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Gran angular

En África, los gorilas de montaña vuelven a la escena

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Un bebé gorila en el Bosque impenetrable de Bwindi, en Uganda, en 2019

En el macizo de los los Montes Virunga, una zona de 450 km2 situada en la confluencia de las fronteras de Uganda, la República Democrática del Congo y Ruanda, la población de gorilas de montaña se encontraba en peligro de extinción por la caza furtiva, la propagación de enfermedades y la deforestación. La adopción de medidas eficaces de conservación con la implicación de las comunidades locales ha conseguido un aumento del número de individuos de esta especie emblemática.

Baker Batte Lule
Periodista en Kampala, Uganda

Los habitantes de las zonas que limitan con el Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi y del Parque Nacional de Gorilas de Mgahinga en Uganda eran, hasta hace unos 25 años, los peores enemigos de los gorilas de montaña. Para ellos, estos animales representaban una amenaza y daban la voz de alarma cuando salían de los bosques lluviosos tropicales donde moran y penetraban en los cultivos y huertos. Las consecuencias de estas alarmas generales eran a menudo letales para esta especie viva en peligro de extinción.

Hoy en día estos grandes simios que pueden alcanzar hasta 1,80 metros de altura y 220 kilos de peso, en el caso de los machos de espalda plateada, siguen aventurándose en los jardines humanos, pero ahora las alarmas sirven para indicar su presencia a los guardas. El número de individuos de estos animales gigantescos, apacibles y tímidos salvo cuando son hostigados, ha pasado de 620 en 1998 a 1.063 hoy.

Las poblaciones de gorilas han aumentado pasando de 620 individuos en 1998 a 1063 hoy

Debido a este incremento espectacular, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) decidió en 2018 retirar a la especie de la categoría “en peligro crítico de extinción” de su Lista Roja de Especies Amenazadas y catalogarlos como animales “en peligro” simplemente.

El gorila de montaña (Gorilla beringei beringei) es el mayor primate existente y perteneciente a una de las dos subespecies del gorila del este africano, vive en zonas de altura y se distingue por poseer un pelaje más espeso y oscuro que el del resto de los gorilas, lo que le permite soportar mejor el frío y las lluvias incesantes de su hábitat natural.

Caza furtiva, deforestación y enfermedades

La población de gorilas de los Montes Virunga llegó a estar en peligro crítico de extinción por la caza furtiva, la deforestación, las enfermedades transmitidas por los seres humanos y las guerras civiles en la región. Este declive se pudo contener aplicando estrategias dinámicas de conservación como controles y cuidados veterinarios, tratamiento regular de las afecciones respiratorias, y erradicación sistemática de las trampas y los cepos de caza para animales pequeños, en los que podían caer las crías de gorilas.

El aumento del número de individuos obedece también a los vínculos establecidos entre los gorilas y las poblaciones locales. “Antaño la estrategia de conservación se basaba en prohibiciones y coacciones, pero hoy los habitantes participan en la salvaguardia, el desarrollo y la gestión de los parques”, explica Andrew Seguya, director de la Cooperación Transfronteriza del Gran Virunga (GVTC), entidad encargada de proteger a los gorilas.

La GVTC se creó en virtud de un acuerdo de cooperación suscrito entre organizaciones no gubernamentales especializadas en la conservación de la naturaleza y los gobiernos de los tres países con poblaciones de gorilas de montaña, Uganda, la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda. La tarea principal de este organismo consiste en llevar el censo de las poblaciones de gorilas de montaña y de otras especies vivas de la región.

Según los expertos, la realización regular de censos de poblaciones animales es esencial para formular estrategias de gestión adaptativas, ya que permiten averiguar si las poblaciones aumentan o disminuyen y, en consecuencia, definir si hay que mantener o modificar la labor de conservación.

Estadísticas alentadoras

Los resultados del último censo de la GVTC, publicado en 2019, indican que en el ecosistema formado conjuntamente por los 321 km2 del Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi (Uganda) y los 9 km2 de la Reserva Natural de Sarambwe (RDC) habitan 459 gorilas repartidos en 50 manadas, y 13 ejemplares solitarios. Por otra parte, en el macizo transfronterizo de los Montes Virunga se contabilizaron en 2016 hasta 604 gorilas, sumando los existentes en el Parque Nacional de Gorilas de Mgahinga (Uganda), el Parque Nacional de los Volcanes (Ruanda), reserva de biosfera de la UNESCO desde 1983, y el Parque Nacional de los Virunga (RDC).

Inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en 1994, el sitio natural ugandés del Bosque impenetrable de Bwindi es un típico ejemplo de bosque pluvial tropical dotado de una diversidad biológica excepcional. Situado entre 1.160 y 2.600 metros de altura, este sitio debe su calificativo de “impenetrable” a la extrema densidad de la masa forestal. En sus colinas volcánicas se halla el hábitat de casi la mitad del total de la población mundial de gorilas de montaña. Por su parte, el otro parque de gorilas de Uganda, el de Mgahinga, situado en la frontera con la RDC y Ruanda, tiene una superficie de 34 km2 y es la reserva natural más pequeña del país.

Los beneficios del turismo

Todos esos parques se han convertido en puntos de destino turísticos privilegiados para observar a los gorilas. La mejora de las condiciones de seguridad en la región ha contribuido considerablemente a aumentar su número. A finales del decenio de 1990 las guerrillas fueron devastadoras para los gorilas y el turismo, según dice A. Seguya, que desempeñó el cargo de director de la Uganda Wildlife Authority (UWA) desde 2012 hasta marzo de 2018. “Ahora el desarrollo del turismo ha procurado recursos que los sucesivos gobiernos han reinvertido en la conservación de los sitios naturales”, señala.

El turismo, que generó 1.600 millones de dólares en 2017 y 2.000 millones en 2018, es la primera fuente de divisas de Uganda. Se espera que, a causa de la pandemia, estos recursos disminuyan más del 50% en el curso del año fiscal 2020-2021 (de julio a junio).

Con respecto al último ataque, que ocurrió el 24 de abril de 2020 y que ha sido el más trágico de la historia reciente del Parque Nacional de los Virunga, - 17 personas, entre ellas 13 guardaparques, murieron tras el ataque de presuntos rebeldes armados -, el parque informó en un comunicado que este acontecimiento trágico “no haría que el parque renunciara a sus programas de desarrollo económico y humanitario en favor de las comunidades que viven en los alrededores y en colaboración con estas. Dichas comunidades aspiran ahora más que nunca a un ambiente de estabilidad, justicia y paz”.

Uganda posee un total de diez parques nacionales y varias reservas de fauna salvaje, pero los parques de gorilas generan más ingresos que todos los demás sitios turísticos naturales juntos. El precio de los permisos de observación de los gorilas, restringidos a un número limitado de visitantes y muy solicitados, asciende a 700 dólares por hora por persona (para un grupo de ocho personas). En Ruanda el permiso cuesta 1.500 dólares y en la RDC 400.

Para fomentar la cooperación con las comunidades locales, el gobierno de Uganda ha promulgado una ley en virtud de la cual la UWA debe entregar obligatoriamente a las comunidades vecinas de los parques el 20% del importe de los derechos cobrados por acceder a ellos.

En Uganda el 20 % de los beneficios de los parques se entrega a las comunidades

Este dinero se transfiere a las autoridades de esas comunidades en forma de subvenciones destinadas a mejorar los medios de subsistencia de sus habitantes. “El reparto de ingresos con las comunidades vecinas de los parques –dice Godfrey Kiwanda, Ministro de Turismo, Fauna y Antigüedades– ha mejorado nuestras relaciones con ellas. Ahora se percatan de que cuanto mayor sea el número de turistas más importantes serán los recursos disponibles para financiar proyectos comunitarios. Hemos construido ya escuelas y hospitales, y también hemos mejorado las redes viarias locales”.

Además de compartir sus ingresos con las comunidades, la UWA ha ayudado a algunas de ellas a crear otras actividades generadoras de ingresos. Así ha ocurrido con los miembros de la etnia batwa, cuyo territorio se extendía por los bosques de Bwindi y Mgahinga antes de que fuesen declarados parques nacionales. Al ser forzados a desplazarse de su hábitat natural, fue preciso proporcionarles otras fuentes alternativas de ingresos, y la UWA les ayudó a crear explotaciones agrícolas de café y té, instalar talleres artesanales y abrir tiendas para turistas.

Otra organización, la African Wildlife Foundation (AWF) creó un equipo junto a la población de la localidad de Nkuringo, cercana al bosque de Bwindi, a fin de construir una hostería ecológica cuyos beneficios se distribuyen anualmente entre ambas partes. Felicitándose por esta cooperación, el representante ugandés de la AWF, Sudi Bamulesewa, dice que “este pueblo tiene así una nueva fuente de ingresos gracias a los gorilas, y esto solo podrá redundar en la multiplicación de estos animales”.

Lecturas complementarias:

Salvemos a los parientes, El Correo de la UNESCO, marzo de 2009
Para la fauna, las situaciones postconflicto pueden ser aún peores que el propio conflicto, El Correo de la UNESCO, diciembre de 2006
Nuestros primos en peligro de extinción, El nuevo Correo, abril de 2004

 

 

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