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Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Gran angular

Introducción

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Los detalles de los rostros y las manos son los únicos fragmentos de identidad visibles en la serie Voces del Mundo / Deslocalización (2006) de la artista franco-venezolana Anabell Guerrero.

Agnès Bardon
UNESCO

Por primera vez en mucho tiempo, el aumento del número de migrantes internacionales se ralentizó en 2020. Esa leve pérdida de impulso se explica, sobre todo, por las restricciones a la movilidad vinculadas a la pandemia de COVID-19. Porque desde hace varias décadas las corrientes migratorias venían siendo cada vez más densas. LEn 2020, unos 281 millones de personas vivían fuera de su país natal. En 2000, eran unos 173 millones. En 1970, 84 millones.

Hoy como ayer, la gente emigra para huir de la pobreza, para construir un porvenir con la esperanza de que sea mejor. Los migrantes dejan a los suyos para buscar otro futuro. Las principales rutas de migración que se han formado a lo largo del tiempo todavía hoy conectan los países en desarrollo con los más industrializados: Estados Unidos, Europa, la Federación de Rusia o incluso Arabia Saudita.

Cada vez más los seres humanos emigran para escapar de los conflictos y la violencia. En 2020, los refugiados y los solicitantes de asilo representaban el 12% del total de migrantes, frente al 9,5% de dos decenios atrás. En 20 años, de 2000 a 2020, el número de personas forzadas al exilio por la guerra, las crisis o las persecuciones se duplicó, pasando de 17 a 34 millones, según datos del  Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. Los efectos del cambio climático también contribuyen al éxodo creciente, porque la gente huye de la escasez de agua, el empobrecimiento de las tierras o la erosión de las costas.

Ante esta situación, las Naciones Unidas aprobaron en 2018 el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Su objetivo: mejorar la suerte de los migrantes a escala internacional y estimular la cooperación en el ámbito migratorio. El acuerdo hace hincapié también en que los Estados deben socorrer a los migrantes que emprenden itinerarios peligrosos.

Porque muchos migrantes, en particular los que viajan de manera ilícita, quedan a la merced de quienes medran con la trata de seres humanos y son víctimas de la explotación, el chantaje y la violencia. Algunos de esos migrantes pagan el viaje con la vida. Solo en el primer trimestre de 2021, fallecieron en alta mar 1.146 personas que trataban de cruzar el Mediterráneo. 

Los migrantes que logran llegar a algún país anfitrión encuentran una realidad que, por lo general, está muy lejos de lo que habían soñado y a menudo se enfrentan a prejuicios e incluso a la discriminación. En un contexto económico desfavorable, marcado por la incertidumbre, la llegada de nuevos grupos de población suele considerarse una amenaza que refuerza los miedos y las frustraciones.

Esas reacciones hacen caso omiso de la complejidad y los matices de la realidad. Porque aunque los migrantes son numerosos, no representan más del 3,5% de la población mundial, lejos de la avalancha humana que algunos denuncian. Además, la gran mayoría se desplazan dentro de sus continentes de origen. En 2020, casi la mitad de todos los migrantes internacionales vivían en su región natal.

Los desplazamientos de población forman parte de la historia de la humanidad desde sus orígenes. La presencia humana o pre-humana más antigua que se conoce fuera de África se remonta a más de dos millones de años.

Quienes sostienen esas ideas olvidan que las áridas estadísticas siempre ocultan destinos humanos, trayectorias vitales, a veces dramáticas, a veces felices, y que esas mezclas de culturas dan origen a mestizajes fructíferos y a historias de éxito en el mundo de los negocios, del deporte, de la música o de la investigación científica. A largo plazo, la contribución de los migrantes suele ser un aporte positivo a las sociedades que los acogen. No se trata de una afirmación de una ONG, sino una afirmación del Consejo de Europa. En un informe de 2017 titulado Les migrations, une chance à saisir pour le développement européen, [La migración, una oportunidad para el desarrollo europeo] este organismo destaca que la influencia cultural de los migrantes “incide notablemente en las tendencias del arte, la moda y la cocina en Europa, y contribuye a la diversidad”.

Lecturas complementarias:

Reporting on Migrants and Refugees: Handbook for Journalism Educators, UNESCO, 2021
La filosofía frente a los tribalismos, El Correo de la UNESCO, octubre-diciembre de 2017

 

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