<
 
 
 
 
×
>
You are viewing an archived web page, collected at the request of United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) using Archive-It. This page was captured on 06:49:39 Dec 08, 2020, and is part of the UNESCO collection. The information on this web page may be out of date. See All versions of this archived page.
Loading media information hide

Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Entrevista

Samal Yeslyamova y Sergei Dvortsevoi, el cine como espejo de la realidad

cou_01_20_our_guest_ayka_website_socials.jpg

Trabajadoras migrantes en un taller clandestino en Moscú. Entre estas, Ayka (en primer plano) heroína epónima de la película de Sergei Dvortsevoi, estrenada en 2018.

Siluetas familiares y sin embargo invisibles, casi 2,5 millones de migrantes de Asia Central vinieron a Moscú para probar suerte y se encuentran ahora trabajando en empleos precarios. En Ayka, película ganadora del Premio de Interpretación Femenina del Festival de Cannes de 2018, el director ruso-kazajo Sergei Dvortsevoi y la actriz kazaja Samal Yeslyamova muestran el destino de aquellos que están dispuestos a sacrificarlo todo ante la esperanza de una vida mejor.

Entrevista realizada por Katerina Markelova, UNESCO.

 

Samal Yeslyamova, es en la película que usted interpreta una emigrante kirguisa obligada a abandonar a su hijo apenas nacido para regresar al trabajo. ¿Cómo se preparó para este papel?

Samal Yeslyamova: Mi personaje vive en condiciones extremadamente difíciles. Conocía a Sergei como director y me di cuenta de lo complicado que sería desempeñar este papel bajo su dirección. Cuando él se interesa en un tema, su enfoque es más el de un documentalista que el de un director de ficción.

Me preparé durante mucho tiempo. Primero interrogué a mi familia, mis conocidos y mis amigos. Pero, a mi alrededor, nadie se había enfrentado una situación similar. Resultado; fue difícil encontrar la expresión acertada. Cuando empezó el rodaje, acababa de graduarme en la Academia Rusa de Artes Teatrales. Era un verdadero manojo de nervios y debía interpretar a una mujer paralizada por el dolor. Antes de empezar cada filmación tenía que correr y bailar para estar literalmente exhausta. Este estado de agotamiento era suficiente durante unas cuantas tomas, pero rápidamente recuperaba energía y de nuevo tenía que ponerme a correr y bailar. Tanto más cuanto que a medida que la historia progresaba, el grado de fatiga de mi personaje aumentaba.

Sergei Dvortsevoi, ¿cómo se le ocurrió la idea de esta película?

Sergei Dvortsevoi: Me sorprendió sobremanera saber que un gran número de mujeres de Kirguistán estaban abandonando a sus hijos en orfanatos de Moscú. Aunque he vivido en Moscú durante más de 20 años, soy de Shymkent, Kazajstán. Por lo tanto, estoy familiarizado con la cultura y la mentalidad de Asia Central. Quería entender qué podía motivar a las mujeres a realizar un acto tan drástico.

Empecé a documentarme, a conocer a mujeres que habían atravesado por una experiencia tan dura. Algunas, como el personaje interpretado por Samal, cometen este acto desesperado después de una violación. Otras lo hacen porque el niño fue concebido fuera del matrimonio y es imposible que regresen a su tierra porque serían rechazadas. Me conmovió mucho esta situación y decidí llevarla al cine.

Antes de Ayka, su segundo largometraje, usted realizó documentales. ¿Por qué sintió necesidad de pasar a la ficción?

S.D.: De hecho, empecé a sentirme limitado por el documental. Una historia como la de Ayka no podía contarse a través de un documental, porque no hubiera sido posible acercarse a la intimidad de la mujer. Además, la película documental entraña una contradicción: cuanto más difícil es la situación del personaje, más dramática es la película y mejor el resultado para el director. Este problema ético ha sido muy doloroso para mí. Aunque el cine de ficción no es una tarea fácil, sigue siendo una ficción.

