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Bienvenidos a las Naciones Unidas. ¡Es su mundo!

El Holocausto y la colección de documentos de debate de las Naciones Unidas

Mujeres en el Holocausto

Por Lenore J. Weitzman, profesora emérita de la Universidad George Mason

Se preguntarán ustedes por qué debemos hablar acerca de las MUJERES cuando sabemos que los nazis asesinaron a seis millones de judíos sin tener en cuenta si eran hombres, mujeres o niños (1).

Una respuesta es que concentrarse en un grupo determinado nos ayuda a desglosar esa ingente cifra de seis millones, y a pensar en los individuos.

Cuando oímos hablar de una madre que guardaba el único trozo de pan que le daban en la fábrica del gueto como «almuerzo», para llevárselo a casa y compartirlo con sus esqueléticos hijos; y cuando oímos que una adolescente que estaba ayudando a su abuela asiendo su brazo en la rampa en Auschwitz, terminó siendo enviada a las cámaras de gas con ella, entendemos que eran mujeres corrientes como nosotras, como nuestras madres y nuestras hermanas, como nuestras hijas y nietas, gente inocente corriente que quedó atrapada en el terror nazi.

Una segunda respuesta es que centrarse en las mujeres nos proporciona una comprensión más detallada, más matizada, y más completa de lo que le ocurrió a los judíos durante el Holocausto.

Este documento explora tres esferas de las diferencias entre los géneros:

1.  Primero, cómo las funciones de las mujeres antes de la guerra modelaron sus experiencias durante el Holocausto;

2. Segundo, cómo en las políticas alemanas se trataba de forma diferente a las mujeres; y

3. Tercero, cómo las mujeres judías desarrollaron diferentes maneras de sobrevivir en los guetos y los campos.

1. Funciones antes a la guerra

Primero debemos examinar las funciones de hombres y mujeres con anterioridad al Holocausto, cuando las mujeres eran principalmente las responsables de sus hijos, familias y hogares, y los hombres eran el sostén económico de su familia.

Estas funciones proporcionaron a los dos sexos diferentes esferas de conocimientos, habilidades y experiencias vitales con las que afrontar la acometida nazi.

Por ejemplo, en la Alemania nazi, cuando se aprobaron las primeras leyes antisemitas, y se echó a los judíos de sus empleos y profesiones, los hombres judíos se vieron afectados de forma muy directa. De repente, se despidió a hombres que habían pasado toda su vida trabajando y se les separó de sus empleos, sus compañeros y sus rutinas diarias (2). Debido a que se vieron obligados a permanecer ociosos y a que ya no podían mantener a sus familias, se sentían humillados por la falta de ingresos, la pérdida de su posición social y el menoscabo de su autoestima. Por lo tanto, no resulta sorprendente que el índice de suicidios masculinos aumentara drásticamente durante ese período (3).

Para las mujeres judías, por el contrario, los primeros años del régimen nazi tuvieron el efecto contrario: les aportó más trabajo y más responsabilidad, a medida que intentaban administrar sus hogares con menos dinero y ninguna ayuda, comprar alimentos en tiendas hostiles, ayudar a sus asustados hijos a afrontar el acoso en la escuela, y proporcionar consuelo a sus maridos (4). 

De hecho, todavía en febrero de 1938, cinco años después de que Hitler asumiera el poder, un artículo en un periódico judío alemán aún animaba a las mujeres judías a «encender las velas e iluminar sus hogares con alegría» (5).

2. Políticas alemanas

Una segunda fuente de diferencias entre los géneros fueron las políticas alemanas y las numerosas normas y reglamentos que iban dirigidas específicamente a las mujeres judías.

Un doloroso ejemplo fue la política que prohibía el embarazo y el nacimiento de niños judíos en Lituania. Se exigía a los médicos judíos de los guetos que notificaran cualquier embarazo y que practicaran un aborto para ponerle fin. La pena por incumplimiento era la muerte, para la mujer, y para el médico. Por ejemplo, en el gueto de Kovno, la orden de 24 de julio de 1942 establecía que «Los embarazos deben interrumpirse. Las mujeres embarazadas serán ejecutadas»(6)).

