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Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Gran angular

Arshak Makichyan, piquetero solitario

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“El calentamiento global es igual al hambre, las guerras y la muerte. Desde el 15 de marzo de 2019, cada viernes, Arshak Makichyan manifiesta como piquetero solitario en la plaza Pushkin de Moscú.

Todos los viernes, desde marzo de 2019, Arshak Makichyan ha manifestado solo en la plaza Pushkin de Moscú, la capital de Rusia. En sus pancartas se leen consignas como “El calentamiento global es igual al hambre, las guerras y la muerte”. Este joven violinista libra una batalla solitaria y tenaz en nombre de todo el planeta.

Entrevista realizada por Jasmina Šopova

¿Cómo es que ha terminado manifestando solo en la calle?

Desde hace mucho tiempo me interesan las cuestiones medioambientales. Pero no fue hasta finales de 2018 que atrajo mi atención el problema del calentamiento mundial, cuando descubrí, gracias a Greenpeace, la acción de Greta Thunberg. Hasta ese momento, la idea de manifestar en las calles como esta joven colegiala sueca no me había pasado por la cabeza, porque en realidad aquí no tenemos una cultura de protesta.

Luego, en febrero de 2019, participé por primera vez en una manifestación: la marcha en memoria de Boris Nemtsov, ex ministro y diputado ruso que fue asesinado en 2015. Esta experiencia me hizo tomar conciencia de que era una persona adulta, capaz de realizar acciones similares.

Cuando me enteré –por casualidad– de que se estaba organizando una manifestación en Moscú el 15 de marzo como parte de la huelga climática mundial, decidí participar en ella. Se celebró en “Hyde Park”, un espacio para el ejercicio de las libertades civiles situado en el Parque Sokolniki. Éramos unos 70 participantes, pero como el lugar está rodeado por una valla, y pasa poca gente por allí, nadie nos vio.

Fue entonces cuando me decidí a actuar. Dado que las manifestaciones de un piquetero solitario no son un problema en Rusia, pensé que me manifestaría solo todos los viernes, para mostrar mi apoyo al movimiento lanzado por Greta, llamado “Viernes para el futuro”. Elegí la plaza Pushkin porque siempre está llena de gente.

Según algunas fuentes, la primera huelga climática mundial del 15 de marzo de 2019 reunió a alrededor de 1,8 millones de personas en todo el mundo. ¿Por qué solo 70 en Moscú?

Esto no debe sorprender. Gran parte de la población rusa no entiende en qué consiste el calentamiento global. Mucha gente piensa que el tiempo será más suave y los inviernos menos duros. Las personas no tienen adónde dirigirse para obtener información.

No tenemos ni una sola figura política conocida que hable de desastres ecológicos y calentamiento planetario y los medios de comunicación no informan sobre estos temas. Algunos consideran que el cambio climático no concita el interés del público; otros evitan el tema para no molestar a las empresas petroleras y gasíferas que tienen las riendas del poder económico en este país, que es uno de los mayores productores mundiales de estas materias primas. Como resultado, se ignora la inacción de Rusia para hacer cumplir el Acuerdo de París sobre el Clima (2015), que ha firmado pero que aún no ha ratificado. En mi opinión, el silencio sobre el clima es el mismo silencio que pesa sobre el desastre de Chernóbil.

Incluso en Internet, la huelga del 15 de marzo pasó casi inadvertida, porque la gente tiene miedo de mencionar las protestas juveniles. Aquí no se permite organizar manifestaciones ni celebrar piquetes solitarios antes de los 18 años de edad, de la misma manera que se castiga la participación de menores en actos de ese tipo.

Sin embargo, en el mundo, son principalmente los jóvenes quienes se movilizan respecto del cambio climático.

Sí, y precisamente por eso en mayo pasado organicé un flashmob en la web con la idea de conseguir que los escolares y los jóvenes menores de 18 años tengan derecho a luchar por su futuro. Desde diferentes países recibí fotografías de jóvenes que sostenían paneles con la inscripción Let Russia strike for climate –“Permitid que Rusia actúe por el clima”- (el lema de mi flashmob). En particular, una niña de 9 años que se manifestaba en Nueva York. Greta tiene 16 años y sale a la calle sin temor a las repercusiones. Greta respondió a mi flashmob y comenzó a seguir mi cuenta de Twitter, en la que escribo en inglés. Me llenó de alegría. Cuando Greta Thunberg, que ha hecho tantas cosas positivas para el mundo, se interesa por ti, es realmente algo muy gratificante.

