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Bienvenidos a las Naciones Unidas. ¡Es su mundo!

El Holocausto y la colección de documentos de debate de las Naciones Unidas

Documento de debate #5

El Holocausto como parámetro para la detección y la prevención del genocidio en África
por el Profesor Edward Kissi
Profesor auxiliar de Historia africana, Universidad del Sur de Florida (Estados Unidos de América).

Debemos recordar los crímenes cometidos contra los judíos durante el Holocausto y aprender de ellos para prevenir tragedias parecidas en el futuro. África debería estar particularmente atenta a estos peligros en vista de su pasado reciente.

Los acontecimientos ocurridos en África desde el genocidio de Rwanda en 1994 sugieren que continúa la selección deliberada de grupos estereotipados, con la intención expresa de aniquilarlos. Esto reafirma dos lecciones destacadas sobre el comportamiento de los gobiernos y las reacciones de la sociedad ante el genocidio. En primer lugar, un gobierno en el poder decidido a seguir un programa de aniquilación de grupos concretos, con la excusa de monopolizar el poder o crear una sociedad "pura y perfecta", a menudo triunfa con ello. Las ideologías y actuaciones del régimen nazi y el gobierno de Rwanda dirigido por los hutus ilustran esta triste realidad. También hay varios agentes y factores que complican la violencia contra los grupos étnicos principalmente "no árabes" de Darfur que podrían amenazar la existencia de estos grupos si no se toman pronto las medidas oportunas para protegerlos. En segundo lugar, es posible que haya algo acechando en el corazón de la humanidad que atrae a los seres humanos a la violencia o los hace indiferentes a la violencia ejercida contra otros. Así lo ponen de relieve las tibias respuestas de la sociedad ante el destino de los judíos de Europa en plena segunda guerra mundial y al de los tutsis durante el genocidio de Rwanda de 1994.

Aunque las protestas verbales podrían apuntar a una reserva de decencia y buena voluntad en la humanidad que podría movilizarse para prevenir el genocidio, es necesario adoptar nuevos enfoques respecto a la prevención del genocidio, como respuestas prácticas, de abajo hacia arriba, locales y subregionales, que reemplacen los actuales mecanismos burocráticos internacionales de arriba hacia abajo.

Un enfoque de este tipo podría ser una "operación de rescate", negociada y asistida por agentes locales y subregionales, con la intención de retirar del entorno genocida a los grupos que son objetivo. Un ejemplo de esto fue la retirada con éxito, por tierra y aire, de judíos etíopes que corrían peligro de Etiopía a Israel, en los años ochenta. La necesidad de una rápida intervención fue una valiosa lección que aprendimos del Holocausto, cuando "agentes internacionales" —las poderosas e ingeniosas Fuerzas Aliadas— no actuaron para salvar ni rescatar a los judíos europeos en la Alemania nazi. Por supuesto, un "rescate" con éxito o un "éxodo negociado" de los grupos en peligro está supeditado a la voluntad de los agentes locales y regionales, como el Sudán, en el caso de Etiopía, de ayudar en el proceso de rescate, o Israel, como otro Estado o sociedad, cercano o distante, de aceptar al grupo en peligro. Esa voluntad podría generarse fácilmente cuando las personas y el resto de la sociedad lleguen a ver el rescate como una salvación para la humanidad en peligro y consideren la indiferencia ante la grave situación de los grupos vulnerables una forma de quedarse al margen similar a ser un autor del genocidio.

Las disculpas que las naciones y los anteriores jefes de gobierno continúan ofreciendo por no hacer lo suficiente por salvar a las víctimas del genocidio indican las consecuencias de ser un espectador para cada persona y para la sociedad. Los recuerdos de quedarse al margen mientras se está asesinando a otros seres humanos pueden traumatizar a las personas que son testigos de un genocidio pero que podrían haber ayudado a evitarlo. Esto a menudo garantiza a los espectadores una prolongada conciencia herida por su falta de comportamiento ético y la indignación de generaciones futuras por no haber hecho nada para prevenir o detener la violencia.

El siglo XXI requiere una "guerra planetaria contra el genocidio" con tanta inversión de recursos y atención como la actual "guerra planetaria contra el terrorismo". El éxito en una guerra planetaria contra el genocidio, sin duda, dependerá de los sistemas de alerta temprana respecto a actos de genocidio que puedan detectar los indicios de que se está cometiendo un genocidio.