A pesar de la pena de muerte, algunas mujeres jóvenes del gueto de Kovno decidieron no acatar esa orden y continuar su embarazo. Estas mujeres participaron en un acto consciente de resistencia porque no querían permitir a los alemanes que las privaran de la experiencia de dar a luz y de la experiencia de la maternidad (7).

Tuvieron la fortuna de encontrar a un médico judío, el Dr. Abraham Peretz, que accedió a ayudarlas, a riesgo de su propia vida, y a acogerlas durante sus embarazos (aunque sabían que podían detenerlas y matarlas (8)).

(Este ejemplo también nos recuerda lo importante que es analizar cómo los judíos respondieron a las órdenes alemanas, y cómo intentaron sobrevivir y resistir, en lugar de tratar los decretos alemanes como un hecho consumado).

El embarazo también era una sentencia de muerte para las mujeres en los campos de concentración donde se seleccionaba a todas las mujeres embarazadas, y a las mujeres con hijos, para su inmediata ejecución.

El proceso de selección en la rampa de llegada al campo de concentración de Auschwitz determinaba a quienes se enviaría a realizar trabajos forzados, y a quienes se enviaría a las cámaras de gas para morir. Se colocaban a un lado a los judíos que parecían lo bastante fuertes para trabajar, mientras que se enviaba a los que parecían demasiado jóvenes, demasiado viejos, o demasiado débiles para trabajar al otro lado, que conducía a las cámaras de gas.

La única excepción a esta norma era para la mujer que llevara un niño en brazos o cogiera a sus hijos de la mano. Aunque tuviera un aspecto saludable y apto para trabajar, si sujetaba la mano de un niño, automáticamente era enviada a las cámaras de gas.

Algunos judíos que trabajaban en la rampa de llegada a Auschwitz, y que naturalmente sabían lo que les ocurriría a esas madres, concibieron un plan para intentar salvar a algunas de ellas. Susurraban a las madres que se aseguraran de entregar a su hijo a la abuela porque los trabajadores sabían que, de todos modos, se enviaría a todas las mujeres mayores a las cámaras de gas, y esperaban salvar las vidas de las madres si no llevaban a sus hijos de la mano.

3. Diferentes reacciones y estrategias de adaptación

Ahora abordaremos la tercera esfera de las diferencias entre los géneros, las respuestas de hombres y mujeres judíos en los guetos y los campos.

3a. Reacciones y estrategias de adaptación en los guetos

En Europa Oriental, donde estaban ubicados los guetos, el Holocausto fue mucho más violento que en Europa Occidental. Por ejemplo, en Alemania tardaron seis años, desde 1933 hasta 1939, en aplicar más de 400 leyes antisemitas (9).

Pero en Polonia, por el contrario, las mismas medidas se establecieron en cuestión de meses, y estuvieron acompañadas de violencia física desde el comienzo. Se obligó a los judíos de Polonia a vivir en guetos masificados y quedaron atrapados tras sus verjas y muros. Se les despojó de sus hogares y posesiones, se les privó de sus cuentas bancarias, y se les separó de sus empleos, tiendas, oficinas y empresas.

Los hombres judíos, especialmente aquellos que eran más reconocibles debido a sus barbas y su vestimenta tradicional, fueron inmediatamente objeto de palizas, humillaciones, acoso, arresto y ejecución. Se agredió a muchos de ellos, les arrancaron las barbas, los ridiculizaron y abuchearon en las calles y se los llevaron para realizar duros trabajos forzados.

Por lo tanto, no resulta sorprendente que muchos hombres judíos sencillamente temieran abandonar sus hogares durante el día, y que cada vez dependieran más de sus esposas para afrontar el mundo exterior. Como consecuencia, las mujeres comenzaron a asumir muchas de las antiguas funciones de sus maridos.

