La cooperación internacional en la investigación científica, su razón de ser, ventajas y ejemplos.

Cómo contribuyen la investigación y la cooperación científicas a aportar progreso y paz a la humanidad. Seis ejemplos de iniciativas apoyadas por la UNESCO: el CERN, el ICTP, etc.
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Última actualización: 25 de Mayo de 2022

La necesidad de una colaboración internacional más estrecha

Uno de los enigmas de la historia del arte que perduró durante siglos fue la imposibilidad de determinar con absoluta certeza la autoría de un cuadro con una Madona y el Niño que se solía atribuir a Rafael Sanzio. Finalmente se ha averiguado que efectivamente fue este gran maestro de la pintura renacentista el que lo ejecutó en persona.

A lo largo del tiempo el cuadro había cambiado de manos en muchas ocasiones: primero fue propiedad del papado, luego fue expoliado por Napoleón durante su campaña de Italia y en el decenio de 1930 acabó en posesión de un coleccionista privado de Praga, desapareciendo así de la vista del público.

La pintura permaneció prácticamente ignorada hasta 2020, año en el que un escáner robótico, provisto de un detector de partículas elaborado por la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), confirmó que el auténtico autor de las pinceladas del lienzo había sido Rafael.

La autentificación de esta obra pictórica, gracias a la detección de partículas, es tan sólo uno de los múltiples descubrimientos de los laboratorios científicos del CERN, instalados en Suiza, que se pueden aplicar a aspectos de la vida cotidiana, a la Red Informática Mundial (WWW) o a los escáneres utilizados en medicina.

Desde que se fundó en 1954, bajo los auspicios de la UNESCO, el CERN se ha convertido en uno de los mayores complejos científicos del mundo, cuyas instalaciones albergan a científicos, ingenieros y estudiantes de sus 21 Estados Miembros, así como a investigadores visitantes de otros países.

Al cabo de más de 60 años de existencia, el CERN ha llegado constituir uno de los ejemplos más espectaculares de los logros de la cooperación científica internacional. Su fundación fue el fruto de una de las primeras vastas iniciativas de la UNESCO en el campo de la ciencia y de la diplomacia científica, en la medida en que supo dar una respuesta, en el ámbito de las relaciones internacionales, a la búsqueda de un uso pacífico de la energía atómica tras las destrucciones ocasionadas por ésta durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, el CERN se ha convertido en un modelo de cooperación mundial en el ámbito de la investigación científica que encarna el concepto de “una sola Tierra”, esto es, la idea que la humanidad necesita adoptar en común para afrontar los retos que tiene planteados.

Los centros científicos como el CERN no sólo contribuyen a crear un tipo de conocimientos que proporcionan beneficios inmediatos a la humanidad, sino que son una auténtica fuente de ideas clave que el día de mañana se plasmarán en la creación de nuevas tecnologías
Fabiola Gianotti Directora General del CERN

El itinerario de la diplomacia científica

Apenas había acabado la Segunda Guerra Mundial cuando empezó a surgir, bajo los auspicios de la UNESCO, la idea de crear laboratorios científicos internacionales, ya que se pensaba que sus actividades permitirían agrupar a las naciones excombatientes, reconstruir la cooperación entre ellas y llegar a ser centros de excelencia en el campo de las ciencias.

Cuatro años después, esta propuesta de Rabi dio como resultado la creación del CERN.

Cuando el mundo superó las devastaciones de la guerra, empezó a cobrar impulso la idea de la diplomacia científica. En agosto de 1955, se celebró en Ginebra la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre la Utilización de la Energía Atómica con Fines Pacíficos, más conocida por la denominación de “Átomos para la Paz”, a la que acudió una delegación de la URSS integrada por toda un conjunto de científicos. Fue la primera vez que una amplia delegación de hombres de ciencia soviéticos especializados en física de las partículas participó en una conferencia de este tipo organizada en el mundo occidental. Este evento ofreció la oportunidad de entablar muchos contactos personales. A raíz de ello, algunos de los científicos soviéticos asistentes a este evento desempeñaron funciones importantes en su país y algunos de sus trabajos empezaron a ser traducidos al inglés y publicados en Occidente.

