Fístula obstétrica

PANORAMA

La fístula obstétrica es una de las lesiones más graves y trágicas que pueden ocurrir durante el parto. Se trata de un orificio entre el canal del parto y la vejiga o el recto causado por la prolongación u obstrucción de un parto sin recibir tratamiento médico oportuno de alta calidad. A consecuencia de esta lesión, la mujer no tiene control de la orina, las heces o ambas, y con el paso del tiempo deriva en afecciones médicas crónicas, depresión, aislamiento social y una profundización de la pobreza.

Cientos de miles de mujeres y niñas en África Subsahariana, Asia, la región árabe, América Latina y el Caribe viven con esta lesión, y que cada año se producen nuevos casos. A pesar de estos datos, la fístula se puede prevenir prácticamente en su totalidad. Su persistencia es un indicio de desigualdad en el ámbito mundial, y de que los sistemas de salud no protegen los derechos humanos y de salud de las mujeres y niñas más pobres y vulnerables.

Como entidad líder de la campaña para acabar con la fístula, el UNFPA brinda visión estratégica, orientación y apoyo técnicos, así como suministros médicos, capacitación y fondos para la prevención y el tratamiento de la fístula, además de para programas de reinserción social relacionados con este trastorno. Asimismo, el UNFPA fortalece los servicios de salud reproductiva y de atención obstétrica de urgencia para evitar que se produzca esta lesión.

Cuáles son las causas

Sin intervención de emergencia, la obstrucción del parto puede prolongarse durante varios días y tener como resultado final la muerte o una discapacidad grave. Sin tratamiento, la obstrucción puede impedir el flujo sanguíneo a los tejidos en la pelvis de la mujer. Cuando se desprende el tejido muerto, a la mujer le queda un orificio —lo que en términos médicos se conoce como “fístula”— en el canal del parto.

Existe una fuerte asociación entre la fístula y la mortinatalidad. Las investigaciones señalan que  90 % de las mujeres que sufren este problema terminan dando a luz a un mortinato.

La fístula obstétrica se ha eliminado fundamentalmente en los países industrializados gracias a la disponibilidad de tratamiento oportuno y de alta calidad en caso de prolongación y obstrucción del parto, normalmente mediante la práctica de cesáreas. En la actualidad, la fístula se presenta principalmente entre mujeres y niñas que viven en situación de pobreza extrema, y más concretamente entre aquellas que viven lejos de los servicios médicos. Esta lesión se produce con frecuencia, por ejemplo, entre las adolescentes que quedan embarazadas antes de que la pelvis se haya desarrollado plenamente, así como en cuadros de desnutrición, baja estatura y salud general deficiente, entre otros factores fisiológicos. No obstante, cualquier mujer puede sufrir la obstrucción de un parto, incluso mujeres de mayor edad que ya hayan tenido hijos.

Consecuencias para la mujer

Las fístulas obstétricas que no son tratadas producen incontinencia crónica y pueden desencadenar una serie de trastornos físicos, entre ellos, infecciones frecuentes, nefropatías, llagas dolorosas e infertilidad. Las lesiones físicas pueden provocar también aislamiento social y daño psicológico: las mujeres y niñas que sufren esta alteración a menudo no pueden trabajar, y muchas de ellas son abandonadas por sus maridos y familias, y condenadas al aislamiento por sus comunidades, lo que las sume en una situación de mayor pobreza. 

La constante incidencia de la fístula obstétrica es una tragedia de los derechos humanos que refleja la marginación de las mujeres que padecen este trastorno y el fracaso de los sistemas de salud en satisfacer sus necesidades. El aislamiento al que están condenadas provoca que los encargados de la formulación de políticas no suelan tenerlas en cuenta, lo que se traduce en una escasa adopción de medidas para abordar o prevenir su situación. Como consecuencia de esto, las mujeres y las niñas sufren innecesariamente, a menudo durante años, sin vislumbrar una solución.

Tratamiento, reinserción y seguimiento

Normalmente, la fístula puede repararse mediante la cirugía reconstructiva. Por desgracia, es frecuente que las mujeres y niñas que sufren esta lesión no sepan que existe tratamiento, no puedan permitírselo o no tengan acceso a centros en los que se ofrezca. A esto se suma la escasez de cirujanos altamente capacitados y especializados que presten el tratamiento. Lo trágico de esto es que, al ritmo que avanza el problema al día de hoy, muchas mujeres y niñas que viven con fístula morirán antes de que se les brinde tratamiento.

Así pues, es posible que también sea necesario ofrecer asesoramiento y otras formas de apoyo —como aptitudes para la subsistencia, capacitación laboral, alfabetización, y educación sanitaria— con el fin de ayudar a estas mujeres a reinsertarse en sus respectivas comunidades, rehacer sus vidas y reclamar su dignidad y la esperanza después de haber sobrevivido a la fístula.

La prevención es fundamental

La prevención es fundamental para erradicar la fístula. Con la garantía de una asistencia cualificada en todos los partos y la provisión de atención obstétrica de urgencia oportuna y de alta calidad a todas las mujeres que desarrollen complicaciones en el momento del parto, se conseguiría eliminar la fístula en los países en desarrollo casi en su totalidad, como ya ocurre en el mundo industrializado. Además, mediante la prestación de servicios de planificación familiar a las personas que lo requieran se podría reducir la discapacidad y la mortalidad maternas.

Es importante abordar también los factores subyacentes que contribuyen a la marginación de las mujeres y las niñas, incluida la falta de acceso a la educación y a los servicios sanitarios, la pobreza persistente, la desigualdad de género, el matrimonio infantil, el embarazo en la adolescencia y la falta de protección de los derechos humanos.

La respuesta del UNFPA

En 2003, el UNFPA y sus asociados lanzaron a nivel mundial la Campaña para Erradicar la Fístula, activa hoy en día en más de 55 países, con el objetivo de prevenir y tratar la fístula, así como de rehabilitar y empoderar a sus supervivientes. En los últimos 15 años, el UNFPA ha apoyado más de 105 000 reparaciones de fístula para mujeres y niñas, y los organismos asociados han apoyado a miles más. Estos tratamientos ayudan a restablecer la salud y la esperanza de las supervivientes, y les permiten rehacer sus vidas y recuperar su dignidad.

Miles de mujeres y niñas se han beneficiado de servicios de reinserción, entre ellos, formación profesional y pequeñas ayudas para comenzar una actividad, gracias al apoyo recibido del Fondo Temático para la Salud Materna

El UNFPA también ha apoyado la capacitación de miles de profesionales de la salud, incluidos cirujanos, parteras, personal de enfermería y trabajadores sanitarios de la comunidad. Todos estos profesionales de la salud desempeñan un papel crucial tanto en la prevención de la incidencia de la fístula como en su tratamiento.

El 23 de mayo de 2013, las Naciones Unidas conmemoraron el primer Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica con la pretensión de aumentar la concienciación en torno a este problema y movilizar apoyos por todo el planeta. El Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica lo celebran anualmente en todo el mundo socios comprometidos con la lucha contra la fístula. En 2016, en ese día, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hizo un llamamiento al mundo para poner fin a la fístula obstétrica en una generación, un mensaje reiterado por el entonces Director Ejecutivo del UNFPA. 

Esta visión nueva y audaz plantea renovadas exigencias en la lucha contra la fístula, al colocar la iniciativa al mismo nivel que otras ampliamente destacadas en el plano mundial, incluidas la eliminación de la muerte materna prevenible, el fin del VIH, la eliminación de la mutilación genital femenina y la erradicación de la poliomielitis.

Actualizado el 8 de mayo de 2019

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