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Jóvenes de Madagascar en camino de su independencia financiera

21 marzo 2019

La población de Madagascar crece con rapidez y aumentará de 24,2 millones en 2015 a 36 millones de aquí a 2030, según estimaciones de las Naciones Unidas. El crecimiento demográfico significa mayor potencial económico, pero también podría representar un desafío para el país. Los jóvenes de Madagascar ejercen presión sobre los sistemas de educación y formación para que proporcionen una educación de calidad para todos. Otro desafío al que la nación debe hacer frente, como muchos otros países de bajos ingresos, es la vulnerabilidad del mercado laboral: en 2012, 86% de los trabajadores tenían empleos precarios. 

Con el objetivo de superar estos desafíos, desde 2010 el Programa de Desarrollo de Capacidades para la Educación (CapED) de la UNESCO se ha aplicado en Madagascar. El Programa ayuda a que el país pueda desarrollar la formación profesional de los jóvenes no escolarizados de las regiones rurales, proporcionándoles la oportunidad de recibir una educación de calidad, pertinente y sostenible en los ámbitos que representan una oportunidad para el mercado laboral. A partir de 2014, se han formado 2.500 jóvenes, algunos de los cuales han sacado provecho de la formación para crear sus propias empresas y, en consecuencia, independizarse desde el punto de vista financiero.

Al final de la formación, cada alumno recibe una carpeta para comenzar, ya sea con granos o con utensilios de cocina u otros materiales, según el ámbito de sus estudios, con miras a ayudarles a iniciar sus propias empresas. Entre las asignaturas que se enseñan en los centros de aprendizaje figuran la albañilería, la carpintería, la crianza de cerdos, la costura, la ingeniería mecánica y la cestería.

Además de ofrecer a los jóvenes la posibilidad de adquirir las competencias para realizar sus ambiciones, la iniciativa está desprovista de estereotipos de género, algo que permite que las mujeres tengan acceso a los puestos que tradicionalmente ocupan los hombres. Además, uno de los efectos positivos del programa es que ayuda a mantener a los jóvenes trabajadores en las regiones rurales, ya que al dotarlos de las capacidades necesarias para encontrar trabajos locales o iniciar sus propias empresas, se les da una opción diferente a la de migrar hacia las ciudades para trabajar.

“Soy financieramente solvente.”

[Natacha Obienne se ocupa de su propio estanque de pisicultura con su hijo]

“Ya no dependo de mis padres, soy financieramente solvente”, afirma Natacha Obienne, de 21 años de edad, quien vive con su esposo y su hijo. Durante su formación profesional, aprendió a criar peces y a gestionar sus condiciones de vida para optimizar la producción. Antes de la formación, Natacha no sabía nada de pisicultura. Ahora tiene pensado construir un segundo estanque para la crianza, y pudo comprar una casa y una vaca. “Aconsejo a los jóvenes como yo que sigan una formación pues con esta lo aprendí todo”, añadió.
 

“Mi futuro está garantizado si sigo avanzando como lo he hecho hasta ahora.”

Jean Thierry, de 22 años de edad, posee actualmente una empresa de construcción próspera, y explica que no sabía absolutamente nada de la industria de la construcción antes de seguir su formación. Además de las competencias en construcción, adquirió técnicas de motivación, de gestión empresarial y administración. Una de las competencias que aprendió a dominar se refiere a cómo dosificar el cemento. Jean contrata ahora a otros jóvenes y les transmite sus conocimientos.

[Jean Thierry realiza estudios]

Es financieramente solvente desde hace dos años y espera firmar contratos más importantes en un futuro cercano. “Mi futuro está garantizado si sigo avanzando como lo he hecho hasta ahora”, afirmó.
 

“Estoy muy orgullosa de tener mi propia empresa.”

[Emma Claudia cuelga la ropa limpia al lado de su casa]

Emma Claudia, 25 años de edad, explica que su madre falleció cuando solo tenía una semana de nacida, que no terminó sus estudios ni tenía diplomas. Antes de la formación, tenía problemas financieros, pero el cursillo en el que participó la ayudó mucho. “Esto cambió completamente mi actitud”, dijo. “Después de terminar la formación ni siquiera esperé por la carpeta para comenzar, sino que comencé a trabajar y a aplicar directamente todo lo que aprendí.”

Desde entonces, Emma empezó con su propio restaurante. Al principio, solo tenía una cazuela y una plancha para cocinar. Hoy en día tiene previsto añadir otro piso a su restaurante. “Estoy muy orgullosa de tener mi propia empresa”, dijo. “Aunque no me sienta aún del todo segura, soy capaz de responder a todas mis necesidades.”

Debido al éxito del programa de formación CapED de la UNESCO, el presidente de Madagascar hizo un llamamiento a elaborar la primera Política Nacional para el empleo y la formación profesional, con el objetivo de aumentar las oportunidades de empleo. Esta política fue ampliamente adoptada en 2015 gracias al apoyo del CapED.