1. Indicios de genocidio

Los estudios comparativos del genocidio desde el Holocausto han facilitado información importante sobre los indicios de alerta temprana de un genocidio inminente. Estos indicios incluyen programas de radio de incitación al odio y la demonización de grupos que representan el objetivo (como en el caso de Rwanda). Los desplazamientos transfronterizos masivos de grupos concretos a los Estados colindantes (como en los actuales desplazamientos de personas procedentes de Darfur al Chad) podrían ser un indicio de que se está produciendo una forma de persecución específica de estos grupos en sus países de residencia. Impedir que los grupos perseguidos huyan, especialmente cuando están marcados por el asesinato físico de miembros del grupo, delata una intención existente o en desarrollo, por parte de los autores, de destruir a ese grupo. Los conflictos prolongados por el poder y el control del Estado, entre gobiernos y grupos armados, en los que ninguno de los combatientes manifiesta ningún deseo por resolver sus reivindicaciones de forma pacífica, pueden dar lugar a una situación genocida. Esa situación existió en Etiopía, entre 1977 y 1991, cuando el Gobierno militar de Etiopía y sus oponentes armados lucharon por cuestiones de poder, secesión y libre determinación étnica. La misma situación existe en Darfur, donde el Gobierno del Sudán y los movimientos rebeldes armados han estado luchando desde febrero de 2003, por cuestiones de poder, autonomía regional, libre determinación étnica y la distribución de recursos para el desarrollo. En Rwanda se produjo una situación genocida, desde octubre de 1990 hasta marzo de 1994, provocada por la guerra armada entre el Gobierno controlado por los hutus y el grupo armado dirigido por tutsis que se oponía al Gobierno, el Frente Patriótico Rwandés, por cuestiones parecidas. Como bien sabemos, las situaciones genocidas pueden degenerar con facilidad en un auténtico genocidio.

2. Lecciones del Holocausto

Como afirman las lecciones del Holocausto, los autores del genocidio con frecuencia utilizan la tapadera de la guerra para aplicar un programa planeado de aniquilación de grupos específicos. Las Fuerzas Aliadas no detectaron las evidentes y sutiles señales de alerta de que la destrucción de los judíos de Europa constituía una parte fundamental de los objetivos de la guerra nazi durante la segunda guerra mundial o simplemente las ignoraron. En consecuencia, las Fuerzas Aliadas parecían haber estado más interesadas en derrotar a la Alemania nazi que en salvar a los judíos ignorando, quizás, el hecho de que, para cuando llegó la victoria, gran parte del objetivo oculto nazi de exterminar a los judíos de Europa ya se había conseguido. Los asesinatos selectivos de tutsis por parte de extremistas hutus en Rwanda también sucedieron en el contexto de una guerra prolongada en la que una cesación del fuego negociada y las conferencias de paz parecían ser los principales objetivos de paz de los mediadores internacionales. Por lo tanto, las prolongadas guerras de desgaste en África deberían supervisarse cuidadosamente siempre que se produzca cualquier asesinato sistemático de grupos concretos en un auténtico genocidio disfrazado de lucha por el poder nacional. Actuar ante estas señales de alerta en sus etapas tempranas es la mejor forma de prevenir un genocidio inminente en el contexto de la guerra.

Además, los nazis aspiraban a crear un Reich alemán más amplio o una Gran Alemania basada en ideas expresadas abiertamente de unir territorios, fuera de Alemania, habitados por pueblos de habla alemana. Las aspiraciones utópicas nazis también incluían esperanzas de conseguir muchos territorios y gobernarlos con la excusa de crear superficie habitable para los alemanes. Un continente africano con "fronteras coloniales" trazadas arbitrariamente, que hayan reestructurado las distribuciones étnicas, tiene mucho que temer de estas ambiciones territoriales al estilo nazi. La población que vive en la región del Cuerno de África debe asumir la responsabilidad moral de oponerse a la persistente idea de la "Gran Somalia" que ha inspirado los irredentistas somalíes desde 1962 con objeto de perseguir la anexión de territorios de Djibouti, Etiopía y Kenya habitados por grupos étnicos somalíes. Quizás sea improbable un irredentismo somalí en el Cuerno de África, del orden del anschluss (anexión) y el lebensraum (superficie habitable) de Alemania en Europa oriental y central durante la segunda guerra mundial. Sin embargo, el Holocausto y el genocidio de Rwanda indican que en ocasiones unos pocos con tanques e ideas utópicas pueden desencadenar lo inimaginable. No obstante, no todos los asesinatos en el contexto de la guerra, o los prejuicios y estereotipos expresados abiertamente sobre grupos concretos sugieren un genocidio en curso o inminente.