Poniendo al CERN como modelo, la cooperación mundial entre científicos llegó ser una de las misiones fundamentales de la UNESCO y abrió el camino a prestar apoyo a otras instituciones que compaginan le excelencia en la investigación con la diplomacia científica. Ésta última contribuye a establecer lazos y fortalecer las relaciones entre las sociedades del mundo, especialmente cuando pueda darse la circunstancia de que no existan cauces oficiales para la cooperación. En este caso, se recurre a la ciencia para estrechar o crear vínculos entre países cuyas relaciones son tensas o inexistentes.

La UNESCO debe ser la catalizadora de la ciencia en el mundo. No estimo que deba ser la que dirija directamente los centros científicos que se creen, pero sí debe concebir sus planes iniciales, impulsar su puesta en marcha y velar por que se mantengan en funcionamiento.
Isidor Rabi Premio Nobel de Física estadounidense

La comunidad científica, un vínculo entre el Este y el Oeste

Aunque la Guerra Fría entre el Este y el Oeste se intensificaba continuamente, los proyectos de cooperación científica pudieron demostrar que eran capaces de forjar vínculos entre distintos países y colegas por encima de toda clase de consideraciones de carácter político o religioso.

Diez años después del nacimiento del CERN, la UNESCO prestó su apoyo a otro proyecto inédito que pretendía crear otra entidad científica para que sirviera de línea de comunicación entre los científicos del Este y el Oeste. En efecto, en 1960 un joven físico paquistaní de 34 años de edad, Abdus Salam, que sería galardonado ulteriormente con el Premio Nobel, sugirió que se fundara un instituto internacional de física teórica para contribuir a la adquisición de conocimientos científicos avanzados.

Salam estaba plenamente convencido de que “el pensamiento científico y sus creaciones son un patrimonio común de la humanidad que debe ser compartido”. En aquella época, sin embargo, los investigadores de los países en desarrollo y los países más pequeños del mundo desarrollado no solían poseer las capacidades necesarias para mejorar sus conocimientos teóricos y competencias técnicas.

La propuesta de este científico se convirtió en realidad en 1964, cuando se creó en Trieste (Italia) el Centro Internacional de Física Teórica (ICTP) gracias a un acuerdo entre la UNESCO, el gobierno italiano y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

El ICTP ha estado durante decenios dispensando continuamente a los científicos de los países en desarrollo la enseñanza teórica y práctica necesaria para fomentar su adelanto profesional. Ahora, muchos de sus exalumnos son profesores en las universidades más importantes de sus respectivos países, dirigen centros de investigaciones de esencial importancia y han obtenido premios por sus contribuciones a la ciencia.

Una visión global de los suelos de la Tierra, otro ejemplo logrado de la cooperación científica internacional

En medio de las sucesivas oleadas del proceso mundial de descolonización de muchas naciones de África y Asia, se proclamó en 1960 el primer Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En ese entonces, la principal preocupación para los conservacionistas del planeta era la erosión del suelo terrestre y la consiguiente seria amenaza que suponía para la producción mundial de alimentos, tal como hoy en día el calentamiento global de la Tierra constituye uno de los mayores motivos de inquietud para los ciudadanos del siglo XXI.

El mundo necesitaba una cartografía global del planeta para poder evaluar detalladamente los recursos de sus suelos, porque en aquellos años aún no existía una clasificación internacional de los mismos. De hecho, muchos países habían efectuado ya clasificaciones de diferentes regiones del mundo que se contradecían entre sí, mientras que otros estaban confeccionando sistemas de clasificación exclusivamente nacionales. Solamente la puesta en marcha de una colaboración internacional podría producir un conocimiento fiable y legítimo de los suelos en todo el mundo, solucionando así el problema creado por la verdadera jungla terminológica existente en este ámbito, que hasta entonces había estado perjudicando la comunicación entre los miembros de la comunidad científica internacional.

