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Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Gran angular

Mark Tully, una leyenda viva de la radio en la India

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Mark Tully at a political rally in New Delhi, 1991.

Durante más de 25 años, la voz de Mark Tully fue una de las más oídas por los radioescuchas de la India. Este reportero radiofónico, corresponsal de la BBC, cubrió todos los acontecimientos importantes que acompasaron la historia reciente del país hasta medidos de la década de 1990. Fue testigo de una época en que la radio era un medio de comunicación de primer orden para llegar a las masas, y en que las comunicaciones telefónicas eran aleatorias y las grabaciones se hacían en cintas magnetofónicas que se enviaban luego a las redacciones de las emisoras. 

Sébastien Farcis, correponsal en Nueva Delhi

En diciembre de 1992 hinduistas fanáticos demolieron la mezquita de Babri, construida en el siglo XVI y situada en la ciudad de Ayodhya, alegando que se había edificado en el solar de un templo hindú. Fue un momento dramático de la historia de la India: una oleada de miles de personas enfurecidas invadió las calles de esta ciudad del este de la India y, entre otros desmanes, atacaron a los periodistas que cubrían el evento destrozando sus aparatos fotográficos y videocámaras. La muchedumbre gritaba el nombre del blanco de sus iras, el reportero británico de la BBC para la India y el Sureste asiático Mark Tully, que se salvó de milagro de un linchamiento. Encerrado en un templo, pudo ser liberado gracias a la protección de tres colegas periodistas indios y la intervención de un funcionario local. 

Durante sus largos años de corresponsalía radiofónica, y ocasionalmente televisiva, Tully cargó con las consecuencias de ser una de las voces más escuchadas por los radioyentes de este país de más de 1.200 millones de habitantes. Fue objeto de amenazas, agresiones físicas y expulsiones de la India, pero siempre volvió a ella y al final ya no la abandonó nunca más. 

Es preciso decir que este país viene a ser casi el suyo, en cierto modo. En efecto, Tully nació en 1935 en Calcuta, en el seno de una acomodada familia de colonos británicos. Su padre era director de una empresa ferroviaria y accionista de una sociedad de inversiones que poseía un banco, una compañía de seguros y plantaciones de té. Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, sus padres le enviaron a estudiar en un internado del Reino Unido. Luego, en la Universidad de Cambridge cursó estudios de teología antes de ingresar en un seminario. Hoy, a sus 84 años de edad, en su apartamento de Nizamuddin, un histórico barrio de Nueva Delhi, confiesa con un marcado acento británico y sonriendo afectadamente: “Creí que tenía vocación de sacerdote, pero solo aguanté dos semestres. Era demasiado rebelde y detestaba la disciplina. Además, me gustaba mucho la cerveza”. 

Regreso a la India

Tras optar por el periodismo, su profesión le condujo de nuevo a su tierra natal. En 1965, la oficina de la BBC en Nueva Delhi le contrató para sus servicios administrativos, pero muy pronto pasó a empuñar el micrófono. “Recuerdo que en mi primer reportaje cubrí una carrera de automóviles de colección antiguos que acabó con una comida campestre, en la que entrevisté a un marajá que me invitó a beber una copa de champán”. En 1969, Tully volvió a Londres, donde encabezó el servicio en hindi de la emisora antes de pasar a la sección encargada del conjunto del Asia Occidental, para la que trabajó en 1971 como corresponsal en la guerra de independencia de Bangladesh. “Fui uno de los primeros periodistas autorizados a entrar en este territorio –dice– y ese fue el evento más importante de mi carrera, en el que se asentó mi reputación profesional”.

Aunque el hecho de viajar escoltado por el ejército intimidaba a algunas personas que entrevistaba, Tully pudo percatarse de la magnitud de la crisis humanitaria provocada por la guerra y transmitir su testimonio, pero por teléfono principalmente. “En ese entonces –recuerda– recogía con un magnetófono Uher algunos reportajes, pero no disponía de ningún medio para enviar las grabaciones a Londres. Sólo me quedaba la posibilidad de guardar las cintas magnetofónicas para llevarlas conmigo a mi regreso al Reino Unido. Además, en esa época carecíamos de recursos para poder trabajar con ingenieros de sonido, verdaderos magos a la hora de mejorar las grabaciones”. Mientras Mark Tully habla de todo esto, encima de una cómoda de su apartamento, se puede contemplar una gran foto en blanco y negro, tomada pocos meses después de la guerra, que muestra al entonces joven reportero en compañía del primer presidente de Bangladesh, Sheikh Mujibur Rahman.