El Holocausto también debería alertar a los africanos y a los Estados Miembros africanos de las Naciones Unidas, de esas otras víctimas evidentes de genocidio además de los judíos europeos: los homosexuales. Las culturas que inspiran sentimientos homófobos pueden ser caldo de cultivo del genocidio y deberían someterse a supervisión.

3. La responsabilidad de proteger frente a la obligación de prevenir

Aunque no bastan para predecir un genocidio, los estudios del Holocausto y el genocidio en Rwanda han conseguido que la opinión mundial se comprometa a prevenir el genocidio o a intervenir en uno a fin de salvar vidas. Durante la Cumbre Mundial de 2005, los líderes mundiales pidieron que se aceptara el principio universal de la responsabilidad de proteger a los civiles de crímenes de lesa humanidad cuando los gobiernos no deseen hacerlo así.

Éste es otro loable "principio universal", entre muchos otros desde 1945. Pero ¿de quién es la responsabilidad de proteger a los grupos específicos? ¿Y cuál podría ser la mejor forma de protección para que el mundo no sea testigo de otro genocidio?

Dada la variada historia de respuestas internacionales al genocidio, incluidas las misiones "de protección" para salvar a civiles, desde el Holocausto, hasta los lugares seguros de las Naciones Unidas que no detuvieron el genocidio de Srebrenica en Europa oriental, hasta el desarrollo del genocidio y crímenes de lesa humanidad en Darfur, la mejor protección es, de hecho, la prevención. Y una respuesta jerárquica de arriba abajo "encabezada por los Estados Unidos de América" o "con mandato de las Naciones Unidas", o una "intervenciones humanitarias armadas" o un "régimen de sanciones" puede que no sean el mejor modo ni el más práctico de cumplir este compromiso con el continente africano.

Los genocidios anteriores sugieren que esperar la intervención exterior o una responsabilidad "internacional" de proteger a los grupos amenazados puede ser largo, elusivo y costar muchas vidas. El éxito de la "responsabilidad de proteger", como principio moral, como mejor puede aplicarse es mediante iniciativas locales y subregionales con algo de ayuda extranjera.

La historia reciente de las medidas de protección regionales para salvaguardar a civiles ha sido más alentadora que sus alternativas internacionales. Con ayuda de los Estados Unidos de América, el Grupo de Verificación de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOMOG) detuvo el conflicto armado y la violencia en Liberia y Sierra Leona en los años noventa. La proximidad, la familiaridad con la región y la posibilidad de que las naciones de la región, como en el caso del África occidental, puedan organizar fácilmente misiones de rescate para salvar a las víctimas, ofrece una protección mejor, más rápida y más eficaz.

Los compromisos subregionales con la responsabilidad de proteger a la población civil de crímenes de lesa humanidad significa que debería haber oficinas especiales para la detección y la denuncia de señales de alerta temprana dentro de estos órganos regionales. Es posible que las potencias regionales abusen de las intervenciones subregionales. Sin embargo, esta posibilidad podría reducirse al mínimo concediendo una función a las Naciones Unidas en una nueva iniciativa subregional de prevención del genocidio y protección civil. La ayuda logística y los incentivos financieros de las Naciones Unidas pueden hacer interesante el servicio en las fuerzas de intervención regional y poner fin al uso inadecuado de este tipo de intervenciones por parte de las potencias regionales. Los países africanos pueden preparar a sus poblaciones nacionales para que acepten la posible muerte de sus tropas al proporcionar el servicio moral de proteger a los grupos de sus proximidades con quienes comparten afinidades culturales y en una región cuya estabilidad es fundamental para su seguridad.

Los conflictos armados entre gobiernos y grupos armados contrarios a los gobiernos han sido las mayores causas de crímenes de lesa humanidad en el África contemporánea. Los líderes estatales empeñados en monopolizar el poder o utilizarlo para establecer la distribución de recursos exigen el castigo merecido de los presuntos simpatizantes civiles de los oponentes armados del Estado. La historia de estos conflictos desde los años setenta en Etiopía, Liberia, Rwanda, Sierra Leona y el Sudán ha revelado que los beligerantes grupos armados de "liberación" o "milicia" en África no son víctimas inocentes del terrorismo de Estado. Es poco probable que los gobiernos y los grupos rebeldes armados protejan a las poblaciones civiles que presuntamente se oponen a ellos. Por lo tanto, en Darfur, puede ser necesario ir más allá del compromiso de proteger a las poblaciones civiles de los crímenes de lesa humanidad como el incendio de aldeas y la violación de mujeres. Es fundamental que los "líderes mundiales" (incluidos los líderes de las naciones africanas) asuman otro compromiso a fin de ser ecuánimes en sus condenas de los autores de los crímenes. Si se condenara al Estado del Sudán, entonces debería condenarse de la misma forma a los oponentes armados del Gobierno sudanés como el Ejército de Liberación del Sudán y el Movimiento de Justicia e Igualdad (ahora llamado Frente de Redención Nacional). El hecho de no condenar las acciones de estos dos grupos, que podría sumir a toda la subregión del Cuerno de África en la violencia genocida, es perdonar y fomentar el comportamiento moralmente peligroso de estos grupos armados no estatales.