Apenas unos pocos meses después de que el presidente estadounidense John F. Kennedy propugnara en un periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas la proclamación de un Decenio para el Desarrollo (1960-1970), comenzó la elaboración del Mapa Mundial de Suelos con el respaldo de la UNESCO y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La realización de este proyecto hercúleo finalizó al cabo de 20 años de trabajos continuos y ahora está disponible en versión digital. Ese mapa fue el resultado de la cooperación internacional entre especialistas científicos de numerosos países que colaboraron juntos para elaborar un nuevo sistema internacional de clasificación de los suelos. Hasta hace muy poco, dicho mapa ha constituido la única visión global de los recursos de los suelos del planeta y ha mostrado ser un ejemplo de la fuerza que posee la cooperación científica para unir a la humanidad en una tarea común.

Ventajas de la colaboración científica – La Humanidad y la Biosfera

A finales de los años sesenta y principios de los setenta, los problemas medioambientales del mundo empezaron a ocupar un lugar preponderante. El auge económico excepcional de la posguerra había traído consigo una voraz explotación de los recursos no renovables, altos niveles de contaminación y la pérdida potencial de hábitats naturales.

En 1971, en el llamado “Mensaje de Menton”, unos 4.000 científicos de todo el mundo alertaron al Secretario General de la Naciones Unidas de que la Tierra albergaba ya una población demasiado numerosa en relación con los recursos disponibles que poseía.

¿Cómo podrían entonces los seres humanos compaginar la prosecución del desarrollo y la preservación de la biodiversidad del medio ambiente en que viven? Para contribuir a dar una respuesta a este interrogante, ese mismo año la UNESCO puso en marcha el Programa sobre El Hombre y la Biosfera (MAB).

Así, un año antes de que en la histórica Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en 1972 en Estocolmo, se iniciara el proceso de elaboración del concepto de desarrollo sostenible, el Programa MAB había propuesto ya la creación de algunas zonas en el mundo donde sus poblaciones contrajeran el compromiso de preservar la naturaleza con actividades de desarrollo socioeconómico sostenibles, respetando al mismo tiempo las culturas y tradiciones locales. Obviamente, esto supuso un enfoque revolucionario de la conservación de la naturaleza, al especificar que ésta no consistía simplemente en crear reservas y parques naturales aislados e intactos, sino también en elaborar y fomentar la aplicación de métodos sostenibles de gestión de los recursos de la naturaleza existentes, así como buscar formas de convivir en armonía con ellos. Estas zonas recibieron el nombre de Reservas de Biosfera. Desde el inicio del Programa MAB, en estos sitios se ha fomentado la coexistencia pacífica y equilibrada entre sus poblaciones y el medio ambiente, así como el desarrollo social y el respeto al patrimonio natural y geológico que poseen. Cada reserva respalda proyectos en ámbitos muy diversos, como el turismo sostenible o los cultivos y la cría de productos alimentarios orgánicos, e incluso –y esto es lo más importante– en el ámbito de la investigación científica.

Gracias al Programa MAB, la UNESCO está proporcionando en 2021 una plataforma única en su género para la cooperación en investigación y desarrollo, la creación de capacidades y el establecimiento de redes destinadas a intercambiar información entre las 727 reservas de biosfera situadas en 131 países, en las que los 260 millones de personas que las habitan las consideran como su propio hogar. La experiencia de las Reservas Biosfera ha mostrado que son “lugares de aprendizaje del desarrollo sostenible’. Constituyen una prueba de que es posible que la humanidad viva en armonía con la naturaleza y adquiera competencias para compaginar sus actividades con la conservación del planeta.

¿Cómo cooperan los científicos? – Ciencia para la paz en el Oriente Medio

Los países de la región del Oriente Medio tienen en común numerosas características aglutinadoras en el plano lingüístico, religioso, histórico y cultural, y también albergan aspiraciones comunes. No obstante, a lo largo de toda su historia reciente la inestabilidad política y los conflictos armados han frenado el desarrollo en esta región.