Después de esa corresponsalía de guerra vino su ascenso profesional de reportero radiofónico, cuando la BBC le nombró ese mismo año 1971 corresponsal en Nueva Delhi para cubrir una amplia región que abarcaba cuatro países: el Pakistán, la India, Bangladesh y Sri Lanka. Desde entonces hasta 1994, año en que dejó ese puesto, la voz de Mark Tully fue dejando su impronta en las mentes de toda una generación de indios. En ese largo periodo cubrió la rebelión maoísta en varios Estados del país, las revueltas de los sijs en el Punjab, diversas elecciones y la catástrofe química de Bhopal en 1984.

En los años 1990, da a conocer también la modernización de la India y las transformaciones sociales que esta engendra en India in Slow Motion, un libro publicado en 2002 que escribe conjuntamente con su compañera, la escritora británica Gillian Wright.

En la India del decenio 1970-1980, un reportero radiofónico tenía que salvar muchos obstáculos técnicos. Por ejemplo, para grabar cada artículo informativo la oficina de la BBC en Nueva Delhi tenía que reservar previamente una conferencia telefónica internacional con Londres, o bien recurrir a la ayuda de la emisora pública All India Radio (AIR) que contaba con mejores líneas de comunicación. Los reportajes hechos fuera de la capital del país representaban todo un reto. Cuando la India y el Pakistán escogieron en 1972 la ciudad de Shimla, situada en las montañas del norte de la India, como lugar de celebración de la cumbre en la que se firmó la paz para poner fin a la guerra de Bangladesh, Tully recuerda que “las líneas telefónicas eran tan defectuosas que nos veíamos obligados a enviar telegráficamente las noticias a Londres para que fuesen leídas allí ante los micrófonos”. Las entrevistas y los reportajes se grababan siempre en cintas magnetofónicas que luego se enviaban por avión. 

La “voz de la verdad”

En una época en que la AIR, la mayor estación de radio del país, estaba controlada por el gobierno, la BBC representaba entonces en la India la “voz de la verdad “, tal y como dice Madhu Jain, redactora en jefe de la revista cultural The Indian Quarterly y corresponsal de periódicos extranjeros durante decenios. La BBC británica contaba con repetidores de ondas que facilitaban la escucha hasta en los pueblos pequeños de la India. Por eso, la voz Mark Tully llegó a ser célebre y familiar en todos los rincones del subcontinente indio. Madhu Jain, quien lo conoció muy bien,  recuerda la huella profunda que dejó: “El respeto que profesaban los oyentes a sus informaciones objetivas y mesuradas, pronunciadas con el acento típicamente pausado de la élite inglesa que hoy puede parecer anticuado en un mundo donde la gente habla a toda prisa”.

La credibilidad de la emisora británica en la India debe también mucho a Satish Jacob, que fue el adjunto indio de Mark entre 1978 y 2003. Fue este periodista, cuyo acento nativo no agradaba a algunos en Londres por ese entonces, quien proporcionó a la BBC una de sus mejores exclusivas mundiales: la noticia del asesinato de la primera ministra Indira Gandhi, perpetrado el 31 de octubre de 1984. Informado de que en la mañana de ese día una ambulancia había salido con urgencia de la residencia oficial de la jefatura del gobierno hacia un hospital, acudió inmediatamente a este. 

“Allí logré –nos dice hoy Satish, a sus 80 años– que un médico me revelara que el cuerpo de Indira Gandhi había llegado inerte y acribillado de balas. Corrí de inmediato a la redacción y reservé una conferencia telefónica internacional. No me dio tiempo a redactar ni siquiera un breve artículo y tuve que dar la noticia bruta, sin más”. Indira Gandhi murió esa mañana a las 10h50, pero la radio pública india no dio la noticia hasta las seis de la tarde cuando su hijo, Rajiv, confirmó la tragedia. Todavía hoy, los indios se acuerdan de que la BBC fue la primera en anunciar la muerte de jefa de Gobierno. 

En 1994 Mark Tully dejó por fin sus funciones en la BBC, pero se quedó a vivir en la India y hasta el año pasado presentó la emisión sobre espiritualidad difundida por esta emisora con el título Something understood. “Tengo mucho apego a la India –dice– y como periodista creo que es un país por el que merece la pena luchar”. Su patria adoptiva ha recompensado este afecto otorgándole las dos máximas condecoraciones civiles del país, la Padma Shree y la Padma Bhushan. La Corona Británica, por su parte, le distinguió con el título de caballero en 2002 por su contribución al periodismo. En opinión de Tully, “estas recompensas resultan un tanto embarazosas para un periodista, pero sería arrogante por mi parte rechazarlas”. Tales honores no parecen haber trastornado a este hombre profundamente sencillo y ferviente partidario de la radio, “ese medio extraordinario que te permite hablar directamente a la gente” como él mismo dice.