Por ejemplo, el distinguido historiador del gueto de Varsovia, Emmanuel Ringelblum, escribió en su diario:
«(Los) hombres no salen....
Ella hace la larga cola (del pan)....
Cuando hay que ir a la Gestapo, acude la hija o la esposa....
Las mujeres están en todas partes
(Mujeres) que nunca pensaron en trabajar están ahora realizando los trabajos físicos más difíciles» (10).

Pero ¿cómo podían estas mujeres, la mayoría de las cuales no había trabajado nunca fuera del hogar, arreglárselas para mantener a sus familias?

La mayoría de ellas en realidad no podían hacerlo. Algunas encontraron empleos en las fábricas de los guetos, las brigadas de trabajo y los comedores populares, y otras realizaron tareas de limpieza, lavandería y cuidado de niños para particulares. Pero había una grave escasez de empleos y la mayoría de las mujeres sencillamente NO podían encontrar un trabajo fijo.

(En Varsovia, por ejemplo, en septiembre de 1941, aproximadamente la mitad de los habitantes del gueto de Varsovia, entre 200.000 y 250.000 personas, no tenían empleos fijos y estaban muriéndose de hambre: la mayoría eran mujeres y niños (11).

Esto llevó a que muchas mujeres se dedicaran a la peligrosa e ilegal «ocupación» del contrabando como la única manera de alimentar a sus hijos (12). Primero tenían que escapar del gueto y luego encontrar personas no judías que estuvieran dispuestas a comprar sus preciadas pertenencias a cambio de comida. Poco a poco se desprendían de su vestido favorito, de la ropa de cama de su dote y, finalmente, incluso de sus alianzas de boda (13).

Aunque nos pueda sorprender que muchas mujeres fueran contrabandistas de comida, lo comprendemos mejor al saber que la ración diaria de calorías para las personas del gueto de Varsovia era únicamente de 181 calorías al día por persona.

Pero, al final, a pesar de todos sus esfuerzos, sabemos que la mayoría de las mujeres sencillamente no lograron mantener a sus familias: las draconianas circunstancias del gueto estaban todas en su contra.

Sus desgarradores esfuerzos demuestran que hicieron todo lo que pudieron,
incluso privarse ellas mismas de comida, para intentar mantener con vida a sus hijos. Pero la mayoría de ellas agotó gradualmente todos sus recursos y con el tiempo ellas mismas quedaron agotadas.

Este sacrificio desesperado de las madres es uno de los temas más comunes en los diarios de los guetos. Por ejemplo, el joven de 15 años Dawid Sierakowiak describió a su demacrada madre en la víspera de su deportación del gueto de Lodz (en Polonia) de la siguiente manera:

«Mi pequeña y macilenta madre,
que ha padecido tantas calamidades…
(Ella) dedicó toda su vida a los demás…
Mi pobre madre, que siempre afrontó todo…
Ella lo admitió cuando le dije que había entregado su vida
al proporcionar y repartir comida,
pero … vi que no lo lamentaba» (14).

3b. Mujeres en la resistencia judía

Aunque ese era el destino de la mayoría de las mujeres de los guetos, es importante señalar a un pequeño grupo de mujeres que NO eran madres ni cuidadoras y que, por lo tanto, estaban «libres» para participar en la resistencia judía de los guetos.

Normalmente estas mujeres eran jóvenes y solteras, sin responsabilidades familiares, y tomaban parte activa en los grupos que planeaban las sublevaciones en los guetos.

La resistencia judía fue un escenario en el que las mujeres asumieron papeles de liderazgo en igualdad de condiciones con los hombres. En varios guetos, entre ellos el gueto de Varsovia, mujeres como Zivia Lubetkin se encontraban entre los principales líderes del levantamiento. De hecho, fue uno de los tres comandantes de la sublevación del gueto de Varsovia, y ha sido ampliamente reconocida como una poderosa fuente de inspiración por su resistencia histórica para honra de los judíos.

