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De actualidad

Escuchad la voz del lago

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El Gran Lago del Oso al anochecer. Los nativos creen que Tudze, “el corazón del agua”, palpita en las profundidades del último lago todavía intacto del Ártico

Los pueblos del Gran Lago del Oso, en la parte central de los territorios del noroeste de Canadá, han tomado las riendas de su destino. En 2016, tras décadas de esfuerzos, obtuvieron su derecho a la autonomía. En el mismo año, también lograron registrar su territorio, Tsá Tué, en la Red Mundial de Reservas de Biosfera de la UNESCO. Van por buen camino para preservar el “corazón del agua” del que depende su supervivencia.

Chen Xiaorong

“Salgo en barco seis horas al día, me adentro en el lago y cuando hace buen tiempo llego hasta la otra orilla. Solo veo extensiones interminables… ahí vivieron mis antepasados. Se lo recuerdo a mis hijos: Miren la tierra y les relatará cuanto tiene que decirles. ¿No quieren escucharla? Sin embargo, la conocen de memoria”. Quien exhorta así a sus hijos a prestar atención a la voz de la tierra ancestral y no duda en recorrer las heladas tierras de más de 30.000  km² se llama Raymond Tutcho. Vive en las costas de Gran Lago del Oso, el último gran lago aún intacto del Ártico.

El debido respeto a la naturaleza y a los antepasados está enraizado en el espíritu de su pueblo, que asciende a solo 600 almas, casi todas sahtuto'ine de la comunidad dené. Los dené son un grupo de las Naciones Originarias que viven en el área central de los territorios del noroeste de Canadá. Se instalaron en Déline, una pequeña localidad en la orilla occidental del lago. Sahtuto'ine significa “la gente del Lago del Oso” y Déline, “allí donde fluye el agua”. Tutcho es el líder del nuevo gobierno Got'ine (GGD) de Déline, el primer gobierno autónomo de los pueblos autóctonos, formado en septiembre de 2016.

Vínculos milenarios

Para los sahtuto'ine, el lago encierra tudze, “el corazón del agua”. Palpitando en sus profundidades, bombea agua, fuente de vida, a los ríos y océanos del mundo. La pureza natural de Gran Lago del Oso está en la raíz de su cosmología, historia y derecho consuetudinario, así como en su economía, basada en los recursos renovables.

La espiritualidad de los dené se cimienta en un profundo respeto hacia todos los elementos del universo. Para ellos, los animales, las aves, los peces, los truenos, los relámpagos, el agua y las rocas están dotados de una fuerza vital intrínseca. Todo lo que está en la naturaleza está vivo y posee espíritu propio. Guiados por esta cosmovisión, estos administradores eficaces de la tierra conservan la esencia misma de su identidad sahtuto'ine.

El mensaje constantemente reiterado por los ancianos es que debemos comportarnos como custodios responsables de los regalos ofrecidos por la tierra: mientras los cuidemos y los mantengamos en buenas condiciones, continuarán prodigándonos sus beneficios.

“Los vínculos que nos unen al lago y sus alrededores se remontan a miles de años”, dice Charlie Neyelle, representante de los ancianos del Gran Consejo. “Algunos predijeron que el Gran Lago del Oso sería el último lugar donde viviría el agua, porque su corazón continuaría latiendo”, dice, y agrega: “Pero si lo apuñalamos y muere, todo lo demás morirá con él. Para evitar que esto suceda, debemos enseñar a las personas la importancia del agua”.

“Para nosotros el dinero no cuenta”, asevera a su vez León Modeste. Lo que su comunidad teme son los nuevos proyectos de desarrollo que podrían alterar el equilibrio natural de la reserva.

Gestión eficaz de la tierra

Aunque los ancianos de Déline siempre han preconizado que todos vivan en armonía con el medio ambiente, el cambio climático y las presiones ejercidas por el desarrollo siempre en aumento requieren más que nunca respeto por las tradiciones e invitan a tomar medidas nuevas para preservar el modo de vida ancestral.

La comunidad vive principalmente de la caza y de la pesca. Su economía, basada en los recursos renovables, incluye algunas actividades turísticas que se están expandiendo, así como el desarrollo de infraestructuras.

Obtener la autonomía ha sido un gran trampolín económico. Después de una lucha de décadas y de constante activismo político, los residentes de Déline tienen ahora su propio gobierno, con sus propias normas. También significa que podrán trabajar mejor para preservar su cultura, su idioma, sus prácticas espirituales y una forma de vida íntimamente ligada a la naturaleza.

Así, que cuando se dieron cuenta de que en 15 años el número de ejemplares de caribú descendió de 500.000 a 60.000 debido al cambio climático, el GGD limitó su caza. Se trata de “reglas que todos respetamos”, explicó Leonard Kenny, responsable de desarrollo económico comunitario del GGD. Pero por otro lado admite que su gente continúa “en cierta medida” cazando otros animales como el alce americano.

