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Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Ideas

Los derechos humanos, un anhelo universal

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Happy human rights day ! (¡Festejemos el Día de los Derechos Humanos!, dibujo de Omar Abdallat (Jordania).

Los derechos humanos no son ya un horizonte teórico de la humanidad, sino una aspiración concreta e inmediata de los pueblos del mundo. La tesis relativista, según la cual las sociedades no occidentales no se identifican con las filosofías basadas en los derechos de la persona, está superada –afirman los escritores francoegipcios Bahgat Elnadi y Adel Rifaat, que firman con el seudónimo de Mahmoud Hussein. 

Mahmoud Hussein

El ideario de los derechos humanos, que históricamente plasmó la ideología liberal de la Europa de la Ilustración, ¿no reflejaría solo las exigencias jurídicas propias de las sociedades occidentales? Esta es la tesis relativista, que considera que las sociedades no occidentales se identifican con otros principios jurídicos –según los cuales los derechos de la comunidad, la religión, la costumbre y la etnia, prevalecen sobre los derechos del individuo– y que no hay, por lo tanto, ningún motivo para instituir esa filosofía como categoría universal, aplicable a todas las sociedades.

Esta crítica la formularon legítimamente a las potencias occidentales, durante la mayor parte del último siglo, los defensores del derecho a la autodeterminación de los pueblos colonizados. En este contexto, en efecto, los valores universales fueron desvirtuados y utilizados para justificar la supuesta “misión civilizadora” de las metrópolis coloniales. En contra de esta mixtificación, los valores tradicionales propios de las sociedades colonizadas fueron movilizados para reunir a las fuerzas populares, declarar la independencia, y proteger la soberanía de los nuevos Estados nacionales. El concepto de autodeterminación colectiva prevaleció entonces el de autodeterminación individual.

Pero este período ya está superado. En su inmensa mayoría, las antiguas colonias han cambiado de fisonomía política, social y jurídica. Estos países ya no están gobernados por potencias extranjeras, sino por burocracias nacionales. Sus sociedades ya no se basan exclusivamente en el elemento humano vinculado a la economía tradicional, sino también en clases modernas en constante expansión. Las hermandades comunitarias, religiosas y étnicas conservan en ellas una influencia más o menos importante. Pero las sociedades de estos países ya no pueden extraer de esas hermandades el dinamismo necesario para defenderse, renovarse y florecer, en el mundo globalizado del siglo XXI. 

Esas sociedades solo pueden conseguir ese dinamismo apoyándose en las clases modernas, intelectuales y laboriosas, que se desarrollaron tras la independencia. Se trata del estudiante, el escritor, el artista, el obrero, el funcionario, el abogado, el médico, el ingeniero que asumen la responsabilidad individual de sus actos, tanto en el ámbito económico como en la esfera política, y componen las fuerzas vivas, depositarias del futuro de esas naciones. 

Sin embargo, en la mayoría de los casos, estas fuerzas vivas son ahora ahora víctimas de la persecución de sus propios gobernantes. Estos han constituido nuevas castas, con poderes y privilegios desconocidos para las sociedades tradicionales y encabezan regímenes autocráticos, que se perpetúan apoyándose en medios de represión eminentemente modernos, utilizando los valores religiosos, tribales y consuetudinarios para mantener la división de sus pueblos y bloquear el desarrollo de nuevas formas de expresión democrática.

Por consiguiente, para las fuerzas vivas de estos pueblos, los valores fundamentales que deberán defender, de aquí en adelante, son los que fundamentan la igualdad de derechos de todas las personas; que protegen su aspiración a una verdadera ciudadanía deslegitimando la arbitrariedad política; que unen a los pueblos trascendiendo la discriminación secular entre hombres y mujeres, entre las diversas etnias y tribus, y entre las diferentes confesiones religiosas. En síntesis, hoy más que nunca, estos son los principios de derechos humanos que están a la orden del día, sencillamente, porque han adquirido universalidad empírica. Estos valores no solo no han dejado de ser proclamados por las instancias internacionales como un horizonte teórico de la humanidad, sino que son efectivamente reivindicados por los pueblos del mundo entero como una aspiración concreta e inmediata.

Este artículo es una respuesta de Mahmoud Hussein al artículo Derechos humanos y perspectivas culturales, publicado en el número 2018-4: Derechos humanos: regreso al futuro.

Véase también

El Corán, entre texto y contexto, por Mahmoud Hussein, El Correo de la UNESCO, abril-junio de 2017 (artículo en línea)

El período musulmán del humanismo, por Mahmoud Hussein, El Correo de la UNESCO, octubre-diciembre de 2011 (PDF)

Descubra los artículos sobre derechos humanos de El Correo de la UNESCO

 

Mahmoud Hussein

Mahmoud Hussein es el seudónimo conjunto de Bahgat Elnadi y Adel Rifaat, dos escritores francoegipcios autores de varias obras de referencia, entre ellas Al-Sîra (“Al-Sîra” – La biografía del Profeta) en 2005, Penser le Coran (Pensar el Corán) (2009), Ce que le Coran ne dit pas (Lo que no dice el Corán) (2013), Les musulmans au défi de Daech (Los musulmanes ante el reto del EIIL) (2016), y Les révoltés du Nil: Une autre histoire de l'Egypte moderne (Los rebeldes del Nilo: otra historia del Egipto moderno) (2018). Ambos codirigieron El Correo de la UNESCO entre 1988 y 1998.