Marshet Zelalem se crió en una aldea de la provincia de Oromía (Etiopía). En la escuela primaria se sentía insegura y creía que no llegaría a tener los mismos resultados escolares que los varones de su clase. Hoy en día, es la presidenta del Parlamento de los Niños y coordinadora de la Mesa de Mujeres y Niños de la ciudad de Tabor. Toma la palabra en público y, con gran convicción y seguridad en sí misma, explica por qué es esencial apoyar la educación de las niñas y contrarrestar los prejuicios sexistas que suponen un obstáculo para que se realicen en la vida.
Esa seguridad la adquirió gracias a la formación que se le dispensó en el marco de un proyecto de la UNESCO vinculado a la Alianza UNESCO-HNA para la educación de las niñas y las mujeres. Ese proyecto tiene por objeto promover los derechos de la mujer y los métodos pedagógicos orientados a la igualdad de género, así como formar a mujeres para que adquieran competencias de comunicación, liderazgo y creatividad.
Ahora es ella la que transmite esas competencias para la vida diaria a 80 jóvenes que son miembros del Parlamento de los Niños.
Meron Shegene y Eden Muket, al igual que Marshet Zelalem, recibieron una formación que aporta a las niñas y las jóvenes conocimientos e instrumentos para que lleven a cabo sus estudios con éxito y logren los objetivos que se proponen alcanzar en la vida. Luego, ambas muchachas pasaron sin dilación a la acción y decidieron aprovechar y aplicar enseguida las enseñanzas aprendidas.
En efecto, en su centro de enseñanza secundaria de Chagni (Etiopía) empezaron de inmediato a sensibilizar a diario a sus compañeras a la cuestión de la igualdad de género, mediante sesiones de lectura de obras literarias en el club “minimediático” del alumnado. El resultado fue que, desde entonces, las escolares toman por asalto la biblioteca del centro, leen mucho más y sus resultados académicos mejoran.
Tanto Meron como Eden quieren ser periodistas algún día. Si Meron ha elegido esta carrera es porque desearía tratar públicamente la cuestión de las discriminaciones de género en Etiopía, a fin de crear un fuerte impacto en la opinión pública del país y sensibilizarla a este importante tema
Bernice Impraim vive en Breman Asikuma (Ghana) y siempre había soñado con ser médica. Realizar ese sueño requería vencer los prejuicios sexistas de quienes no consideran aptos los estudios científicos y técnicos para las niñas y las mujeres, disuadiéndolas a menudo de cursarlos.
Las estadísticas mundiales hablan de por sí. Solamente un 30% de las alumnas se deciden a cursar estudios relacionados con las ciencias, las tecnologías, las matemáticas o la ingeniería, y en la comunidad científica internacional las mujeres sólo representan un 30% de sus miembros. Esta situación es muy alarmante porque dentro de algunos años esos ámbitos van a ser los que más posibilidades ofrezcan a sus conocedores, mientras que aquellos que no se hayan iniciado en ellos se verán penalizados.
Para superar ese tipo de obstáculos, la UNESCO organiza –siempre en el marco de la Alianza UNESCO-HNA– jornadas de sensibilización destinadas a fomentar la educación de la mujer en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Esas jornadas tienen lugar en tres distritos que se escogen por el escaso índice de presencia de muchachas jóvenes en los programas educativos que abarcan esas disciplinas. Durante esas jornadas, tras las demostraciones realizadas por varios docentes, las asistentes realizan ejercicios prácticos de matemáticas y simulacros de experimentos de física y química en laboratorio. Así se ofrece a las muchachas jóvenes la oportunidad de mantener intercambios con mujeres que han cursado estudios científicos, así como de recibir su valioso asesoramiento.
Tras haber asistido a una jornada de sensibilización de las jóvenes a los estudios de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, Bernice se resolvió por fin a realizar su sueño y hoy ya está cursando estudios de ciencias en el instituto de enseñanza secundaria de Breman Asikuma (Ghana).
Al igual que en el caso de Bernice, los prejuicios sexistas habían supuesto para Bridget Tsagli un freno a su vocación de cursar estudios científicos y estaba un tanto desalentada. Pese a ello, decidió acudir a la jornada de sensibilización organizada por la UNESCO en Ghana para informar a las jóvenes sobre las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. El resultado fue que decidió seguir adelante con su vocación.
Totalmente resueltas a hacer realidad sus sueños, Marshet, Meron, Eden, Bernice y Bridget han tomado el destino en sus propias manos. ¡Les deseamos a todas ellas mucho éxito en sus aspiraciones!