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Gran angular

Pueblos indígenas: La fragilidad a prueba de la crisis

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Epidemia, pintura realizada en 2015.

La crisis sanitaria mundial ha demostrado la resiliencia de algunas comunidades indígenas. Pero, sobre todo, ha puesto de relieve la fragilidad de estos grupos humanos, cuya pobreza, desnutrición y escaso acceso a la atención médica los hace especialmente vulnerables a las enfermedades infecciosas.

Minnie Degawan

Directora del programa Pueblos Indígenas y Tradicionales de la organización

Conservation International en Estados Unidos.

Los pueblos indígenas siempre se han aislado del resto del mundo cuando las circunstancias así lo han exigido. Por ejemplo, en la región de la Cordillera Central de Filipinas, esa práctica, denominada ubaya o tengaw, se lleva a cabo regularmente en determinados momentos del ciclo agrícola, para que tanto la tierra como la gente puedan descansar.

Una vez que se anuncia el confinamiento, no se permite a nadie entrar o salir de la comunidad, ni siquiera a aquellos miembros que se hallaban fuera de ella al anunciarse el periodo de aislamiento. En los distintos puntos de entrada y salida se coloca un atadillo de hojas, como símbolo de que la colectividad se encuentra en ubaya. Tanto los miembros de la comunidad como sus vecinos toman muy en serio esta medida y creen que su trasgresión podría acarrear un desastre a toda la sociedad.

Los ritos que acompañan al ubaya constituyen una parte importante de la respuesta comunitaria. Esa liturgia no tiene por objeto atemorizar o propiciar calamidades, sino fortalecer el sentido de cohesión social, ya que los ancianos invocan la protección para todos, incluso para la naturaleza.

En diversas comunidades indígenas de Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia, los ancianos también realizan rituales similares –que hacen hincapié en la necesidad de alcanzar el equilibrio entre el mundo físico y el espiritual– con el fin de proteger a sus aldeas. Durante estos periodos de confinamiento, los miembros de la comunidad se ocupan de los más necesitados y les proporcionan ayuda, alimentos e incluso les entregan boniatos secos que han guardado para las épocas de carestía.

Pobreza y desnutrición

Estas prácticas tradicionales han ayudado a los pueblos indígenas a asimilar las restricciones impuestas con motivo de la epidemia de COVID-19 y a organizar mejor su supervivencia. “Sus prácticas idóneas y conocimientos de medicina tradicional, tales como la cuarentena de comunidades para prevenir la propagación de enfermedades y el aislamiento voluntario, se aplican hoy en el resto del mundo”, declaró Anne Nuorgam, presidenta del Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas (UNPFII por sus siglas en inglés).

Pero la actual crisis sanitaria ha puesto de relieve de manera drástica la vulnerabilidad de estas comunidades. Los pueblos indígenas, que adolecen de falta de instalaciones médicas y acceso insuficiente a servicios básicos, saneamientos y medios básicos de protección, entre otros el agua potable, el jabón y los desinfectantes, están gravemente desfavorecidos por la marginación socioeconómica, que para ellos representa un peligro desmesurado durante las emergencias de salud pública.

Su lucha permanente contra la deforestación, el cambio climático y la pérdida de medios de subsistencia tradicionales los hace especialmente vulnerables a las nuevas infecciones. La pobreza, la desnutrición y el alto índice de patologías previas han agravado los riesgos que corren estos grupos humanos, en muchos de los cuales conviven en el hogar miembros de varias generaciones, en estrecho contacto con los ancianos de la familia.

La crisis pone a prueba su modo de vida

La pandemia ha agravado los múltiples problemas que ya afrontaban los pueblos indígenas. Por ejemplo, el norte de Tailandia padece actualmente graves incendios forestales, que incrementan la presión sobre los recursos alimentarios y amenazan al bienestar físico de la población. En el noreste de la India, el pueblo naga tiene que enfrentarse a un aumento de la discriminación, debido a su aspecto físico y a los rumores infundados sobre el virus. Numerosos estudiantes de etnia naga han sido expulsados de sus viviendas y son víctimas de actos violentos. Los dumagats del sur de Luzón (Filipinas) han padecido penurias alimentarias. Un drama similar se desarrolla en Ecuador, donde los mineros siguen atravesando los territorios indígenas para extraer petróleo.

La crisis actual está poniendo a prueba el estilo de vida de estos pueblos. Muchas tradiciones y prácticas culturales que conllevan reuniones y procesiones, para celebrar eventos tales como cosechas o ritos de iniciación a la vida adulta, se aplazan ahora para proteger la seguridad de los ancianos y los más vulnerables.

Los esfuerzos que los gobiernos realizan para responder a las necesidades específicas de estas comunidades suelen ser esquemáticos y no abordan las repercusiones a largo plazo que pueden afectar a los medios de vida y la supervivencia de los pueblos indígenas, en tanto que comunidades específicas. Es preciso tomar medidas urgentes para velar por que los pueblos indígenas se mantengan “informados, protegidos y priorizados” durante la pandemia, insistió Nuorgam en una declaración reciente. Un factor esencial es garantizar que la información fiable y apropiada se difunda en las lenguas aborígenes. “Los indígenas ancianos constituyen una prioridad para nuestras comunidades, por su condición de depositarios de la historia, las tradiciones y las culturas de nuestros pueblos”, dijo la presidenta del UNPFII. “Igualmente pedimos a los Estados Miembros que garanticen el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas que optan por el aislamiento voluntario y que respeten su decisión de mantenerse confinados”.

Cualquier plan o intervención al respecto debería otorgar atención prioritaria a las decisiones y los derechos de las comunidades indígenas. Estas sociedades han demostrado con creces que allí donde se aprovecha el conocimiento tradicional –y donde los indígenas tienen el pleno dominio de sus recursos y ejercen su derecho a la autodeterminación– estos pueblos son capaces de proteger mejor a sus miembros, a la naturaleza y al medio ambiente. Este principio también es válido ante los nuevos desafíos.

 

Más información:

“Cuando bebas agua, recuerda la fuente”. Lenguas indígenas y conocimiento (IYIL 2019), El Correo de la UNESCO, enero-marzo de 2019
Escuchad la voz del lago, El Correo de la UNESCO, abril-junio de 2018
Mi rostro, mi tierra, El Correo de la UNESCO, julio-septiembre de 2017

 

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Foto: Jacob Maentz