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De actualidad

La juventud africana reinventa la política

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Multitud vitoreando a la caravana de Balai Citoyen (Escoba ciudadana), durante las manifestaciones contra el proyecto de reforma constitucional en Uagadugú, Burkina Faso, en octubre de 2014.

Muchos jóvenes africanos no confían en las políticas llevadas a cabo actualmente en su continente. Militan en organizaciones de la sociedad civil y actúan en las redes sociales para impugnar los poderes establecidos, recurriendo al rap y los grafiti o actualizando códigos culturales tradicionales. Adeptos de una forma de democracia directa, preparan el advenimiento de una sociedad menos jerarquizada y definitivamente descolonizada.

Hamidou Anne

Pese a algunos avances que merecen ser destacados y bienvenidos, es preciso reconocer que la clase política africana ha fracasado en su misión de construir naciones en las que imperen la justicia y el progreso. Si a esto añadimos que los movimientos de oposición carecen de alternativas creíbles, sólo cabe constatar que en África la política se halla en un estado de postración general. Esta situación sin salida conduce a que el discurso de los jóvenes sea masivamente el de la desconfianza, que se puede resumir en la frase “todos son iguales”.

La juventud prefiere actualmente optar por nuevas formas de compromiso social, como la creación de “start-ups”, el activismo digital o la militancia en asociaciones de la sociedad civil. Ahora bien, todo eso no puede reemplazar la actividad política porque sólo ella es capaz de cambiar el rumbo de la historia de un país y acabar con la reproducción de las desigualdades, devolviendo a millones de personas su dignidad de seres humanos. En África hay muchas tareas urgentes pendientes de realización, pero ante todo es necesario acompañar el ideario que está emergiendo entre sus jóvenes, con otros métodos y otros protagonistas, y que tiene por finalidad tomar el poder democráticamente.

Debemos prestar atención a una alternativa que se está esbozando tímidamente con la aparición de nuevos movimientos políticos juveniles generados por la cultura urbana y los barrios periféricos, como Balai citoyen (Escoba ciudadana) en Burkina Faso, Filimbi y Lucha en la República Democrática del Congo, Y’en a marre (Estamos hartos) en Senegal, y otros más. Frente a los elementos intercambiables de una clase política mediocre, todos estos movimientos están trayendo consigo vientos de cambio. El mensaje de estas nuevas elites juveniles rompe con la politiquería clásica por ser directo y descarnado, y también por expresarse en un lenguaje que comprenden las personas a las que va destinado. Ésta es una de las claves de su éxito. En 2011, las campañas de ¡Estamos hartos! para inscribirse en el censo electoral suscitaron una movilización sin precedentes en Senegal. En octubre de 2014, tuvo también un gran éxito el barrido simbólico de las calles de Uagadugú al día siguiente de la insurrección popular contra la revisión de la Constitución de Burkina Faso, que habría permitido a Blaise Compaoré presentar una vez más su candidatura a la jefatura del Estado, cargo que ostentaba desde 1987.

Un proyecto político ”descolonizador”

Los nuevos iconos juveniles africanos no sólo desconciertan por su discurso y su modo de actuar, sino también por su indumentaria, totalmente opuesta al tradicional traje con corbata de los políticos. Su proyecto tiene una faceta “descolonizadora” y constituye todo un reto para la clase política e incluso para la sociedad civil, debido a su carácter transversal que aúna a un tiempo la acción política real con una toma de posición cívica. Aunque se amparen táctica o inconscientemente tras una etiqueta cívica y no quieran participar directamente en las campañas electorales, esos movimientos juveniles son políticos en el fondo.

¡Estamos hartos!, Escoba ciudadana, Filimbi y Lucha tratan de “descolonizar” la política, sacándola a la plaza pública y poniéndola en manos de los ciudadanos excluidos del juego democrático, a los que solamente se pide su voto para que den un mero aval. La forma de organización de esos movimientos es la democracia directa y algunos, como la Escoba ciudadana burkinesa, pueden hacer participar en la toma de decisiones a poblaciones dispersas por todo el territorio nacional, gracias a su implantación en el plano local. Por su parte, ¡Estamos hartos! ha adoptado una modalidad organizativa que permite la participación de toda la gente en los procesos de concertación, aunque su horizontalidad es algo más restringida que la de Escoba ciudadana debido a la inmensa popularidad de que gozan sus líderes en Senegal. La transversalidad de estas organizaciones no existe en los aparatos políticos clásicos y su modo de combinar los métodos asociativos contemporáneos con las ancestrales estrategias de concertación africanas nos dan una idea de lo que podría ser el funcionamiento de una estructura organizativa de índole política en África.

La eficacia de este tipo de movimientos ha quedado demostrada. En Senegal, a pesar de la vigilancia de los servicios de información y la represión policiaca, ¡Estamos hartos! logró una gran movilización de masas en las manifestaciones del 23 de junio de 2011. Esto contribuyó a que la modificación de la Constitución por el parlamento fracasara, impidiendo así la reelección de Abdulaye Wade y la transmisión del poder a su hijo una vez acabado su mandato presidencial.

El arte al servicio de la acción política

Mediante la música, el baile, los grafitis y las alusiones al arte poético callejero, esos movimientos consiguen agrupar a jóvenes familiarizados con el lenguaje y los códigos propios de sus barrios para reclamar, tanto en la calle como en Internet, un discurso y un proyecto alternativos que colmen sus ensueños. En su acción, los nuevos iconos del escenario político africano recurren a diversos referentes culturales: el rap, potente vector del mensaje protestatario; las lenguas vernáculas como el wólof y el moré, utilizadas respectivamente por ¡Estamos hartos! y Escoba ciudadana; o el uso del gorro de Amílcar Cabral, el emblemático líder de la lucha de Guinea-Bissau contra el colonialismo portugués.

Sobre los hombros de estos movimientos portadores de esperanza pesa una gran responsabilidad. Son fuerzas políticas desacomplejadas y libres que se han desembarazado del lastre colonial y gracias a ellas África ya no inspira solamente una representación mental de compasión generada por la miseria, el hambre, el sida y las guerras. Nos hallamos en los albores de un proyecto radicalmente emancipador. Pronto o tarde esas fuerzas juveniles se verán abocadas a someterse al sufragio universal, al igual de lo que ocurrió en 2014 con el movimiento de los Indignados en España, que desembocó en la creación del partido político Podemos. Entonces, será posible efectuar un viraje decisivo que permita “descolonizarse” de los países occidentales y proyectar el advenimiento de una sociedad basada en las realidades socioculturales de nuestro continente.

 

Con este artículo, El Correo se une a la celebración, en el mes de mayo, de la Semana Africana en la UNESCO.

 

Foto: 

Sophie Garcia

Hamidou Anne

Antiguo alumno de la Escuela Nacional de Administración (ENA) de Francia, Hamidou Anne (Senegal) prepara actualmente un doctorado en ciencias políticas en la Universidad Gaston Berger de San Luis de Senegal.