Jinan Karameh Shayya

Doctora en Educación para el Desarrollo Sostenible, formadora certificada en Habilidades de Liderazgo Educativo Eficaz.

 


Uno de los principales retos no materialistas de la enseñanza a distancia es la participación del alumno en el proceso de aprendizaje. Nosotros, como educadores, al estar físicamente lejos de nuestros alumnos, les damos más libertad para decidir si quieren ser aprendices activos, sólo oyentes, o incluso no escuchar en lo absoluto.

Los profesores profesionales se esfuerzan por captar la atención de los alumnos durante las clases en línea mediante la planificación de una enseñanza relevante y atractiva, haciendo preguntas a los alumnos y activando el cuadro de chat para que todos tengan la oportunidad de responder. Sin embargo, al comprobar las respuestas en el cuadro de chat y los nombres de los alumnos que han respondido a las preguntas del profesor, descubrimos que todavía hay un número importante de alumnos que no participan en el proceso de aprendizaje.

Los padres que se preocupan por ellos hacen todo lo posible para motivar a sus hijos a participar en las clases en línea. Se sienten relajados cuando ven que sus hijos miran sus dispositivos y se escucha la voz del profesor. Sin embargo, se sienten decepcionados cuando echan un vistazo a la pantalla del dispositivo de sus hijos y ven que la presentación del profesor está en el borde inferior de la pantalla mientras toda ella está ocupada por aplicaciones de chat o juegos. Algunos padres se sienten felices cuando el profesor se dirige a su hijo con una pregunta, pero descubren que su hijo está preguntando a sus amigos en la aplicación de chat sobre la respuesta, antes de responder o se dan cuenta de que finge tener problemas de conexión a Internet y no puede oír al profesor para evitar responder a la pregunta.

Y aquí viene nuestra pregunta: ¿Cómo podemos orientar a nuestros alumnos para que decidan involucrarse en el proceso de aprendizaje? Sabemos que cualquier decisión que se tome debe ser el resultado de una combinación de conocimientos, habilidades y actitudes. La percepción de esta combinación por parte de los alumnos afectaría su motivación y los llevaría a convertirse en aprendices autónomos, a tener el control sobre su proceso de aprendizaje (Benson, 2010) sean cuales sean las situaciones.

​Habilidades neurocognitivas: Función ejecutiva

Flexibilidad cognitiva
Memoria de trabajo
Control inhibitorio

Temperamento y personalidad
Estas habilidades de FE son más frecuentes en individuos con las siguientes características temperamentales o de personalidad:

Control del esfuerzo
Conciencia
Apertura
Valor

Comportamiento orientado a objetivos
Estas habilidades de FE son necesarias para los siguientes ejemplos de comportamiento dirigido a un objetivo:

Autocontrol
Aprendizaje reflexivo
Resolución deliberada de problemas
Regulación de las emociones
Persistencia
Planificación

Entre los sinónimos cercanos de FE se encuentran: Control Cognitivo, Atención Ejecutiva, Control Ejecutivo, Funcionamiento Ejecutivo y Habilidades Fluidas

Según Benson, la autonomía en el aprendizaje, o tener el control sobre el propio proceso de aprendizaje, tiene tres dimensiones principales 1) técnica, 2) psicológica y 3) política.

  • La dimensión técnica se refiere a las habilidades que ayudan a los estudiantes a ser dueños de su proceso de aprendizaje (Benson, 1997). Estas habilidades implican las habilidades de la función ejecutiva (EF) (Zimmerman 2008) que se clasifican en tres componentes principales: a) memoria de trabajo, b) flexibilidad cognitiva, y c) control inhibitorio (Meuwissen y Zelazo, 2014 ).
  • La dimensión psicológica implica el desarrollo de rasgos de responsabilidad, pensamiento crítico y metacognición a lo largo de su proceso de aprendizaje. Se espera que los alumnos construyan el conocimiento a partir de su interacción social y continúen su autoevaluación para alcanzar la autoconciencia.
  • La dimensión política se refiere a la capacidad de los alumnos para tratar cuestiones de poder en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los alumnos deben tener siempre el poder de elegir en el proceso de aprendizaje.

Después de estudiar las dimensiones de la autonomía del aprendizaje, podemos empezar a pensar en los contenidos y las estrategias que nos ayudarán a formar a nuestros alumnos para que sean dueños de su propio proceso de aprendizaje. Cuando logremos este objetivo, conseguiremos, con menos esfuerzo, transformar una educación adecuada para todos los alumnos, sea cual sea el contexto.

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