una nueva plataforma de información para impulsar la noble causa de hacer rendir cuentas ante la justicia a los perpetradores de semejantes crímenes.

Tengo la convicción de que podemos hacer aún más. Por ejemplo, alentar a los gobiernos a crear unidades de investigación especialmente dedicadas a dilucidar los crímenes contra periodistas y defensores de los derechos humanos, a robustecer las fiscalías especializadas en este tipo de delitos y a reforzar las medidas para prevenirlos y proteger a los profesionales de la prensa.

El día en que se asesina a un periodista no sólo se extingue su voz, sino que se suprime la información, se menoscaba la libertad de expresión y se violan los derechos humanos. Y el clima de miedo creado por la impunidad ensombrece el desarrollo sostenible de sociedades enteras.

Por eso debemos movilizarnos todos el 2 de noviembre: para lograr que cualquier periodista pueda desempeñar su cometido con seguridad; para proteger los derechos del ser humano y su dignidad; y para reforzar el Estado de derecho y la democracia.




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