Una paradoja interesante en materia de educación es que tener un volumen cada vez mayor de investigación y conocimientos sobre la manera en que aprendemos no nos hace naturalmente mejores en la enseñanza y el aprendizaje. Al conocimiento se debe acceder primero desde el entorno de investigación donde se genera y después debe materializarse adecuadamente para que sea útil en la configuración de las políticas y la práctica. Posteriormente, se debe gestionar y organizar este conocimiento de forma que sea accesible cuando sea necesario y se actualice de manera eficiente conforme avance el nuevo conocimiento.
La OIE actúa como intermediario de conocimientos neutral en colaboración con investigadores para identificar, seleccionar y poner a disposición de los encargados de la formulación de políticas, los especialistas y los profesionales los conocimientos, las conclusiones de las investigaciones y las prácticas innovadoras en el diseño, elaboración y aplicación de currículos, destinados a potenciar al máximo las oportunidades de aprendizaje.
La OIE también actúa como intermediaria en las relaciones entre la comunidad de investigadores y los encargados de la formulación de políticas y los profesionales —relaciones que suelen ser tanto inadecuadas como discontinuas. Promovemos el diálogo, ya que abogamos por el uso de investigaciones empíricas, accesibles y de valor para orientar la política y la práctica.