Las mujeres también desempeñaron funciones esenciales en otras formas de resistencia en los guetos (estableciendo escuelas ilegales, bibliotecas secretas y eventos culturales clandestinos) y con frecuencia encabezaban las actividades clandestinas llevadas a cabo para rescatar a otros judíos.

Un grupo fascinante de mujeres de la resistencia judía eran las mensajeras clandestinas que operaban fuera de los guetos y son el centro de mi investigación actual. Conocidas como kashariyot, estas jóvenes mujeres viajaban ilegalmente, disfrazadas como no judías. De manera clandestina, pasaban noticias, información, dinero, comida, suministros médicos, documentos falsificados y sacaban a otros judíos de los guetos de Europa Oriental o los metían en ellos. Sus misiones exigían agallas, coraje, descaro y nervios de acero.

Cuando se enteraron de los asesinatos en masa, estas mensajeras se propusieron advertir a los judíos de guetos remotos que estaban desconectados de las noticias y la información. Querían llegar a los judíos aislados antes que los alemanes pudieran engañarlos con promesas de «reasentamiento», cuando, de hecho, planeaban enviarlos en trenes a los campos de exterminio.

Las mensajeras instaron a los judíos a NO subirse a los trenes, y a unirse en cambio a la resistencia judía y a luchar, contándoles a otros la verdadera naturaleza de las deportaciones, construyendo búnkeres para los más vulnerables y combatiendo y frustrando las intenciones de los alemanes de todas las maneras posibles. Las kashariyot también se propusieron obtener armas y municiones e introducirlas clandestinamente en los guetos para las sublevaciones previstas. Su misión final era rescatar a otros judíos de los guetos condenados y proporcionarles documentos falsos, hogares, dinero y apoyo moral.

Aunque la mayoría de las mujeres no estaban en condiciones de hacer lo que hicieron estas audaces jóvenes, es importante que recordemos su heroísmo y su función especial en la resistencia judía.

3c. Reacciones y estrategias de adaptación en los campos:

Finalmente, analizamos las reacciones y las estrategias de adaptación de las mujeres en los campos de concentración.

Una de las mayores diferencias en las experiencias de hombres y mujeres en los campos de concentración fue su respuesta al «procesamiento» inicial.

En primer lugar, se obligaba a las mujeres seleccionadas para trabajar a desnudarse y a quedarse de pie desnudas delante de los guardias masculinos alemanes, mientras las afeitaban completamente y las tatuaban con números. Las mujeres supervivientes describieron este proceso como traumático, degradante, humillante y mortificante. Muchas sollozaban debido a la agresión y la vergüenza, que con frecuencia se intensificaba por tener que contemplar a sus madres o sus hijas siendo objeto de la misma brutalidad, mientras ellas se veían obligadas a permanecer allí impotentes.

Si bien los hombres judíos también describen el degradante proceso de verse despojados de sus identidades, ellos no estaban tan abatidos emocionalmente como las mujeres. Y cuando escribieron acerca del procesamiento, parecía que estaban más disgustados por la forma en que trataban a sus esposas, madres e hijas. De hecho, los hombres reaccionaban como si la humillación de sus mujeres les agrediera personalmente.

Una vez en los campos, observamos tres estrategias de adaptación que parecen ser exclusivas de las mujeres.

La primera era la manera en que las mujeres hacían frente al hambre. Aunque puede parecer que no tiene sentido, hablaban de comidas, y de lo que servían en las fiestas judías, y compartían sus recetas favoritas de sus madres para preparar el pescado relleno o el cholent (guiso de judías) (15).

Por la noche, en los barracones, se contaban historias acerca de las cenas familiares especiales y cómo celebraban cada fiesta judía.

Algunos supervivientes dicen que estas conversaciones tenían un efecto saciante. Pero tanto si en realidad lo tenía como si no, confirmaban claramente las identidades de las mujeres como madres, esposas e hijas. Y esto era importante en un lugar donde existía un plan explícito para destruir esas identidades y para deshumanizarlas.

