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El FIDC capacita a los jóvenes músicos en África

En Chad, talleres de formación musical propulsan a jóvenes artistas en la escena regional.

Sólo unos días después de haberse presentado juntos frente a un público cautivado en el Instituto Francés de Yamena, en Chad, 8 jóvenes músicos de Camerún, Congo, Gabón y Chad grabaron en estudio su primer álbum colectivo, Unité, que incluye diez canciones inspiradas en el jazz, el blues y el afrobeat. Actualmente, los diez títulos del álbum son presentados periódicamente en la radio local, y Dounia, una obra impregnada del estilo chadiano moulah, se ha convertido en un éxito que suena frecuentemente en la emisora regional África nᵒ 1.

 

Este álbum, el primero para muchos de estos artistas, es el resultado de varios meses de trabajo, cooperación e intercambio de experiencias en el marco de un proyecto financiado por el Fondo Internacional para la Diversidad Cultural de la UNESCO (FIDC). La iniciativa titulada «Juventud emergente: fortalecimiento de la cooperación subregional y promoción de jóvenes talentos en el sector de la música africana», busca ofrecer a los jóvenes chadianos y a aquellos de la región los medios para profesionalizarse, reforzando su creatividad musical y sus competencias técnicas, y favoreciendo al mismo tiempo la cooperación entre ellos. Los jóvenes que participaron en la composición del álbum fueron seleccionados a raíz de un taller que tuvo lugar en 2012 en el marco de las actividades culturales de la Francofonía en Chad, y luego de un taller en técnica vocal dirigido por la artista franco-gabonesa Annie Flore Batchiellilys.

 

Pierre Claver, operador cultural de la República del Congo, explica: «Trabajamos con jóvenes talentosos a largo de toda la cadena de valor: desde la formación al apoyo para la creación, hasta la distribución. Esta experiencia les ha dado la oportunidad de crecer, de mejorarse, de usar sus talentos al servicio de un trabajo colaborativo y de encontrar oportunidades comerciales más allá de sus países respectivos».

 

Entre estos ocho artistas hay una sola mujer. A sus 27 años, Geneviève Matibeye irradia su pasión por la música, y ha sido llamada «La Voz de ruiseñor» por el público. La entrevistamos recientemente.

 

Geneviève, ¿podría hablarnos de su carrera?

G: Soy una música chadiana y mis obras combinan el estilo clásico con el moderno: es la «world music», y canto tanto en francés como en mi lengua materna, el Ngambaye. Crecí en una familia de músicos; mi padre era pastor y madre corista. Comencé a cantar a los 12 años con el coro de mi parroquia. Más tarde, me convertí en corista en escena y en estudio, y comencé mi carrera como solista hace cuatro años.  

 

¿Cuál ha sido su participación en el proyecto financiado por la UNESCO?

G: Gracias al FIDC tuve la oportunidad, junto a otros siete artistas, de participar en una formación en técnica vocal y en grabación en estudio. También nos apoyaron durante el desarrollo de una canción original en creación colectiva. Tuve el honor de recibir clases de Annie-Flore Batchiellilys, una famosa cantante gabonesa, quién admiro desde hace tiempo. Es sumamente popular en la escena musical africana. Además de estas experiencias, también aprendí mucho discutiendo con los otros jóvenes artistas de la región, con los cuales hemos construido vínculos duraderos. 

 

¿Qué le aportó el proyecto a nivel profesional?

G: Tuve la oportunidad de trabajar con artistas con ideas formidables y una mentalidad increíblemente abierta. Y gracias a las competencias adquiridas y a las relaciones establecidas a lo largo del proyecto, obtuve el premio del Festival NdjamVi 2015 en la categoría «world music». Es un gran Festival anual en Chad que dura tres días y que convoca multitudes: ¡es una verdadera marea humana! Viví ese momento como una confirmación de que mis esfuerzos no han sido en vano. Este reconocimiento me ha dado fuerzas y ganas de seguir evolucionando.

 

¿Por qué considera que este proyecto es importante?

G: A pesar de la marcada voluntad política de favorecer las sinergias regionales, esta se traduce raramente en la práctica. En mi opinión, los artistas tienen un rol importante en esta integración, y el proyecto en sí mismo ha cumplido una función aglutinadora para los habitantes de la región, lo cual nos ha ayudado, a través del álbum, a transmitir un mensaje de unidad.

 

Chad es un país que enfrenta varios desafíos de desarrollo. ¿Cuál es la importancia de la música en este país?

G: La música tiene un rol fundamental en el país y en la región, que atraviesan un periodo difícil. En Chad, permite compartir información, sensibilizar a la población, favorecer la cohesión social y posee un lugar esencial en nuestras prácticas culturales. La música también permite unir a las personas en torno a un interés común, por lo cual es importante fomentar el desarrollo de una industria musical interconectada en África, creadora de ingresos y empleos, como lo ha hecho este proyecto.

La música también nos permite transmitir nuestra cultura y promover la diversidad de nuestras expresiones culturales. Lo hemos visto con el éxito de nuestro álbum: las personas disfrutan escuchando música con la cual pueden identificarse.

 

¿Cuáles son sus proyectos profesionales?

G: En este momento trabajo en la elaboración de mi propio álbum, utilizando las competencias y los contactos que adquirí gracias a este proyecto de la UNESCO. Quiero seguir difundiendo mi música, mi cultura, y ubicar a Chad dentro de la escena musical internacional. Pocas mujeres chadianas emprenden una carrera musical, y muchas de ellas aún están limitadas por sus roles impuestos en la esfera privada. Como joven chadiana, deseo utilizar mi voz para superar estas barreras tradicionales, demostrando que las mujeres artistas ocupan un lugar en la escena musical pública y que pueden manejar su vida profesional con total independencia.

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