Editorial

Tras la crisis sanitaria, el mundo quedará marcado con los estigmas de una experiencia colectiva sin precedentes: el confinamiento prácticamente generalizado que se impuso por doquier para atajar la pandemia de COVID-19. ¿Será un mundo más igualitario, más cuidadoso con la naturaleza y más dominado por las nuevas tecnologías? ¿Será verdaderamente diferente? ¿Cómo será esa diferencia? Mucho se ha hablado y escrito del asunto. En efecto, en los medios informativos se han venido turnando sin parar, desde hace meses, expertos de toda clase que han emitido múltiples ideas para alimentar debates sobre estos interrogantes. La gran mayoría de esos especialistas tienen en común el hecho de ser hombres.

Pero no se debe olvidar que las mujeres han estado en la vanguardia de la lucha contra la pandemia, ya sea en puestos de médicas y enfermeras o auxiliares sanitarias, por ejemplo. Además, se han visto duramente afectadas por la crisis social y han tenido que afrontar un aumento de la violencia doméstica propiciado por el confinamiento. Pese a todo, se les ha escuchado poco. De ahí que El Correo de la UNESCO les dé ahora la palabra en sus páginas. Politólogas, periodistas, sociólogas, investigadoras, escritoras o docentes esbozan, pues, en nuestra revista los perfiles del mundo posterior a la pandemia en ámbitos como el futuro de los museos, las transformaciones del sistema educativo, los descarríos de la información o los desafíos planteados a la investigación científica. Todos estos temas entran de lleno en el mandato fundamental de la UNESCO y, por eso, la Organización se ha movilizado durante la crisis proporcionando datos sobre la situación de las escuelas, defendiendo la ciencia abierta, difundiendo contenidos contra la desinformación y prestando apoyo a los sistemas educativos y las industrias culturales.

En este número de El Correo se describe por contraste nuestra época, se ponen de relieve las líneas de fractura social que la crisis ha dejado al descubierto y se muestra la magnitud de los retos que se deben afrontar. También se destaca el potencial de cooperación científica, cultural y educativa que este insólito acontecimiento ha puesto de manifiesto. Si las ideas, los deseos de cambio y los movimientos solidarios suscitados por la crisis llegan a plasmarse en hechos, es posible que el mundo del mañana pueda ser realmente más solidario, más sostenible y más igualitario.

                                                                                                         Agnès Bardon