Y esto es aún más importante porque, que yo sepa, solo tres de nosotros teníamos piquetes solitarios antes de la segunda huelga climática mundial del 24 de mayo de 2019: una niña en Yaroslavl, en la región central de Rusia, y otra en Saratov, a unos 850 kilómetros de Moscú.

¿Qué hizo durante la segunda huelga? Se dice que en el movimiento participó más de un millón de personas en todo el mundo e influyó en las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo, dando a los partidos ecologistas una posición dominante en varios países.

Solicitamos, con el sindicato de estudiantes de Utchenik, la autorización para organizar una reunión de 500 personas en el parque Museón, del centro de la capital. Pero nos la negaron porque ese lugar no tenía aforo suficiente, aunque según el sindicato, podía recibir hasta 850 personas. Después de varias negociaciones infructuosas, se produjeron unas diez manifestaciones solitarias en Moscú. Durante el día, mantuve un piquete solitario frente a la estatua de Pushkin, y por la noche, los miembros del sindicato tomaron el relevo.

Ese día, Greenpeace me confió su cuenta de Twitter. Durante una hora, informé sobre las acciones llevadas a cabo en Rusia. Luego, durante todo el día, escribí los tuits para su sección rusa. En total, la gente se manifestó en unas diez ciudades, pero los grupos nunca fueron muy numerosos.

¿Qué lo inspira en la redacción de sus pancartas?

La primera vez me referí al Acuerdo de París, pero comprendí rápidamente que la gente no sabía lo que era. Así que empecé a escribir cosas más sencillas, por ejemplo, sobre la separación de residuos, que todavía no se aplica en Moscú, y contra el sistema oligárquico de gestión de los mismos. Pagamos por su recolección, pero no hay infraestructura que se ocupe de la gestión. Por supuesto, existen algunos contenedores de clasificación, pero los residuos se mezclan tan pronto como se colocan en los contenedores y así llegan a los vertederos, con el pretexto de que la proporción de personas que realiza la selección es tan pequeña que el esfuerzo no vale la pena.

¿Y cómo reaccionan los transeúntes ante sus pancartas?

Normalmente me ubico frente a la estatua de Pushkin y me quedo allí unas dos horas. En ese lapso, normalmente me fotografían con mi aprobación y me apoyan unas diez personas. Muchos vienen a formularme preguntas extrañas, evocando mentiras inventadas por los enemigos de Rusia o teorías de conspiración internacional... No discuto con ellos. Una vez se me acercaron policías que fotografiaron mi pasaporte y me dijeron que recibirían instrucciones de sus superiores. En cuanto a otros transeúntes que no muestran ningún interés particular, no sé cuál es el efecto sobre ellos. Leen lo que está escrito en el cartel y probablemente eso les haga pensar...

¿Ha pensado en los próximos pasos que dará en su lucha contra el cambio climático?

Antes de embarcarme en estas acciones, planeaba continuar mis estudios musicales en Alemania. Pero en mayo pasado, decidí permanecer en Moscú. Me di cuenta de que mi piquete solitario era más importante que el golpe de arco de mi violín. Porque, ¿qué sentido tiene recibir una educación y hacer carrera si no tienes futuro?

Como mi acción produce una cierta resonancia en la sociedad, decidí seguir saliendo a la calle todos los viernes. Estoy en contacto con personas que comparten mis mismas preocupaciones y tenemos previsto reunirnos para discutir cómo debemos desarrollar nuestros proyectos. Creo que lograremos que las cosas evolucionen. Si hasta el 15 de marzo de 2019 se hacía caso omiso del problema del calentamiento global, ahora todo empieza a cambiar.

Arshak Makichyan

De 25 años de edad, Arshak Makichyan es un activista ecologista y violinista ruso de origen armenio, que acaba de graduarse en el Conservatorio Chaikovski de Moscú.