La protagonista ocupa literalmente todo el espacio desde el principio hasta el final de la película. ¿Por qué?

S.D.: En la pantalla vemos el presente de la vida de Ayka. A través de sus ojos, su cuerpo y su comportamiento, debemos entender quién es ella. Por su intermedio, más que a través de sus raras réplicas, debemos ver cómo fue su pasado y adivinar su futuro. Samal tiene unos ojos muy expresivos y la cámara apenas los deja un momento.

Samal, usted expresa los sentimientos de su personaje con tan poco diálogo. ¿Cómo lo explica?

S.Y: Hacíamos muchas tomas. Sergei las montaba enseguida y al día siguiente veíamos el resultado. Si sentíamos que algo no funcionaba, lo hacíamos de nuevo. Era un proyecto en permanente construcción. La película se iba realizando día a día.

Y luego hablamos mucho con inmigrantes de Asia Central. Algunas, por ejemplo, nos contaron que vivían ocho en una habitación. También nos contaron que podía ocurrir que un cuarto fuera ocupado por una persona durante el día y por otra por la noche. Nos dijeron cuánto extrañaban a sus hijos. Para evitar el doloroso momento de la separación, algunas prefieren irse temprano en la mañana cuando los niños aún duermen. Cuando regresan, los niños a menudo ya no quieren dejarlas por miedo a que se vayan de nuevo. Estas historias dolorosas y el rodaje en sí fueron tan duros y tan densos psicológicamente hablando que puedo decir que esta película fue para mí como una tercera escuela.

¿Cómo explica que esta película, que muestra algunos días de la vida de una emigrante kirguisa en Moscú, haya encontrado tanto eco en el extranjero?

S.D.: Cada proyección provoca fuertes reacciones en el público. No me lo esperaba en absoluto. Cuando empecé a trabajar en esta película en 2012, la cuestión de los inmigrantes no era un fenómeno tan agudo en Moscú. En ese momento, los países de Europa occidental no se enfrentaban a una afluencia tan grande de migrantes. Hoy día, sin embargo, estos movimientos de población afectan a casi todos los países.

El otro aspecto es que en mis películas, trato de evitar cualquier cosa que suene falso en la actuación. Cuando se logra esta autenticidad, el público puede identificarse con el personaje. Sabía que tras asistir a la proyección del filme, los espectadores dejarían de ver a estos emigrantes a través de la función que desempeñan y empezarían a sentirlos como personas. El cine no puede cambiar el orden de las cosas, pero puede llegar al corazón de la gente. Si una obra logra tocar el alma, es una inmensa satisfacción para su creador.

Algunos trabajadores migrantes participaron en la película junto a actores profesionales. ¿Por qué los escogieron?

S.D.: Por la misma razón, es decir, para no alejarme de la verdad. Los actores no profesionales tienen una ventaja significativa sobre los profesionales. La sinceridad se lee en sus rostros y se traduce en sus palabras. Aportan a la película la aspereza de la vida, la autenticidad y el sabor de la vida real. Por eso quise que algunos actores no profesionales se incorporasen al reparto. Pero esto requiere mucho entrenamiento. Muchos espectadores dijeron que no sabían distinguir los actores profesionales de los que no lo eran. Recibo eso como un cumplido mayor.

Algunos se encontraban en territorio ruso ilegalmente, lo que no debe de haber facilitado el rodaje.

S.D.: Es cierto y eso ocurrió en varias ocasiones. Escogíamos a alguien, examinábamos sus papeles, empezábamos a trabajar, le enseñábamos a actuar y desaparecía de la noche a la mañana. Luego nos llamaba por teléfono desde Kirguistán, adonde había sido expulsado. En Moscú, es extremadamente difícil obtener un permiso de residencia, por lo que la mayoría de los migrantes utilizan documentos falsos a veces incluso sin saberlo. Las personas detenidas en posesión de documentos falsos son juzgadas y deportadas al cabo de unos días. Entonces era necesario buscar a otra persona y empezar de nuevo.