Fue en 2013 cuando los ancianos de Déline y las principales organizaciones comunitarias comenzaron a debatir sobre la creación de una reserva de biosfera. Al año siguiente se constituyó el Comité Directivo de Tsá Tué. Esta asociación entre organizaciones gubernamentales y no gubernamentales ha ampliado el consenso sobre el papel crucial que los pueblos indígenas deben desempeñar en el manejo de sus tierras.

En marzo de 2016, Tsá Tué fue incluida en la Red Mundial de Reservas de Biosfera de la UNESCO, un evento aplaudido por toda la comunidad. “El lago no puede hablar, hablaremos por él”, manifiesta satisfecha Gina Bayha, una de las coordinadoras del proyecto.

El Consejo de administración de la Reserva de biosfera Tsá Tué, compuesto por residentes de Déline, es responsable de su implementación. Reúne a representantes de la Junta de Administración de recursos renovables Déline, otras organizaciones clave del lugar, la agencia gubernamental de Parcs Canada, ancianos y jóvenes. Sus decisiones se toman por consenso.

Con una superficie total de 93.300 km2, Tsá Tué es la reserva de biosfera más grande de América del Norte. Incluye el Gran Lago del Oso (el mayor lago íntegramente situado dentro del territorio canadiense) y una porción de su cuenca en el distrito de Déline en las tierras de Sahtu.

Formada por vastas extensiones de bosque boreal y taiga, ríos y montañas, esta cuenca hidrográfica se divide en tres zonas ecológicas: taiga de las llanuras del oeste, taiga de los campos del sudeste, incluida la cuenca de drenaje de las aguas del río Camsell y la ecozona del Bajo Ártico, en la orilla noreste del lago. Dentro de estas ecozonas, las tierras están clasificadas en nueve regiones ecológicas y 22 eco-circunscripciones. Cada una ofrece una combinación de relieves, permafrost (suelo permanentemente congelado), suelos, clima y comunidades biológicas que les otorgan un carácter único.

Las aguas de Tsá Tué han sido ampliamente preservadas de la contaminación, sus pesquerías se hallan en buenas condiciones y sus costas están repletas de animales salvajes. Los más abundantes son los caribús de la tundra, los osos pardos, los alces y los bueyes almizcleros, además de una gran variedad de aves migratorias. Todo esto atestigua del alto nivel de integridad ecológica de la reserva.


Los habitantes del Gran Lago del Oso viven principalmente de los recursos renovables que les ofrece el lago.

Impedir que la modernidad destruya el corazón

Reconciliar tradición y modernidad y permitir a la vez a los pueblos autóctonos salvaguardar su bienestar económico y social no es nada fácil. Las Primeras Naciones del Canadá no constituyen una excepción a este problema. La vida moderna está intrínsecamente ligada a las nuevas tecnologías y su utilización es tributaria del conocimiento de las lenguas modernas. Los jóvenes aprenden inglés, pero pierden gradualmente su conexión con su idioma tribal.

El Atlas de las lenguas en peligro en el mundo de la UNESCO indica que en Canadá, 88 idiomas están amenazados de extinción. Entre ellos, el sahtúot'įnę yatį, hablado por los pueblos de Gran Lago del Oso y dividido en cuatro grupos de locutores en todo el país –eran 1.100 en 2006– está clasificado como “en peligro”, lo que significa que los niños ya no aprenden su lengua materna en el entorno familiar. Entre “en peligro” y “extinto”, solo faltan tres etapas. En este caso, ¿cómo transmitir a las generaciones más jóvenes el conocimiento y la sabiduría de los ancianos? Con el lenguaje desaparecen también los conocimientos tradicionales.

El 6 de diciembre de 2016, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se comprometió públicamente a “que [su] gobierno promulgue una Ley de lenguas autóctonas, diseñada conjuntamente con los pueblos aborígenes, para preservar, proteger y revitalizar los idiomas de las Primeras Naciones, de los métis y de los inuit del país”.

El GGD se centra en fortalecer el sistema educativo y planea aprobar leyes que garanticen a la población de Déline el derecho a la formación en su propio idioma y alentarlos a emplearlo en su vida profesional.

Estos esfuerzos reflejan tanto la apertura de Canadá como el retorno a la soberanía autóctona dentro de las estructuras de gobernanza modernizadas. De esto se pueden extraer lecciones importantes para apoyar otras iniciativas concernientes a la la biosfera con miras a instaurar nuevas relaciones de respeto, armonía y solidaridad entre la humanidad y el planeta.

Es de esperar que la experiencia adquirida en Tsá Tué contribuya a alentar a otras comunidades indígenas a involucrarse más en la gestión de sus propias reservas de biosfera.

 

Con este artículo, El Correo de la UNESCO se une a la celebración del Día Internacional de la Diversidad Biológica (22 de mayo).     

Más información en:

Red Mundial de Reservas de Biosfera de la UNESCO