Desde su comienzo hace dos años, la pandemia de COVID-19 ha interrumpido los sistemas educativos en todo el mundo, afectando más a los estudiantes más vulnerables. Ha aumentado las desigualdades y ha exacerbado una crisis educativa preexistente. Los cierres de escuelas han variado desde ningún cierre en un puñado de países hasta más de un año escolar completo. La falta de conectividad y dispositivos excluyó al menos a un tercio de los estudiantes de seguir aprendiendo de forma remota.
Hoy, a pesar de la variante Omicron, las escuelas están abiertas en la mayoría de los países, respaldadas por protocolos de salud y seguridad y programas de vacunación. Pero los costos pueden ser tremendos en términos de pérdida de aprendizaje, salud y bienestar y abandono escolar. Priorizar la educación como un bien público es crucial para evitar una catástrofe generacional e impulsar una recuperación sostenible. Para ser más resilientes, equitativos e inclusivos, los sistemas educativos deben transformarse, aprovechando la tecnología para beneficiar a todos los estudiantes y aprovechando las innovaciones y asociaciones catalizadas durante esta crisis.
La UNESCO está apoyando a los países en sus esfuerzos por mitigar el impacto del cierre de escuelas, abordar las pérdidas de aprendizaje, apoyar a los docentes y adaptar los sistemas educativos, en particular para las comunidades vulnerables y desfavorecidas.
Para movilizar y apoyar la continuidad del aprendizaje, la UNESCO ha establecido la Coalición Mundial para la Educación, que hoy cuenta con 175 miembros que trabajan en torno a tres temas centrales: género, conectividad y docentes.
Impacto de la COVID-19 en la educación
Estudiantes y profesores comparten sus historias
Los estudiantes, profesores y padres de la Red de Escuelas Asociadas de la UNESCO comparten sus historias sobre cómo afrontar y continuar aprendiendo durante el confinamiento.