Además de las iniciativas de protección subregional, también es necesario situar un principio de "responsabilidad de proteger" en un marco más amplio de las iniciativas locales de prevención del genocidio. Ya es hora de usar también las instituciones familiares en el ámbito cultural, con sus valores inherentes, para desarrollar un régimen de responsabilidades morales indígenas que se oponga al genocidio y la retórica genocida. Los activistas de derechos humanos de cada país africano deberían establecer sus propios consejos locales de "ancianos" y "dirigentes de la comunidad". Estos ancianos y dirigentes de la comunidad cuentan con un respeto enorme en sus culturas locales. Utilizar su papel en la sociedad e invocar costumbres olvidadas que en otro tiempo prohibían las ideas genocidas, puede funcionar fuera de los marcos estatales para convertir de nuevo la prevención del genocidio y todas las formas de asesinato en masa en una obligación tradicional. Después de todo, el éxito del genocidio, en cualquier parte, depende de la voluntad de las poblaciones locales de aceptar o tolerar la destrucción física de un grupo específico entre ellas. Si los autores de genocidio en África tienen que luchar contra la oposición de influyentes ancianos locales o la intervención de países subregionales con objeto de rescatar o proteger a las víctimas, es posible que dichos autores reconsideren sus deseos. Y si una sociedad valiente y seria impide que los autores tengan éxito, mientras el genocidio está en marcha, no sería necesaria una costosa responsabilidad internacional de proteger a civiles.

4. La mentalidad de los autores de genocidio

Los Estados y líderes que cometen o apoyan el genocidio han llegado a creer que podrían avanzar sin la oposición por parte de su población, sus vecinos y el resto del mundo. Aquí, de nuevo, las lecciones del Holocausto son significativas en su sentido más negativo. La manera en que sucedió el Holocausto, especialmente la tibia respuesta internacional por aquel entonces, hizo más probable que sucedieran genocidios posteriores. Los autores de genocidios posteriores al Holocausto parecen haberse inspirado precisamente en el Holocausto. Han reproducido sus imágenes y elementos básicos y han seguido el ejemplo de la ausencia de medidas organizadas, tanto locales como internacionales, de protección y rescate. Como Alison Des Forges revela en su libro, Leave None To Tell the Story (1999), parece ser que el Presidente de Rwanda que fue asesinado, Juvenal Habyarimana, y sus “amigos íntimos” admiraban a Adolf Hitler y el Tercer Reich. Habyarimana poseía en su residencia "copias de películas sobre Hitler y el nazismo" que posiblemente había visto. Los nacionalistas hutus de Rwanda imitaron otros métodos del Tercer Reich. Lo que se ha llegado a conocer como los "diez mandamientos de los hutus", en parte incitaban a los hutus a mantener la pureza de su identidad absteniéndose de casarse con mujeres y hombres tutsis. Eso es lo más cerca que estuvieron los artífices y partidarios del genocidio de Rwanda de reproducir, en ese país, en diciembre de 1990, las infames leyes de Nuremberg promulgadas por el régimen nazi en Alemania, en septiembre de 1935, con el mismo objetivo de mantener la "pureza" aria mediante la prohibición de los matrimonios entre judíos y alemanes. Los autores hutus del genocidio también se parecían a los nazis en la forma en la que menospreciaban a sus víctimas tutsis. Para los nazis, los judíos eran "bichos" que debían exterminarse de las sociedades industriales de Europa y el resto del mundo. Para los hutus, los tutsis eran "cucarachas" que debían perseguir y matar en la sociedad agrícola de Rwanda. Los locutores de las emisoras de radio controladas por los hutus, solían incitar al genocidio, exhortaban descaradamente a sus oyentes a asesinar a todos los tutsis y a los hutus moderados sin preocuparse por la opinión o respuesta internacional. Por lo tanto, Des Forges está en lo cierto al afirmar que los hutus "habían aprendido que la comunidad internacional toleraría este tipo de matanza".

