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El espacio cultural de Kihnu

   

Inscrito en 2008 (3.COM) en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (proclamado originalmente en 2003)

Kihnu y Manija, dos pequeñas islas del mar Báltico situadas frente a la costa de Estonia, albergan una comunidad de 600 personas cuyas expresiones culturales y tradiciones agrícolas han permanecido vivas a lo largo de los siglos, en gran parte gracias a las mujeres. Ya desde los primeros tiempos de su asentamiento en las islas, los hombres de la comunidad kihnu salían al mar para pescar y cazar focas, mientras que las mujeres permanecían en tierra para cultivar los campos y realizar las tareas domésticas. Las mujeres de Kihnu se convirtieron así en las principales custodias de las tradiciones culturales, que se manifiestan a través de cantos, juegos, bailes, ceremonias matrimoniales y formas de artesanía. El canto ocupa un lugar primordial en las actividades de artesanía y las celebraciones religiosas. Dentro del repertorio musical de los isleños cabe destacar una tradición oral de origen precristiano: el Kalevala o canto rúnico.

El emblema más visible de la cultura kihnu siguen siendo las prendas de lana que aún llevan las mujeres de la comunidad. Trabajando en sus casas con telares tradicionales y lana de producción local, tejen manoplas, medias, faldas y blusas, combinando colores vivos, rayas llamativas y complejos bordados. Muchos de los símbolos que adornan esas prendas proceden de antiguas leyendas. El espacio cultural kihnu se caracteriza también por la interrelación entre el patrimonio cultural y el natural. En las dos islas, el paisaje característico compuesto por prados, bosques de abetos y playas, ha permanecido relativamente intacto.

Gracias a su aislamiento geográfico, a un fuerte sentido comunitario y a un abnegado apego a sus costumbres ancestrales, los habitantes de Kihnu han conseguido preservar su artesanía y sus costumbres. Hoy día, esta cultura se ve amenazada por las dificultades económicas, la construcción incontrolada de viviendas y la intrusión de turistas insensibles a las tradiciones y al entorno natural de las islas.

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