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La voz de las niñas y las mujeres ayuda a definir las actividades de los centros Malala de la UNESCO en Guatemala

05 junio 2018

La primera fase del nuevo proyecto llevado a cabo en Guatemala en el marco del Fondo Malala de la UNESCO para el derecho de las niñas a recibir educación, reunió a las niñas, adolescentes y mujeres indígenas de la comunidad, en el seno de talleres participativos en Santa María Chiquimula y San Andrés Xecul, Totonicapán, en abril de 2018. Estos talleres han sido organizados con el objetivo de que las niñas y las mujeres participantes compartan sus intereses y necesidades, así como los obstáculos y las dificultades a las que deben hacer frente con regularidad en términos de acceso a la educación.

En Santa María Chiquimula, casi la mitad de las mujeres que han participado en los talleres no sabían leer ni escribir, y utilizaron sus huellas digitales para inscribirse. Esta situación ocurre con demasiada frecuencia en Totonicapán, una de las regiones de Guatemala que posee las tasas más bajas de mujeres alfabetizadas, es decir, 62,5% en 2014. El promedio de años de escolarización de las mujeres de esta región es de 4,1, una cifra que revela que la mayoría de ellas no logran terminar el ciclo de enseñanza primaria.

Las voces de las niñas y de las mujeres en primer plano

Para apoyar su empoderamiento es importante poner de relieve las voces de las niñas y de las mujeres, y proporcionarles un espacio para que compartan, analicen y hagan válidas sus experiencias colectivas. Las niñas y las mujeres indígenas presentes en los talleres participativos elaboraron una lista con las múltiples razones por las que abandonan la escuela, que abarcan desde la falta de recursos económicos hasta la distancia geográfica de las escuelas.

Algunas evocaron la creencia muy extendida de que las niñas y las mujeres no necesitan recibir una educación que comienza en la casa. “Mi padre quería que aprendiera a cocinar para cuando me casara, en vez de pasar el tiempo educándome”, dijo una joven, mientras que otra ofreció el punto de vista de sus padres de que “para realizar los quehaceres de la casa una mujer no necesita un título, mientras que el trabajo de un hombre en la ciudad sí podría requerirlo”. En la mayoría de los casos, cuando los recursos escaseaban, los hermanos tenían la posibilidad de asistir a la escuela, mientras ellas se quedaban atrás.

A pesar de estas dificultades, las mujeres veían la educación como un instrumento práctico que podía facilitarles la vida cotidiana y ayudarlas a realizar sus sueños. Ante el reducido número de empleos en el mercado laboral, una mujer afirmó: “Quiero adquirir capacidades prácticas que me ayuden a generar mis propios ingresos”.

Definir las actividades de los centros Malala de la UNESCO

Al principio de este proceso, es vital escuchar a las niñas y las mujeres con miras a garantizar la pertinencia de las actividades del proyecto. Si por una parte las mujeres han podido expresar sus opiniones durante los talleres, por otra también tuvieron la ocasión de compartir sus deseos, necesidades, así como las dificultades a las que deben hacer frente día a día.

Para una de ellas, aprender a leer significa no perderse en las calles. Para una joven, terminar la escuela significa que realizará su sueño de convertirse en docente. Y para otra, completar su educación le ofrece los medios para ayudar a sus hijos a hacer las tareas. Estos puntos de vista serán tomados en consideración durante la creación y concepción de nuevos centros Malala de la UNESCO. Las motivaciones, las necesidades y los intereses de las niñas y las mujeres se hallan arraigados en sus propios contextos y en sus historias personales, y sólo pueden comprenderse si nos tomamos el tiempo de escucharlas.

Los talleres participativos han confirmado lo importante que es poner de relieve y tomar en cuenta las voces de las niñas y las mujeres en cada etapa del proyecto. Esto no sólo permite que los planes de educación no formal llevados a cabo por los centros Malala brinden una respuesta apropiada a los obstáculos y necesidades reales de las mujeres, sino que ofrece también la oportunidad de apropiarse del proyecto mediante sus historias y puntos de vista individuales.

El proyecto en Guatemala tiene como objetivo crear un modelo educativo local – los centros Malala de la UNESCO – en las regiones rurales que deberá ser sostenible y transferible, y que se basará en las necesidades, la disponibilidad y los intereses de las niñas indígenas. Los programas educativos propuestos por los centros se impartirán en las lenguas indígenas, se basarán en la cultura indígena y reforzarán las competencias en favor del desarrollo personal y socioeconómico. Para llevar a cabo este proyecto, la UNESCO colabora conjuntamente con el Comité Nacional de Alfabetización (CONALFA), el Ministerio de Educación y organismos tales como, el Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica (IGER) y la fundación educativa Fe y Alegría, en colaboración con las municipalidades de intervención.