Una segunda estrategia de adaptación era el uso continuado que hacían las mujeres de sus habilidades como amas de casa y para mantener una buena presencia. Por ejemplo, intentaban mejorar su aspecto pellizcando sus mejillas para parecer más saludables, y frotando carbón negro en sus canas para parecer más jóvenes.

Esto no solo aumentaba sus posibilidades de ser consideradas aptas para trabajar durante los interminables controles de asistencia y las «selecciones», sino que también les ayudaba a conservar un aspecto más humano y su dignidad. Además, como señaló Felicia Karay, el hecho de que las mujeres se preocuparan por la higiene personal y su aspecto inducía a sus vigilantes en el campo de trabajo a tratarlas más humanamente (16).

Una tercera estrategia de adaptación era el establecimiento de relaciones de «hermanas de campo» en las que dos mujeres se apoyaban y respaldaban mutuamente como hermanas, compartiendo comida y otros recursos, intentando protegerse mutuamente de amenazas y agresiones, y cuidando la una de la otra cuando caían enfermas. Esto era especialmente importante durante el control de asistencia cuando se exigía a las mujeres permanecer de pie durante horas y las que estaban enfermas necesitaban que las sostuviera una hermana de campo (17).

Las hermanas de campo también se animaban mutuamente a no rendirse y morir. Por lo tanto, no resulta sorprendente que muchas supervivientes se refieran a su hermana de campo como la persona que la «mantuvo con vida» tanto física como emocionalmente. Además, muchas mujeres hablaron de cómo sentían que debían mantenerse vivas para poder ayudar a su hermana de campo.

4. Conclusión:

En principio, muchos de nosotros asumimos que si aprendiéramos más acerca del Holocausto, tendríamos los instrumentos para estar seguros de que nunca pueda volver a suceder. Y, sin embargo, hemos sido testigos de muchísimas atrocidades y muchísimos asesinatos en masa durante los años transcurridos desde entonces, y en la mayoría de ellos hemos visto cómo las mujeres eran objeto preferente de los abusos. Además, recientemente hemos contemplado el horroroso fenómeno de la violación utilizada como arma de guerra.

En un primer momento, esto puede llevarnos a la conclusión de que no hemos avanzado nada desde el Holocausto. Pero, al mismo tiempo, también hemos visto algo que jamás sucedió durante el Holocausto. Hemos visto a la comunidad internacional ponerse en pie, hablar claro e intentar detener estos genocidios.

También hemos visto a la comunidad internacional definir los ataques concretos contra las mujeres como crimen de guerra, y la violación como crimen de lesa humanidad.

Mientras nos estremecemos de terror ante los genocidios del presente en la antigua Yugoslavia, Rwanda y Darfur, deberíamos pensar también en que podrían haber sido mucho peores y mucho más dilatados en el tiempo si se hubiesen ignorado estos sucesos, y si se hubieran encontrado con el silencio de la comunidad internacional que prevaleció durante el Holocausto.

Por lo tanto, aunque sabemos que la comunidad internacional puede y debe hacer más, también debemos señalar las diversas maneras en que las lecciones del Holocausto han ayudado ya a cambiar el curso de la historia reciente.

Notas:

(1) Estoy en deuda con la profesora Dalia Ofer de la Universidad Hebrea de Jerusalén, coautora del artículo original sobre las «Mujeres en el Holocausto», que es la base de esta charla. Se publicó por primera vez en el libro que editamos conjuntamente Women in the Holocaust (Mujeres en el Holocausto), Yale University Press, 1998.

(2) Marion Kaplan, Between Dignity and Despair: Jewish Life in Nazi Germany (Entre la dignidad y la desesperación: la vida judía en la Alemania nazi) (Oxford University Press, 1999) págs. 24 a 29.

(3) Christian Goeschel, Suicide in Nazi Germany (El suicidio en la Alemania nazi) (Oxford University Press, 2009).