¿Estas condiciones particulares del rodaje explican por qué la película tardó seis años en filmarse?

S.D.: Esa es una de las razones, pero no la única. Para subrayar la difícil condición de la heroína, rodamos en invierno en medio de una tormenta de nieve. Pero resultó que durante dos años consecutivos, apenas nevó en Moscú. Intentamos seguir filmando con nieve artificial, pero esta película no aceptaba bien los artificios. Así que tuvimos que esperar hasta que el tiempo fuera propicio y se produjeran tormentas de nieve. La espera es un estado bien complicado.

Samal, ¿cómo se sintió cuando escuchó su nombre recompensado con el Premio de interpretación femenina en el Festival de Cannes?

S.Y. Cuando la película fue elegida para competir en la selección oficial, aún estaba en fase de montaje. El mes anterior al festival, trabajamos muy duro para asegurarnos de que se terminara a tiempo: el director dormía dos horas por noche, el resto del equipo, cuatro. Cada uno de nosotros desempeñaba varias funciones. Al principio del festival, el cansancio era tal que, aunque era consciente de la importancia del momento, solo llegué a emocionarme un poco más tarde.

Cuando oí mi nombre, sentí alegría y al mismo tiempo decepción. En realidad esperaba que la película recibiera la Palma de Oro. ¿Cuál habría sido mi papel sin un director talentoso y un equipo generoso y consagrado? Así que este premio no es solo mío, es para toda la película.

Para usted, Sergei, ¿qué representa la recompensa de Samal?

S.D.: Está totalmente justificada. Estoy contento de que una actriz que ha volcado toda su energía en la película se vea recompensada. Esto prueba que el trabajo minucioso y una relación veraz con lo que se está haciendo pueden elevarse a la cumbre. Pero no todos los actores alcanzan este grado de dedicación.

Además, este reconocimiento es importante para Kazajstán. Es la primera vez que el Premio de interpretación femenina del Festival de Cine de Cannes se concede a un país del espacio postsoviético. Este premio también hizo posible entender que Ayka es una película que llega más allá de nuestras fronteras. Su alcance se extenderá mucho después de su lanzamiento. Para un creador, esto es esencial.

Entrevista realizada con motivo del primer Festival de Cine de Kazajstán en Francia, celebrado en París del 26 al 29 de septiembre de 2019, con Samal Yeslyamova como madrina.

Esta entrevista, publicada con motivo del Día Mundial de los Migrantes (18 de diciembre), aparecerá en número de enero-marzo de 2020 de El Correo de la UNESCO.

Samal Yeslyamova

La actriz kazaja Samal Yeslyamova, nacida en 1984, fue galardonada con el Premio de interpretación femenina en el 71º Festival de Cannes (2018). Comenzó la carrera cinematográfica por casualidad. Tras sopesar la posibilidad de convertirse en periodista, decidió tomar cursos de arte dramático en el Colegio de Artes Petropavlovsk, de Kazajstán. Antes de graduarse, obtuvo un papel en la película Tulpan, de Sergueï Dvortsevoï, que ganó el premio "Un certain regard" en el Festival de Cannes de 2008. En 2011, se graduó de la Academia Rusa de Artes Teatrales de Moscú.

Sergei Dvortsevoi

El director ruso-kazajo Sergei Dvortsevoi nació en 1962 en Shymkent, Kazajstán. Trabajó primero en la aviación y la electrónica antes de incorporarse, a la edad de 29 años, a la sección de documentales de los Cursos superiores de guionistas y directores cinematográficos de Moscú. Después de cuatro notables películas documentales, se dedica a la ficción. Su segundo largometraje, Aïka (2018), fue premiado en varios concursos internacionales. Desde 2019, es miembro de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias Cinematográficas (American Academy of Film Arts and Sciences), que otorga los premios Oscar.