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Mensaje del Secretario General en ocasión del Día Internacional del Personal de Paz

29 de mayo de 2009

La confianza que la comunidad internacional tiene depositada en la labor de mantenimiento de la paz que realizan las Naciones Unidas continúa profundizándose. El número total de contingentes militares, de civiles y de policías desplegados actualmente supera los 113.000, una cifra sin precedentes.

El personal que presta servicios bajo la bandera de las Naciones Unidas lo hace en algunas de las zonas más difíciles e inhóspitas del planeta, enfrentando a diario inestabilidad, enfermedades y violencia. Estos valientes hombres y mujeres han demostrado una dedicación formidable, que ha dejado una huella tangible en la vida de muchos y al mismo tiempo han mostrado al mundo el rostro de una organización sensible y comprometida.

Con frecuencia, el propio personal de mantenimiento de la paz debe pagar un precio muy alto por sus esfuerzos. En 2008, 132 personas perdieron la vida en cumplimiento del deber, el total anual más alto registrado en la historia de las actividades de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas. Cada uno de ellos dejó un importante legado, ya sea que haya caído como resultado de actos de violencia, enfermedades o accidentes.

La pérdida de diez mujeres entre los fallecidos nos recuerda que el personal femenino está jugando un papel de importancia creciente en el mantenimiento de la paz, y que también debe enfrentar graves riesgos.

Ha pasado casi una década desde que el Consejo de Seguridad aprobó la histórica resolución 1325, el primer texto general que reconoce que las mujeres son las que más sufren las consecuencias de los conflictos armados, y deberían por consiguiente tener una función acorde en su prevención y solución.

Desde entonces, las Naciones Unidas han trabajado intensamente no sólo para que un mayor número de mujeres locales participe en el establecimiento y la consolidación de la paz, sino también para incorporar a un número mayor de mujeres a nuestras propias operaciones. No se trata de alcanzar la igualdad entre los géneros por sí misma: es imperativo atraer el aporte singular y poderoso que pueden hacer las mujeres. Las mujeres cascos azules, observadoras de derechos humanos o que desempeñan cualquier otra función en las misiones aportan nuevas aptitudes y estilos de funcionamiento en el ámbito en constante evolución del mantenimiento de la paz. A menudo, logran una mejor comunicación con las mujeres locales y generan una mayor sensación de seguridad, ejemplificando al mismo tiempo el empoderamiento del género.

Como lo ha reconocido el Consejo de Seguridad, suelen ser las mujeres las que más sufren durante los conflictos, incluyendo horrendos episodios de violencia sexual y de género. Al incorporar a personal policial femenino en nuestras filas, promovemos un entorno seguro para que las víctimas puedan recibir la ayuda que necesitan y merecen. Y haciendo que las víctimas se sientan seguras como para acusar formalmente a sus agresores, combatimos la cultura de la impunidad que ha prevalecido durante demasiado tiempo.

Todavía son muy pocas las mujeres que trabajan en el mantenimiento de la paz. Es crucial que los Estados Miembros, frente a la incorporación de un mayor número de mujeres a sus fuerzas militares y policiales, contribuyan a su vez con un número mayor de personal femenino a las Naciones Unidas. En este Día Internacional, permítasenos recurrir al poder de las mujeres para fortalecer las actividades de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, ayudándolas al mismo tiempo a ellas mismas y a las niñas a transformar para mejor sus destinos y las sociedades en las que viven.