Aunque algunas personas corrientes y desinformadas contribuyen a llevar a cabo un genocidio, aquellos que inician y planean el genocidio no son personas corrientes y desinformadas. Los recientes planificadores de genocidio en África pertenecen a élites con un elevado nivel cultural que comprenden de forma extraordinaria la política internacional y las operaciones de las organizaciones internacionales. Asimismo, han leído sobre el destino de los judíos durante la segunda guerra mundial. En el África posterior al colonialismo, los selectos iniciadores del genocidio pueden interpretar fácilmente cualquier intervención internacional como otro ejemplo de intromisión extranjera o neocolonialismo. Esa acusación hace eco en el continente africano. Dicha acusación cobra fuerza y popularidad gracias a los recuerdos del dominio colonial europeo, del siglo XIX y principios del siglo XX; la intervención fallida de las Naciones Unidas en el Congo y las intrigas posteriores de la guerra fría en el continente durante los años sesenta. Estos hechos animan a los informados autores del genocidio en África a creer que pueden cometer asesinatos impunemente. Así pues, es necesario desarrollar nuevas estrategias de prevención del genocidio en África que no dependan de agentes "internacionales".

5. Conclusión: la enseñanza del Holocausto y el genocidio

Las estrategias para la prevención del genocidio y la protección de civiles en África también deberían incluir la enseñanza del Holocausto y el genocidio. Las Naciones Unidas pueden ofrecer a los países africanos grabaciones en vídeo del Holocausto y otros genocidios traducidas a la lengua local para que se muestren en todas las zonas rurales y urbanas. La conmemoración del Holocausto en África debería ir acompañada de la enseñanza del genocidio por mandato del Estado en todas las escuelas y las academias militares para renovar el aprecio y el respeto por los demás. Este tipo de programas educativos deberían promoverse a temprana edad escolar antes de que se desarrollen mentalidades genocidas. La enseñanza significativa del Holocausto y el genocidio en África debería situarse en el contexto de los recuerdos históricos familiares y un debate más amplio de una de las lecciones más importantes del Holocausto: el doloroso precio del prejuicio. Esos recuerdos incluyen la historia del comercio de esclavos, la participación de jefes y mercaderes africanos en él y la aniquilación de grupos étnicos específicos en nombre del progreso y la pacificación de África bajo el dominio colonial europeo. Estos crímenes, grabados en la memoria colectiva de los africanos, proceden de los mismos prejuicios humanos y el mismo desprecio de las personas por la vida humana que devaluó la humanidad de los judíos europeos y produjo el Holocausto.

La ayuda del extranjero sube la moral. Pero, en última instancia, las soluciones al genocidio y otras formas de asesinatos en masa en África deben venir de dentro. El hecho de que uno resuelva sus propios problemas y no los convierta en la "responsabilidad" ajena es la mejor expresión de la independencia.

Temas de debate

1. ¿Por qué las medidas locales y regionales de prevención del genocidio podrían funcionar en África mejor que los planteamientos internacionales? ¿Cuáles son algunos de los obstáculos que impiden la intervención internacional eficaz en los conflictos armados africanos?

2. Los estudios comparativos del genocidio desde el Holocausto han producido información importante sobre las señales de alerta temprana de un genocidio inminente. ¿Cuáles son estas señales de alerta y cómo podría desarrollarse un sistema de alerta temprana para aumentar las alarmas regionales e internacionales?

3. ¿Qué semejanzas pueden encontrarse entre el Holocausto y el genocidio en África?

4. ¿Por qué deberían incorporarse las lecciones históricas del Holocausto al plan de estudios educativo de las escuelas africanas? ¿Qué pueden aprender los escolares africanos de las tragedias de la segunda guerra mundial?

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1 Edward Kissi, Revolution and Genocide in Ethiopia and Cambodia (Lanham, Maryland, Lexington Books, 2006).
2 Alison Des Forges, Leave None To Tell the Story (Nueva York, Human Rights Watch, 1999).

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La serie de documentos de debate brinda un foro en el que académicos especializados en el holocausto y la prevención del genocidio generan temas de debate y estudio sobre estas cuestiones. Se les solicitó a estos autores, que provienen de una variedad de culturas y formaciones, elaborar documentos de debate basados en sus propias perspectivas y experiencias en particular. Los puntos de vista expresados por estos autores no necesariamente reflejan la posición de las Naciones Unidas respecto de estos temas.

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