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La educación y la sostenibilidad: lo que sabemos y lo que tenemos que hacer

Girls wash their hands outside their classroom in the the Government run United Methodist School in Freetown, Sierra Leone. Schools throughout Sierra Leone, including this one, were closed for eight months at the height of the Ebola crisis.

CREDIT: Kate Holt/GEM Report

La educación y la sostenibilidad: lo que sabemos y lo que tenemos que hacer

En la sección anterior se han mostrado los abundantes vínculos que hay entre la educación y el desarrollo sostenible. Se desprende que los beneficios que acarrea terminar la enseñanza primaria y secundaria son importantes, no solo para las personas, sino para sus familias, comunidades y centros de trabajo. Las mujeres y los hombres más instruidos suelen tener más conciencia ecológica, ser más resilientes a los efectos del cambio climático, más productivos y generadores de ingresos y es más probable que lleven vidas saludables, estén comprometidos políticamente y que ejerzan el control de sus vidas. Los beneficios de educar a las niñas, muchachas y mujeres son numerosos e intergeneracionales.

Preocupa el que las cambiantes condiciones que reinan en el mundo estén alterando los efectos de la educación. La economía mundial, por ejemplo, ha creado una riqueza enorme para algunos, pero ha dejado a muchas personas atrás, con sus vidas y medios de sustento vulnerables a las perturbaciones económicas, la pobreza persistente o a ambas cosas. Los ciclos de depresión económica agravan la inseguridad política y los conflictos y obligan a millones de personas a emprender la huida. La desarticulación que causan los desastres naturales y el cambio climático socava los esfuerzos de los países por conseguir que todos los jóvenes cursen por lo menos 12 años de enseñanza escolar y dar amplias oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida.

Para que la educación tenga efectos transformadores que apoyen la nueva agenda del desarrollo sostenible, no bastará ‘la educación como se ha venido impartiendo hasta ahora’. El aprendizaje debería fomentar la reflexión relacional, integradora, empática, anticipativa y sistemática. Las escuelas deberían convertirse en espacios ejemplares que respiren sostenibilidad: unos lugares inclusivos, democráticos, saludables, neutros en cuanto a emisiones de carbono, que sienten las bases para la consecución de los ODS.

Las siguientes recomendaciones en materia de políticas proponen cómo pueden contribuir los sistemas educativos más eficazmente al desarrollo sostenible.

  • Facilitar la colaboración y las sinergias con todos los sectores y asociados. Dado que para abordar los problemas sistémicos se ha de recurrir a múltiples actores y diferentes perspectivas, es preciso intensificar los esfuerzos para lograr la participación de todos los asociados, comprendidos los ministros, los especialistas en educación y la sociedad civil en el plano local y nacional, y en todos los sectores.
  • Los gobiernos deben tomar conciencia de que la educación y formación formal y no formal son elementos clave de sus esfuerzos para abordar problemas intersectoriales. La educación puede ser un instrumento importante para la creación de capacidad en todos los sectores. Muchas metas de los ODS requieren competencias y conocimientos especializados que imparten los sistemas educativos.
  • La educación puede ayudar a reducir la desigualdad de ingresos, pero no por sí sola. El ampliar el acceso de los grupos marginados a enseñanza primaria y secundaria de buena calidad ayudará a asegurar ingresos decentes y una menor disparidad. Los cambios de las regulaciones del mercado de trabajo y de la tecnología no deberían penalizar a los trabajadores que ocupan puestos de trabajo menos seguros, especialmente en el sector informal.
Para que la educación tenga efectos transformadores que apoyen la nueva agenda del desarrollo sostenible, no bastará ‘la educación como se ha venido impartiendo hasta ahora’. Click to Tweet
  • Los sistemas educativos necesitan una financiación mayor y previsible para: a) universalizar la terminación de la enseñanza primaria y secundaria; b) aumentar las cantidades de profesores cualificados, conocedores de las materias que enseñan y motivados; c) impartir educación de buena calidad a las poblaciones marginadas; y d) preparar para los efectos del cambio climático y la posibilidad de conflictos prolongados.

MEJORAR LA EQUIDAD

  • La enseñanza primaria y secundaria universal, especialmente de las niñas y muchachas, es esencial para promover la autonomía de las mujeres y su adopción de decisiones. Si se alcanzase esta meta se atajaría el crecimiento demográfico, se transformarían las normas y prácticas sociales entre las generaciones y se limitaría la carga que soporta el planeta.
  • Las políticas educativas dirigidas a poblaciones minoritarias, de refugiados y desplazadas internos deberían dar prioridad a que la enseñanza se imparta en los idiomas apropiados y velar por el empleo de materiales curriculares y de aprendizaje que no estén sesgados. Crear una masa de profesores cualificados que dominen las lenguas apropiadas es importante en países que tienen porcentajes elevados de minorías étnicas y poblaciones migrantes.
  • La planificación urbana debe comprender la planificación de la educación y no dejar atrás a las zonas rurales. La planificación de la educación, entre otros servicios básicos, para los habitantes de villas miseria, es vital. Habría que distribuir equitativamente los equipamientos públicos y los docentes de buena calidad y hacer que las escuelas fuesen seguras y que en ellas no hubiese violencia. Las zonas rurales con poblaciones en declive y en las que se están fusionando las escuelas rurales exigen que se preste atención a la planificación y que en ella participe la comunidad.

CAMBIAR EL EJE DE LA EDUCACIÓN

  • Cuando elaboren políticas sobre competencias, los sistemas educativos deberían tener en cuenta las necesidades a medio y a largo plazo y las consecuencias del crecimiento sostenible. Es necesario enseñar competencias ‘verdes’ a los alumnos y dar a los trabajadores oportunidades de reconvertirse profesionalmente y de mejorar sus competencias, lo mismo que son necesarios cambios en los planes de estudios de la enseñanza secundaria y superior. Una mejor cooperación con las empresas y las industrias mejoraría la pertinencia y la calidad de la enseñanza.
  • Los programas de educación cívica, para la paz y sobre la sostenibilidad pueden ser importantes palancas del progreso de los ODS. Ejecutados eficazmente, pueden asegurar un sistema de justicia más equitativo, aumentar las capacidades de las autoridades judiciales y policiales, fomentar sociedades menos violentas y más constructivas, mejorar la comprensión de los vínculos que existen entre la cultura, la economía y el medio ambiente y dar prioridad a actuaciones que mejoren la suerte de las generaciones futuras.