Agrupar a esos países en un organismo intergubernamental capaz de dejar de lado sus diferencias históricas y políticas en nombre de la ciencia, esta es una de las misiones que la UNESCO se ha asignado en el nuevo milenio.

A pesar de numerosos problemas, en 2017 llegó a ser una realidad el Centro Internacional de Radiaciones de Sincrotrón para Ciencias Experimentales y Aplicadas en Oriente Medio (SESAME).

Este laboratorio, con sede en Jordania, permite que la comunidad científica de los países de la región miembros del Centro lleve a cabo investigaciones de categoría mundial en toda una serie de ámbitos, que van desde la biología a la arqueología.

La cooperación científica de alto nivel en este centro está contribuyendo a fomentar la cultura de paz en la región. Los científicos de los ocho países miembros titulares de SESAME – Chipre, Egipto, Irán, Israel, Jordania, Pakistán, Palestina y Turquía– trabajan juntos en este laboratorio, probando así que la ciencia puede ser un lenguaje común a todos ellos.

Estamos tratando de crear un entendimiento entre los países de la región gracias a la ciencia. Este proyecto es muy especial. Cada uno de nosotros trae consigo su propio historial personal, con las heridas y cicatrices correspondientes, y también llega aquí con sus propios intereses. Sin embargo, todos tenemos una idea en común: beneficiar a los pueblos de esta región del mundo y a la humanidad en su conjunto.
Eliezer Rabinovici Presidente del Comité Israelí para SESAME

Ciencia abierta – Colaboración e innovación para un futuro sostenible

La humanidad sigue afrontando retos muy complejos que las comunidades y los gobiernos no pueden resolver por sí solos.

La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar la cooperación entre los seres humanos porque todos vivimos en un mismo planeta. La rapidez inigualable con la que se han descubierto las vacunas contra esta enfermedad se debe, en parte, a la colaboración mundial entre los hombres de ciencia.

Entre los dirigentes del mundo predomina la opinión de que esa colaboración es esencial para afrontar retos tan inminentes como la pérdida de biodiversidad, la contaminación, la reducción de la pobreza y la introducción de nuevas tecnologías disruptivas como la Inteligencia Artificial (IA).

Para tratar los complejos problemas planteados por el siglo XXI, la ciencia necesita ser más transparente, accesible e inclusiva. Es preciso que sea una ciencia abierta.

Aproximadamente un 70% de las publicaciones científicas del mundo son de pago o de acceso limitado. Durante la reciente crisis sanitaria, ese porcentaje bajó hasta llegar a un 30% en el caso de las publicaciones dedicadas a la COVID-19. Esto prueba que la ciencia puede ser más transparente y aprovecharse mejor en común para beneficio de todos.

El aprovechamiento compartido de los datos científicos a nivel mundial es un formidable acelerador de la investigación: tan sólo se necesitaron 3 días para descodificar el genoma del coronavirus, gracias a la colaboración sin precedentes de investigadores de muy distintos países.

Con la ciencia abierta, los científicos e ingenieros pueden utilizar licencias de código y contenido abiertos para compartir más ampliamente sus publicaciones, datos, materiales e infraestructuras de investigación.

La ciencia clásica se puede enriquecer con la apertura a otros sistemas de conocimiento, efectuando intercambios con pueblos indígenas y grupos marginados, lo cual redundaría en beneficio de todos en todas las partes del mundo.

En 2021 se adoptó la primera Recomendación de la UNESCO sobre la Ciencia Abierta, con vistas a que el conocimiento ya no sea el privilegio de una minoría, sino un bien común al que se pueda acceder de forma más equitativa.

Muchos científicos ya se han unido a la UNESCO para elaborar la primera Recomendación Mundial sobre la Ciencia Abierta, en la que se establezcan normas internacionales para que esta clase de ciencia llegue a ser una realidad sin exclusión alguna.

No obstante, cabe señalar que algunos avances científicos descontrolados pueden causar hondas preocupaciones por no ser siempre admisibles en el plano de la ética.