(4) Marion Kaplan, "Keeping Calm and Weathering the Storm: Jewish Women's Responses to Daily life in Nazi Germany"(Mantener la calma y capear el temporal: respuestas de las mujeres judías a la vida cotidiana en la Alemania nazi), en Women in the Holocaust (Mujeres en el Holocausto) de Ofer y Weitzman, 1998, págs. 42 y 43.

(5) Ibíd., pág. 43.

(6) Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, Hidden History of the Kovno Ghetto (La historia oculta del gueto de Kovno) (Little Brown and Company, 1997), pág. 245. Véase también el diario del Dr. Aharon Pick en el gueto de Shavli: Writings from the Death Area, Memoirs Written in the Ghetto of Shavli Lithuania During 1942-1944 (Escritos desde la zona de la muerte: memorias escritas en el gueto de Shavli (Lituania) de 1942 a 1944) (en hebreo).

(7) Aharon Peretz, Ba-maḥanot lo bakhu: reshimot shel rofe (solo en hebreo) (En los campos no lloraban: notas de un médico) (Tel Aviv: Masadah publishing, 1960), pág. 36.

(8) Ibíd

(9) Michael Berenbaum, The World Must Know (El mundo debe saber) (Little Brown & Co, 1993), pág. 22.

(10) Emanuel Ringelblum, Diary and Notes from the War Period: Warsaw Ghetto (Diario y notas del período de la guerra: el gueto de Varsovia (en hebreo) (Jerusalén: Yad Vashem, 1992), págs. 51 y 52.

(11) Lenore J. Weitzman y Dalia Ofer, «Introducción» a Women in the Holocaust, (Mujeres en el Holocausto) 1998, pág. 9.

(12) Dalia Ofer, "Gender Issues in Diaries and Testimonies of the Ghetto," (Cuestiones de género en los diarios y testimonios del gueto) en Women in the Holocaust (Mujeres en el Holocausto), 1998, págs. 152 a 162.

(13) Ibíd.

(14) Dawid Sierakowiak, The Diary of Dawid Sierakowiak: Five Notebooks from the Lodz Ghetto, (El diario de Dawid Sierakowiak: cinco cuadernos del gueto de Lodz), Alan Adelson, trad. (Oxford University Press, 1996). págs. 219 y 220).

(15) Véase, por ejemplo, Myrna Goldenberg, "Memoirs of Auschwitz Survivors: The Burden of Gender" (Memorias de los supervivientes de Auschwitz: la carga del género) en Women in the Holocaust (Mujeres en el Holocausto), pág. 335.

(16) Felicia Karay, "Women in the Forced-Labor Camps", (Mujeres en los campos de trabajos forzados) en Ofer y Weitzman, 1998, pág. 305.

(17) Brana Gurewitsch, Mothers, Sisters, Resisters (Madres, hermanas, resistentes) (University of Alabama Press, 1998), págs. xviii a xix.

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Preguntas para el debate:

  1. ¿Cómo afectó la nueva realidad de Alemania bajo el régimen nazi a las funciones de las mujeres dentro de sus familias?
  2. ¿Cómo afrontaron las mujeres la vida en los guetos y los campos?
  3. ¿En qué se diferenciaron las experiencias de las mujeres con respecto a las de los hombres?
  4. ¿Por qué es importante conocer las experiencias de las mujeres durante el Holocausto?
  5. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional para ayudar a proteger a las mujeres contra la violencia actual, especialmente en situaciones de conflicto?

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La serie de documentos de debate brinda un foro en el que académicos especializados en el holocausto y la prevención del genocidio generan temas de debate y estudio sobre estas cuestiones. Se les solicitó a estos autores, que provienen de una variedad de culturas y formaciones, elaborar documentos de debate basados en sus propias perspectivas y experiencias en particular. Los puntos de vista expresados por estos autores no necesariamente reflejan la posición de las Naciones Unidas respecto de estos temas.


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