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Jóvenes latinoamericanos sueñan con forjar comunidades sostenibles

11.03.2016

Jóvenes de Guatemala y el Salvador se enfrentan a las repercusiones del cambio climático con una labor de base que se ha propuesto introducir el desarrollo sostenible en sus comunidades.

© UNESCO/Karina Garcia-Ruano

Estos jóvenes forman parte del Programa de Jóvenes Embajadores de la Asociación SERES, una organización que obtuvo en noviembre de 2015 el Premio UNESCO Japón de Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), por su extraordinario trabajo.

A pesar de las dificultades que plantean la pobreza, la guerra y la escasez en la región, desde su creación en 2009 CERES ha venido generando cambios positivos mediante el desarrollo sostenible, a través del empoderamiento de los jóvenes.

Como parte del programa, los participantes preparan planes de acción que se ejecutan en sus comunidades, desde promoción del consumo de alimentos locales, hasta el reciclado y la gestión de desechos o la fundación de comités locales del medio ambiente.

“A pesar de las riquezas naturales de estos territorios, mucha gente vive aquí en la pobreza y son muy vulnerables a todo, incluso al cambio climático. En ausencia de tejido social, los jóvenes quedan marginados y se ven obligados a emigrar en busca de mejores oportunidades, porque el sistema impone aquí soluciones sin preguntarles lo que realmente quieren o necesitan. Por eso pensé que el mejor punto de partida era empezar a escuchar lo que tenían que decir”, declaró Corrina Grace, fundadora y directora ejecutiva de SERES.

El machete para el cambio

Mediante una serie de talleres, los participantes llegan a comprender lo que son y cómo pueden mejorarse a sí mismos y aumentar su capacidad de trabajar en la consecución de sus objetivos. Al mismo tiempo, el programa abarca información técnica relativa al desarrollo sostenible que es pertinente para el contexto local, en aspectos tales como la soberanía alimentaria, la permacultura, el cambio climático y la diversidad biológica.

“SERES nos ha proporcionado un machete para trabajar, nos ayuda a aplicar el conocimiento a nuestra propia realidad y a elaborar planes de acción en nuestros grupos, nuestras comunidades y en esferas aún más amplias”, afirma Antonio Sánchez, de 28 años, un ex participante que ahora es fundador y promotor de SERES en El Salvador.

“Nuestros participantes vienen de horizontes muy diversos, son indígenas, mestizos, campesinos, estudiantes universitarios… y deben hallar su propio sendero para cambiar lo que desean cambiar, no hay fórmulas prefabricadas”, dice Isabel Pérez, coordinadora de estrategias.

Superar los obstáculos y aprovechar los éxitos

SERES ha tropezado con dos obstáculos importantes: convencer principalmente a las personas mayores de la pertinencia del desarrollo sostenible y de su función en la solución de problemas tales como la mejora de las cosechas, y la limitación de recursos que afecta a la ejecución de los planes de acción. Grace afirma que desean ampliar el número de participantes, de los 1.500 jóvenes con los que trabajan ahora hasta llegar a los 7.000 en 2020.

El Premio UNESCO Japón de EDS ha sido una excelente motivación. A la ceremonia de entrega de premios que se celebró en la Sede de la UNESCO en París, en noviembre de 2015, asistieron la directora y fundadora Corrina Grace y la joven maya Abigail Quic, de 26 años, que es una dirigente de comunidades asentadas en el altiplano guatemalteco y prueba viviente de la labor que SERES lleva a cabo.

“Cuando vi a toda la gente que estaba en la audiencia no podía creer que una joven maya estuviera allí hablándoles a todos esos representantes del mundo entero…. Y dije entonces lo que le diría a cualquiera en este planeta: tenemos mucho trabajo que realizar para mejorar el mundo, de modo que, por favor, únase a nosotros, quienquiera que usted sea”, recuerda Quic.

SERES está ampliando su trabajo a otras latitudes. En 2015, se creó SERES Mundial (Global SERES) para incorporar a más asociados en el mundo entero. SERES recibió además un donativo de tierras en Guatemala, donde se proponen construir su Comuniversidad, un centro que aspira a salvar la brecha entre la comunidad y los conocimientos académicos.

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