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Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Editorial

Editorial

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Ciudadanía, Solidaridad, Justicia, Dignidad, Libertad, fotomontajes digitales de la artista de origen belga Françoise Schein, quien se define como “artista de los derechos humanos”.

La Declaración universal de los derechos humanos (DUDH) es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes documentos de la historia. Primer tratado internacional de valor ético en ser adoptado por toda la humanidad, sirve desde hace setenta años de “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”, según el discurso que Eleanor Roosevelt, presidenta de la Comisión de Naciones Unidas para los derechos humanos y del Comité de Redacción de la DUDH, pronunció ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 9 de diciembre de 1948, la víspera de la adopción de la Declaración.

Considerada como una carta de la humanidad única en su tipo y aceptada como una referencia ineludible en el mundo de hoy cuando se trata de defender la dignidad de los seres humanos de todo el mundo, la Declaración no está exenta de críticas que invocan, en particular, el argumento de la diversidad de culturas.

Si bien es cierto que, en su forma, la DUDH se inspira en gran medida en la tradición occidental, también es verdad que, en el fondo, sus principios son universales. “La tolerancia y el respeto de la dignidad del individuo son inherentes a todas las culturas y no son ajenos a ninguna nación”, afirmaba Kofi Annan, ex Secretario General de la ONU (1997-2006), durante la celebración del 50 aniversario de la Declaración en la UNESCO. Rendimos homenaje al diplomático ghanés, fallecido el pasado 18 de agosto.

Por su parte, Federico Mayor, por entonces Director General de la UNESCO, declaraba: “En ‘conmemoración’, hay ‘memoria’. No podemos actuar sin memoria. Pero lo que debe guardarse en la memoria para actuar siendo dignos de nuestros padres es, más que la fecha, el lugar o la carta, los sonidos, los colores, la emoción o el espíritu del momento”.

Esta es precisamente la ambición del presente número de El Correo: recuperar el espíritu de la época para hacernos reflexionar sobre los derechos humanos en el mundo de hoy. Su sección “Gran angular“ permite leer una selección de textos enviados como respuesta a una gran encuesta sobre los fundamentos filosóficos de los derechos humanos, realizada en 1947 por Julian Huxley, el primer Director General de la UNESCO. Más de sesenta personalidades acudieron al llamado de la joven organización. Mahatma Gandhi fue uno de ellos, al igual que Benedetto Croce, Aldous Huxley, Humayun Kabir, Lo Chung-Shu o Arnold Schoenberg. 

“Ese proyecto era de particular oportunidad, por haberse creado una conciencia mundial interesada en esa cuestión. Nuestra estructura social toda ella había sido sacudida por las repercusiones de la guerra total. Los pueblos del mundo entero buscaban un denominador común al problema de los fundamentales derechos del hombre”, escribía, en El Correo de agosto de 1948, Jacques Havet, que dirigía el proyecto. Las respuestas ‒a veces cartas muy breves, otras veces amplios estudios sobre el tema‒ reflejaban, según el joven filósofo francés, “las ideas de casi todos los grupos nacionales y casi todas las concepciones ideológicas del mundo”.

Evidentemente, en setenta años, el mundo ha cambiado mucho. Varias naciones pusieron fin al colonialismo, muchas tradiciones culturales han resurgido desde la adopción de la Declaración universal de los derechos humanos, el 10 de diciembre de 1948. Sin embargo, ese empeño que había puesto la UNESCO en elaborar una filosofía mundial basada en un amplio conocimiento de las culturas del mundo, no ha perdido un ápice de actualidad ni de fundamento.

En 1949, la UNESCO había reunido un gran número de respuestas en un libro (publicado en español en 1975 con el nombre Los derechos del hombre), a fin de contribuir “al logro de una mejor comprensión entre los hombres de diferentes culturas”, como recordaba Jacques Havet.

En la actualidad, El Correo de la UNESCO sigue esta misma lógica. Limitados por el espacio, solo podemos reproducir aquí una ínfima parte de los cientos de páginas recibidas en la UNESCO en 1947. Si bien puede accederse a un mayor número de textos en la versión electrónica de la revista, nuestra selección no alcanza a reflejar toda la magnitud del proyecto. Pero será, esperamos, materia de reflexión.

Foto: Françoise SCHEIN