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Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Mozart y el siglo de las Luces: el enigma del genio

Actual o fuera de su tiempo, contemporáneo de su siglo o al margen de éste, ¿dónde se sitúa el creador genial? ¿En qué espacio-tiempo se mueve? Partiendo de la base de que,por su esencia misma,el genio escapa a toda posibilidad de explicación,a toda definición, ¿es posible precisar, por lo menos, el lugar que ocupa? Esa es la pregunta a la que el presente número en alguna medida intenta dar una respuesta.

No ha sido nuestro propósito elaborar una tipología del genio en general, ni hacer un retrato de Mozart, ese ser excepcional de cuya muerte este año se conmemora el bicentenario. No. Hemos querido aportar una contribución modesta al esclarecimiento de lo que es el genio, esbozando las contradicciones que lo caracterizan.Y nos ha parecido que la situación de Mozart, músico cuya genialidad, negada o, por lo menos, no reconocida durante mucho tiempo, es ahora aclamada universalmente, convenía particularmente a nuestro intento de dilucidar lo que podría llamarse la verdad, o más bien el misterio, del genio.

Por un lado, en efecto, es imposible disociar a Mozart de la Europa de la Ilustración, en lo que ésta tiene de mejor. Trátese de la composición musical o de la evolución de las ideas, he ahí un hombre que encarna lo más preclaro de su época. ¿Qué otro genio logró hasta tal punto, en la esfera de su creación,reunir la suma de los conocimientos de su tiempo?Muy joven, como se sabe, gracias a un medio familiar más que favorable,Mozart asimiló durante sus viajes todas las grandes formas musicales del continente,cultivándolas con una seguridad prodigiosa.

Esa capacidad de síntesis creadora,por rara que sea,no basta para definir el genio.Es preciso además que éste se identifique con el pensamiento de su tiempo en sus aspectos más avanzados. Si no fue un revolucionario,Mozart fue un ferviente francmasón. Filantrópica, filosófica, amante del progreso y de las reformas en la no violencia, la francmasonería fue sinónimo de un humanismo cosmopolita, cuyos ideales Mozart abrazó,contra la intolerancia y las injusticias de la sociedad de su siglo. Pero, por otra parte, por consciente que sea de los problemas de su tiempo, un genio no es solamente un contemporáneo por antonomasia. Por lo que tiene de inclasificable y de imprevisible, escapa a la época a la que pertenece. Su vuelo va mucho más allá ecos de su obra se proyectan fuera de su siglo, resuenan en lugares cada vez más lejanos y hacen vibrar sensibilidades cada vez más diferentes. Llega así, superando la diversidad de las lenguas, las costumbres y las inquietudes de los hombres,a su esencia común: alcanza, misteriosamente, lo universal.

Es lo que, en cierto modo, sus contemporáneos le hacen pagar muy caro.¿Acaso Mozart no terminó por enajenarse la admiración del público vienes?Fueron contados, entre sus contemporáneos, los que supieron apreciar su obra en su justo valor. Y sufrió, durante todo el siglo XIX, un verdadero eclipse. Para que aparezca por fin en su verdadera dimensión,habrá que esperar casi dos siglos...

Adel Rifaat, Jefe de redacción, y Bahgat Elnadi, Director

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Julio de 1991