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La cultura en crisis – Una reciente publicación de la UNESCO proporciona una serie de indicaciones para fortalecer la resiliencia de las industrias creativas y culturales después de la pandemia de COVID-19

La crisis sanitaria ha tenido muy hondas repercusiones en el sector de la cultura y en las personas que trabajan en él. Habida cuenta de que los empleos en este sector son muy a menudo de carácter informal, las profesiones artísticas y culturales suelen verse excluidas de los sistemas generales de protección social y económica. Por eso es fundamental adoptar medidas específicamente adaptadas a la situación de los trabajadores del sector creativo, a fin de garantizar su supervivencia profesional. En la reciente publicación titulada La cultura en crisis – Guía de políticas para un sector creativo resiliente, la UNESCO proporciona a los responsables de la elaboración políticas culturales toda una serie de orientaciones no sólo sobre la manera de abordar con eficacia las cuestiones relativas a la cultura en los planes de recuperación proyectados para superar los efectos negativos de la COVID-19, sino también sobre los medios que se deben poner en práctica para reconstruir las industrias creativas y fortalecer su resiliencia.

Desde que hizo su aparición la pandemia, la UNESCO empezó a recopilar las buenas prácticas y las respuestas innovadoras aplicadas en el sector cultural por países de todas las partes del mundo. Esto tenía por finalidad elaborar una guía general sobre las medidas a adoptar en casos de crisis, que estuviera destinada a los responsables de la elaboración de políticas culturales. El resultado de la labor realizada ha sido La cultura en crisis, una publicación que ofrece consejos e indicaciones prácticas sobre las medidas que se pueden adoptar para satisfacer las necesidades más apremiantes de los artistas y las profesiones de la cultura. Las medidas propugnadas en esta guía pueden coadyuvar también a la realización de cambios estructurales duraderos que fortalezcan la resiliencia de las industrias creativas y culturales del mañana.

Las medidas prácticas adoptadas por los diferentes países se han clasificado en tres categorías, según que su objetivo fuera: 1) prestar ayuda directa a los artistas y profesionales de la cultura; 2) apoyar a las industrias creativas y culturales; y 3) fortalecer la competitividad de estas industrias. Los lectores podrán ver, por ejemplo, que países como Alemania y los Emiratos Árabes Unidos han optado por encargar y comprar obras de arte a fin de socorrer a los artistas y proporcionarles ingresos. Brasil, Canadá y Senegal, por su parte, han escogido acelerar los pagos de ayudas y subvenciones para resolver los problemas de liquidez con que tropiezan los creadores y los organismos culturales.

Además, en esta publicación se presentan los elementos que se deben tener en cuenta para la adopción de las medidas propuestas, a fin de que los Estados puedan atenerse a las etapas esenciales de su aplicación y adaptarlas a sus contextos nacionales respectivos. Por ejemplo, los préstamos preferentes concedidos al sector de la cultura pueden complementarse con la creación de formaciones destinadas a los artistas y profesionales de la cultura, o con una labor de sensibilización del personal bancario a los problemas específicos del sector cultural. En la guía también se insta a los responsables de la adopción de políticas culturales a que eviten errores, examinando atentamente las eventuales repercusiones de las medidas que se vayan a aplicar. Así se podrán minimizar los posibles riesgos y optimizar las ventajas que redunden en beneficio de la cadena de valor cultural en su conjunto. Entre algunas de las recomendaciones formuladas, figuran las siguientes: gestionar adecuadamente las expectativas suscitadas, definir claramente los criterios de eligibilidad para las ayudas y evitar la preparación de proyectos a corto plazo porque la crisis se puede prolongar.

Los análisis realizados durante la elaboración de La cultura en crisis han puesto también de manifiesto que la pandemia no ha creado algunos de los problemas que aquejan a los profesionales, sino que los ha amplificado porque ya existían. El impresionante aumento de la digitalización y el consumo en línea de bienes y servicios culturales es uno de esos problemas. A falta de contenidos culturales –como conciertos, espectáculos y festivales– que no se han podido difundir en línea, Internet ha llegado a ser en 2020 un instrumento de primer orden para proteger y promover una diversidad de expresiones culturales. Debido al predominio de un reducido grupo de plataformas digitales en el mercado audiovisual que ejercen una gran influencia en los contenidos que se ven y se escuchan, las demás personas y entidades del sector cultural tienen que adaptarse rápidamente para ser competitivos, mientras que los responsables de la adopción de políticas deben aplicar las medidas que se impongan para salvaguardar la diversidad de las expresiones culturales durante la crisis y después de ella.

Aunque la crisis sanitaria ha llegado a poner en peligro el propio tejido social en el que descansa nuestra vida cultural, sus efectos no han sido totalmente negativos. De hecho, en estos tiempos de excepción se ha puesto de manifiesto la vitalidad de la cultura como factor de resiliencia y bienestar humano tanto para las personas, individualmente consideradas, como para las comunidades. Tal y como se detalla en la guía, los Estados han dado muestras de ingeniosidad en las acciones que han llevado a cabo para reducir al mínimo el impacto negativo de las medidas de confinamiento en el sector creativo y cultural. La crisis ofrece ahora la oportunidad de desencadenar cambios sistémicos duraderos en este sector que garanticen a sus profesionales la posibilidad de seguir siendo nuestras fuentes de inspiración en el futuro. La cultura en crisis proporciona a los responsables de la elaboración de políticas una serie de herramientas para reconstruir el sector cultural del mañana, a fin de que éste pueda superar futuras crisis y prosperar, adoptando medidas preparadas para afrontar eventuales desastres.

Esta publicación ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo de la República de Corea.