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Uganda mejora la protección de los gorilas de montaña

En los 450 km2 del macizo de los Montes Virunga, situados en la confluencia de las fronteras de Uganda, la República Democrática del Congo y Ruanda, vive una población amenazada de gorilas de montaña que se hallaba hasta ahora en peligro crítico de extinción debido a la caza furtiva, la propagación de enfermedades y la desforestación. La adopción de medidas eficaces de conservación con el concurso de las comunidades locales ha conseguido un aumento considerable del número de especímenes de estos animales emblemáticos. El parque permanece cerrado al turismo desde marzo de 2020 con miras a proteger a los gorilas del coronavirus.

Baker Batte Lule

Periodista de Kampala

Los habitantes de las zonas limítrofes con los sitios naturales ugandeses del Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi y del Parque Nacional de Gorilas de Mgahinga eran, hasta hace unos 25 años, los peores enemigos de los gorilas de montaña que pueblan ambos lugares. Para ellos, estos animales representaban una amenaza y tocaban a rebato cuando salían de los bosques lluviosos tropicales donde moran y penetraban en los cultivos y huertos. Las consecuencias de estas alarmas generales eran a menudo letales para esta especie viva en peligro de extinción. 

Hoy en día aún se siguen aventurando en los terrenos cultivados estos grandes simios que pueden alcanzar hasta 1,80 metros de altura y 220 kilos de peso, en el caso de los machos de espalda plateada. Sin embargo, en vez de sonar en plan de guerra, las alarmas sirven ahora solamente para señalar a los guardas de los parques la presencia de gorilas. Gracias a ese cambio de actitud, los especímenes vivos de estos animales gigantescos –aunque apacibles y tímidos, salvo cuando son hostigados– han aumentado desde 1998, pasando de 620 a 1.063 actualmente.

Debido a este incremento espectacular, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) decidió en 2018 rebajar el grado de amenaza sufrido por los gorilas de montaña, retirándolos de la categoría “en peligro crítico de extinción” de su Lista Roja de Especies Amenazadas y catalogándolos como animales “en peligro” simplemente.

El gorila de montaña (Gorilla beringei beringei) es el mayor primate existente y pertenece a una de las dos subespecies del gorila del este africano, más común, más ubicuo y de menor tamaño. Como su nombre indica vive en zonas de altura y se distingue por poseer un pelaje más espeso y oscuro que el del resto de los gorilas, lo que le permite soportar mejor el frío y las lluvias incesantes de su hábitat natural. 

Caza furtiva, desforestación y enfermedades

La población de gorilas de los Montes Virunga llegó a estar en peligro crítico de extinción por su alarmante disminución debida a la caza furtiva, la desforestación y las enfermedades transmitidas por los seres humanos, así como por las guerras civiles en la región. El declive de esta especie viva se ha podido contener aplicando estrategias dinámicas de conservación que integran, entre otras prácticas, controles y cuidados veterinarios continuos, tratamiento regular de las afecciones respiratorias y erradicación sistemática de las trampas y los cepos de caza para animales más pequeños, en los que fácilmente pueden caer las crías de gorilas. 

El aumento del número de gorilas obedece también en gran medida a que los habitantes de las zonas limítrofes de los parques nacionales tienen hoy un concepto muy diferente de lo que es una estrategia de conservación de la naturaleza. Andrew Seguya, director de la Cooperación Transfronteriza del Gran Virunga (GVTC), entidad encargada de proteger a los gorilas, señala al respecto que “antaño la estrategia de conservación se basaba en prohibiciones y coacciones, pero hoy los habitantes participan en la salvaguardia, el desarrollo y la gestión de los parques por haber llegado a la convicción de que forman parte de su patrimonio natural y cultural”.

La GTVC se creó en virtud de un acuerdo de cooperación suscrito entre organizaciones no gubernamentales especializadas en la conservación de la naturaleza y los gobiernos de los tres países con poblaciones de gorilas de montaña, Uganda, la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda. La tarea principal de este organismo consiste en llevar el censo de las poblaciones de gorilas de montaña y de otras especies vivas de la región. 

Según los expertos en conservación de la naturaleza, la realización regular de censos de poblaciones animales es esencial para formular estrategias de gestión adaptativas, ya que permiten averiguar si una de esas poblaciones aumenta o disminuye y, en consecuencia, determinar si la labor de conservación llevada a cabo es eficaz o se debe modificar. 

Estadísticas alentadoras

Los resultados del último censo de la GTVC, efectuado en 2018 en la región de Bwindi-Sarambwe y publicado en 2019, indican que en el ecosistema formado conjuntamente por los 321 km2 del Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi (Uganda) y los 9 km2 de la Reserva Natural de Sarambwe (RDC) habitan 459 gorilas repartidos en 50 manadas, a los que es preciso añadir 13 ejemplares solitarios. Por otra parte, en el macizo transfronterizo de los Montes Virunga se contabilizaron en 2016 hasta 604 gorilas, sumando los existentes en el Parque Nacional de Gorilas de Mgahinga (Uganda), el Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda (Reserva de Biosfera de la UNESCO desde 1983) y el Parque Nacional de los Virunga (RDC).

Inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en 1994, el sitio natural ugandés del Bosque impenetrable de Bwindi es un típico ejemplo de bosque pluvial tropical dotado de una diversidad biológica excepcional. Situado entre 1.160 y 2.600 metros de altura, este sitio debe su calificativo de “impenetrable” a la extrema densidad de la masa forestal que cubre su territorio. En sus colinas volcánicas se halla el hábitat de casi la mitad del total de la población mundial de gorilas de montaña. Por su parte, el otro parque de gorilas de Uganda, el de Mgahinga, situado en la frontera con la RDC y Ruanda, tiene una superficie de 34 km2 solamente y es la reserva natural más pequeña del país.

Los beneficios del turismo

Todos esos parques se han convertido en puntos de destino turísticos muy concurridos para observar a los gorilas. La mejora de las condiciones de seguridad en la región donde estos habitan ha contribuido considerablemente a aumentar su número. A finales del decenio de 1990 las guerrillas fueron devastadoras para los gorilas y el turismo, según dice A. Seguya, que desempeñó el cargo de director de la Uganda Wildlife Authority (UWA) desde 2012 hasta marzo de 2018. “Ahora –añade– el desarrollo del turismo ha procurado recursos que los sucesivos gobiernos han reinvertido en la conservación de los sitios naturales.” La primera fuente de divisas de Uganda es el turismo, que deja cada año 1.500 millones de dólares en las arcas estatales.

Con respecto al último ataque, que ocurrió el 24 de abril de 2020 y que ha sido el más trágico de la historia reciente del parque, en el que 17 personas, de los cuales 13 guardaparques, resultaron muertos tras el ataque de presuntos rebeldes armados, el parque informó mediante un comunicado que este acontecimiento trágico “no haría que el parque renunciara a sus programas de desarrollo económico y humanitario en favor de las comunidades que viven en los alrededores y en colaboración con estas. Dichas comunidades aspiran ahora más que nunca a un ambiente de estabilidad, justicia y paz”.

Uganda posee un total de diez parques nacionales y varias reservas de fauna salvaje, pero los parques de gorilas generan más ingresos que todos los demás sitios turísticos naturales juntos. Hay una demanda en fuerte aumento para obtener permisos de observación de los gorilas. Solo se admiten 80 visitantes diarios y el precio de un permiso para un grupo de 8 personas asciende a 600 dólares por hora de observación. En Ruanda el permiso cuesta 1.500 dólares y en la RDC 400.

Para fomentar la cooperación con las comunidades locales, el gobierno de Uganda ha promulgado una ley en virtud de la cual la UWA debe entregar obligatoriamente a las comunidades vecinas de los parques el 20% del importe de los derechos cobrados por acceder a ellos. 

Este dinero se transfiere a las autoridades de esas comunidades en forma de subvenciones condicionales destinadas a mejorar los medios de subsistencia de sus habitantes. “El reparto de ingresos con las comunidades vecinas de los parques –dice Godfrey Kiwanda, Ministro de Turismo, Fauna y Antigüedades– ha mejorado nuestras relaciones con ellas. Ahora se percatan de que cuanto mayor sea el número de turistas más importantes serán los recursos disponibles para financiar proyectos comunitarios. Hemos construido ya escuelas y hospitales, y también hemos mejorado las redes viarias locales”. 

Además de compartir sus ingresos con las comunidades, la UWA ha ayudado a algunas de ellas a crear otras actividades generadoras de ingresos. Así ha ocurrido con los miembros de la etnia batwa, cuyo territorio se extendía por los bosques de Bwindi y Mgahinga antes de que fuesen declarados parques nacionales. Al ser forzados a desplazarse de su hábitat natural, fue preciso proporcionarles otras fuentes alternativas de ingresos. La UWA les ayudó a crear explotaciones agrícolas de café y té, instalar talleres artesanales y abrir tiendas para turistas. 

Otra organización, la African Wildlife Foundation (AWF) creó un equipo conjunto con la población de la localidad de Nkuringo, cercana al bosque de Bwindi, a fin de construir una hostería ecológica cuyos beneficios se distribuyen anualmente entre ambas partes. Congratulándose por esta cooperación, el representante ugandés de la AWF, Sudi Bamulesewa, dice que “este pueblo tiene así una nueva fuente de ingresos gracias a los gorilas, y esto solo podrá redundar en la multiplicación de estos animales”.

 

Este artículo será publicado en un número próximo dedicado a la biodiversidad

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