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Gran angular

IA: más una revolución cultural que una revolución tecnológica

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Escena del montaje audiovisual de 17 minutos Poetic_AI, creado íntegramente por un algoritmo

Karl Schroeder dedica su tiempo a leer, estudiar, observar e imaginar historias futuristas. Escritor de ciencia ficción de renombre internacional, sus obras inspiran a expertos en nuevas tecnologías e inteligencia artificial (IA). Además, pone su imaginación al servicio de empresas y gobiernos para anticipar su transformación tecnológica, económica y social. Para este novelista y ensayista canadiense, la IA es más una revolución cultural que una revolución tecnológica, que requiere una reflexión sobre cuestiones de ética, gobernanza y legislación.

Entrevista a Karl Schroeder realizada por Marie Christine Pinault Desmoulins (UNESCO)

Además de su pasión por las innovaciones digitales y tecnológicas, ¿cuáles son sus fuentes de inspiración?

Dedico buena parte de mi tiempo a leer a los grandes filósofos. Esto me permite tener una visión general y considerar las posibles conexiones entre las tecnologías y los movimientos sociales. Pero le aseguro que presto suma atención a la trama de mis libros para que sean entretenidos.

Por otra parte, Internet es una fuente infinita de información y entretenimiento. Toda navegación en la red es una oportunidad para nuevos descubrimientos que pueden alentarme a repensar o incluso cambiar radicalmente todo lo que acabo de escribir. Internet realmente facilita mi investigación y, de las redes, solo me quedo con lo mejor.

¿Cree que la IA puede reemplazarlo como escritor?

Hasta hoy, consideraría la contribución de la IA en mi campo a una función de aleatorización, comparable a un juego infinito de cartas, en el que cada una podría definir un personaje, una escena, etc. Por ejemplo, una podría ser “el rey del mal está situado en una torre” y, a partir de allí, podría elaborar un personaje, una intriga.

Creo que la creatividad quizá podrá con el tiempo acaecer fuera de lo humano. Por tanto, puedo imaginar que la IA llegue a ser capaz de crear un libro digno de ese nombre, pero ciertamente no en su forma actual. Se tratará de otros tipos de máquinas que aún no se han pensado. Los ordenadores actuales no producen significado y en el proceso creativo sigue siendo necesaria la intervención humana, aunque ciertamente los dispositivos tecnológicos se están perfeccionando, aproximándose a las capacidades humanas.

En mi novela Lady of Mazes (La señora de los laberintos, 2005), hay una escena en la que la IA enloquece y pone a punto una forma de bomba creativa que propaga novelas de calidad excepcional en una cantidad tan astronómica que sería imposible leerlo todo ni siquiera acumulando todas las esperanzas de la vida de los seres humanos. Y bien, ¿qué sucede con los humanos? Pues que se adaptan y continúan su propia creación.

Imaginemos que esta bomba creativa explotara hoy. ¿Por qué eso me impediría continuar escribiendo nuevos libros? ¿Por qué debería pensar “yo contra un millón de libros” en lugar de “yo y un millón de libros”? Concibo la creatividad, sea cual sea su origen, como una suma y no como una resta a nuestra propia existencia.

De hecho, la noción de reemplazo es inherente a la noción de valor. Podemos considerar que todo puede ser reemplazado en función de un valor dado. Como escritor, podría ser reemplazado por un ordenador que tuviera más éxito comercial que yo. Pero este razonamiento solo es válido si prevalece el éxito comercial en el sistema de valores.

Entonces, ¿no tiene aprensión alguna con respecto a la IA?

Determinar si la inteligencia artificial es una amenaza o un beneficio es totalmente ajeno a la responsabilidad humana. Circulan muchas ideas simplistas sobre la IA, sobre cómo funciona y los peligros potenciales que representa para la humanidad. Incluso se puede hablar de que hay una angustia exagerada focalizada en la pérdida de control de la máquina. En la etapa en la que nos encontramos en la actualidad, no es una reflexión válida.

Por otro lado, es imperativo elegir la dirección que debe tomar la IA y determinar su utilización. Por supuesto que si decidimos invertir en supermáquinas de guerra económica o política, tomamos el camino de un entorno hostil. La sociedad debe tomar las decisiones correctas para la implementación de la IA.

Si algún día los productos de la IA se vuelven independientes de nosotros, serán como los niños que nos dejan, llegado el momento, para vivir sus propias vidas. Nuestra responsabilidad como padres es criarlos e inculcarles valores positivos. Esta es la piedra angular del razonamiento.

¿Dónde queda la problemática de la ética?

Sí, la ciencia ficción ha estado pensando en ello desde hace un siglo, aunque los responsables políticos y la sociedad lo estén haciendo solo ahora. Y, como no consideramos el tema con seriedad, tan pronto como aparece una gran innovación tecnológica nos encuentra estancados. La solución es sencilla: solo debemos decidir emprender una innovación tecnológica después de haber identificado su impacto social, arbitrado su uso y legislado en consecuencia.

Hice de esta cuestión uno de los mensajes de La señora de los laberintos, invitando a planificar la implementación de toda innovación tecnológica para anticipar los cambios sociales.

¿Cuál será el mensaje de su próximo libro?

Sin duda, abordará el futuro de la política y los procesos de toma de decisiones, así como los medios tecnológicos que pueden conducirnos a otro nivel de civilización.

Es un guiño, ¡pero planeo escribirlo con bolígrafo! Será una experiencia de uso similar a las que nos ofrece el mundo digital. Debemos distinguir la escritura de los medios de escribir. La tecnología es solo una de las formas y hay que volver a colocarla en su justo lugar. No tenemos porqué renunciar a lo que somos o queremos ser, solo tenemos que prepararnos colectivamente.

 

Karl Schroeder

Novelista canadiense de ciencia ficción, ensayista y futurólogo, Karl Schroeder es autor de obras entre las que destacan: Ventus (2000), Permanence (2002), Lady of Mazes (La señora de los laberintos, 2005), Crisis in Zefra (2005) y Lockstep (2014), traducidas a una decena de lenguas. En febrero de 2018 recibió en la UNESCO el premio Netexplo Talent.