“Condeno el asesinato de Michelle Lang, que perdió la vida en el cumplimiento de su deber de periodista”, declaró Irina Bokova. “Las violencias ejercidas contra los profesionales de la prensa no sólo representan una amenaza directa para la democracia, sino que constituyen un atentado contra del derecho fundamental de la persona humana a la libertad de expresión. Condeno asimismo el secuestro de los dos reporteros de televisión franceses, rehenes hoy por haber cumplido también con su cometido profesional de recabar información. El triste destino de estos tres periodistas pone cruelmente de manifiesto el peligro que corren los profesionales de la prensa cuando van a cubrir la información en zonas de conflicto. Hago un llamamiento a las autoridades afganas a fin de que hagan cuanto esté a su alcance para conseguir la liberación de los periodistas franceses, y de que adopten las medidas que se imponen para reforzar la seguridad de los medios de información en su país”.
Michelle Lang tenía 34 años y trabajaba para el Calgary Herald, pero recientemente había sido destinada a la agencia CanWest News Services. Murió cuando el vehículo en el que viajaba con cuatro militares canadienses chocó con un artefacto explosivo de fabricación artesanal. Había llegado a Afganistán tan sólo dos semanas y media antes. Los dos periodistas franceses –un reportero y un camarógrafo– y su equipo de acompañantes afganos trabajaban para “Pièces à conviction” [Pieza de convicción], un programa televisivo de actualidades del canal France 3. Se carece por completo de noticias suyas desde que su vehículo fue interceptado por un grupo de hombres armados en una carretera cerca de la localidad de Omarkhil, situada al nordeste de Kabul.
La UNESCO es el único organismo de las Naciones Unidas que tiene el mandato de defender la libertad de expresión y la libertad de prensa. El Artículo I de su Constitución declara que la Organización se propone “asegurar el respeto universal a la justicia, a la ley, a los derechos humanos y a las libertades fundamentales que sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, la Carta de Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo”. Para lograrlo, la Organización debe fomentar “el conocimiento y la comprensión mutuos de las naciones prestando su concurso a los órganos de información para las masas” y recomendar “los acuerdos internacionales que estime convenientes para facilitar la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”.