La celeridad de los avances de la ciencia no va forzosamente emparejada con el ritmo de los diversos debates entablados en la sociedad humana acerca de las posibles repercusiones que puedan tener en ella esos progresos. Para abordar las preocupaciones suscitadas, la UNESCO viene promoviendo desde el decenio de 1970 una reflexión sobre la ética de las ciencias de vida que culminó con la creación del Programa sobre Ética de la Ciencia y la Tecnología en el decenio de 1990.

La UNESCO considera que el genoma humano es un “patrimonio común de la humanidad” que, por lo tanto, debe ser protegido y transmitido a las generaciones venideras. Todo avance la ciencia debe ser examinado a la luz del respeto de los derechos humanos.

Iniciativas de la UNESCO relativas a la ciencia

Un calendario de las iniciativas

1954

CERN - Avanzar las fronteras de las tecnologías

Miles de ingenieros, técnicos y científicos trabajan a diario en la creación de nuevas tecnologías y competencia prácticas que las sociedades humanas pueden aprovechar en común.

El CERN colabora también con las empresas, ya sean grandes, medianas, pequeñas o emergentes, y también interactúa con otras partes interesadas, especialmente con los encargados de la elaboración de políticas pertenecientes a los Estados Miembros que lo componen.

Más información (en inglés)

1961

UNESCO-FAO Mapa Mundial de Suelos

El Mapa Digital Mundial de Suelos(DSMW) (en inglés) de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) es la versión digitalizada del Mapa Mundial de Suelos de la UNESCO – FAO, editado anteriormente en versión impresa a escala 1:5 millones con el apoyo ambas organizaciones. En el mapa digitalizado se muestran 4.931 unidades de “asociaciones de suelos”, esto es, de mezclas de sus diferentes tipos.

Mapa digitalizado (en inglés)

1964

ICTP

El Centro Internacional de Física Teórica Abdus Salam (ICTP) es un instituto internacional de investigaciones en ciencias físicas y matemáticas que funciona en el marco de un acuerdo tripartito entre el gobierno italiano, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Más información (inglés)

1971

Red Mundial de Reservas de Biosfera

La Red Mundial de Reservas de Biosfera del Programa MAB de la UNESCO ofrece soluciones para lograr un desarrollo sostenible en contextos ecológicos y socioeconómicos muy diversos. Esta Red propicia en cada una de sus reservas la integración armónica de las poblaciones con la naturaleza en aras del desarrollo sostenible, fomentando el diálogo participativo, el aprovechamiento compartido de los conocimientos, la reducción de la pobreza y la mejora del bienestar humano, el respeto de los valores culturales y la capacidad de la sociedad para afrontar los cambios, es decir, contribuyendo a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Más información (en inglés)

2017

SESAME

El centro internacional SESAME de investigaciones científicas es un laboratorio competitivo de radiaciones de sincrotrón para ciencias experimentales y aplicadas. Inaugurado el 16 de mayo de 2017 en Allan (Jordania), es el primero en su género en la región del Oriente Medio y países vecinos. La realización de este proyecto precursor, establecido bajo los auspicios de la UNESCO, ha sido el resultado de 14 años del denodado esfuerzo llevado a cabo por ocho países agrupados en torno a un doble objetivo común: consolidar la excelencia científica en la región; y poner en práctica la colaboración, el diálogo y el entendimiento recíprocos entre científicos de distintos orígenes culturales, políticos y religiosos.

Más información (en inglés)

2021

El primer marco internacional sobre la ciencia abierta fue aprobado por los 193 países asistentes a la reunión de la Conferencia General de la UNESCO en noviembre de 2021. Al preconizar que la ciencia debe ser más transparente y accesible, la Recomendación de la UNESCO sobre la Ciencia Abierta hará que llegue a ser también más equitativa e inclusiva en los hechos. En un sistema de ciencia abierta, los científicos e ingenieros pueden utilizar licencias de código y contenido abiertos para compartir más ampliamente sus publicaciones y datos, e incluso programaciones e infraestructuras informáticas. La ciencia abierta debe, por consiguiente, fortalecer la cooperación científica internacional.

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