Artículo

Eka Kurniawan : “Sería formidable vivir rodeado de gente que leyera literatura de todo el mundo”

Desde su primera novela, Cantik itu Luka (ind.) [Les belles de Halimunda (fr.) o Beauty is a Wound (ing.)] publicada en 2002, el escritor indonesio Eka Kurniawan ha construido una obra que le ha valido el reconocimiento internacional. Inspirados en mitos y creencias de su país, sus relatos insólitos, en los que combina lo mundano con la poesía y la fantasía con el realismo, se han traducido a más de 30 lenguas.

© Fransisca Angela

Entrevista realizada por Agnès Bardon
UNESCO

Su infancia transcurrió en una aldea de Java, una isla en el suroeste de Indonesia. ¿Cómo llegó usted a la literatura? ¿Qué tipo de lector era entonces?

Viví con mis abuelos maternos en una aldea muy remota hasta que cumplí diez años. Ellos eran agricultores y trabajaban sobre todo en los arrozales. Por entonces, yo no sabía nada de literatura, pero una anciana, pariente de mi abuela, acostumbraba a contar historias exóticas y mágicas en el portal de nuestra casa para entretener a los niños. Creo que fue la primera vez que me sentí verdaderamente interesado en una historia o en la forma de contarla. Después escuchaba con frecuencia los seriales radiofónicos.

Mi primer contacto con la literatura, con los libros, se produjo cuando me mudé con mis padres a Pangandaran, un pueblo situado en la costa meridional de Java. Por entonces cursaba la enseñanza primaria y, como era nuevo en el barrio, no tenía amigos. Por suerte, cerca de la estación de autobuses había una pequeña “biblioteca”: un quiosco de un metro cuadrado donde prestaban libros por unas pocas monedas. En esa época leí muchas novelas de horror y de artes marciales, y a veces también relatos policíacos o novelas de amor. La mayoría de esas publicaciones no eran aptas para menores, pero el propietario del quiosco no prestaba mucha atención a mi edad. Por aquel entonces ya empecé a intentar escribir mis propias historias. 

¿Dónde escribe usted?

Yo puedo escribir en cualquier lugar, siempre y cuando la gente me deje trabajar y no me dirija la palabra. Cuando empecé a escribir, adquirí la costumbre de hacerlo en casa de mis padres, en la cocina. Mi primera novela la escribí en una habitación que alquilé en Yogyakarta. Me mudé a Jakarta en 2003 y comencé a redactar mi segunda novela en un cuaderno mientras esperaba a mi novia para almorzar juntos. En la actualidad, escribo en casa, pero a veces voy al café de la esquina y trabajo allí (como estoy haciendo en este momento, respondiendo a sus preguntas mientras espero a que mi hija salga de la escuela).

Usted es también periodista. ¿Cómo la novela pasó a ser el medio a través del que describe el mundo?   

Ejercí el periodismo durante poco tiempo. Aprendí el oficio en una revista universitaria, y luego me pidieron que escribiera para otra revista que quería publicar artículos más extensos, considerados de “periodismo literario”. En ese momento me dediqué a leer libros de referencia en la materia, como Hiroshima, de John Hersey, o A sangre fría, de Truman Capote. Aunque han influido en mi obra diversas fuentes, reconozco que aprendí mucho del periodismo. En particular, sobre el modo de organizar los sucesos como elementos narrativos. Sin embargo, cuando cesó la publicación de esa revista, dejé de ejercer el periodismo. Encontré un nuevo empleo en una empresa de producción cinematográfica y volví a escribir cuentos y novelas en mi tiempo libre. Creo que la novela es una forma perfecta para describir un universo. Me permite construir los relatos usando a la vez un enfoque realista, propio del periodismo, y un enfoque fantástico (a veces insólito), derivado de las novelas baratas que leía en mi adolescencia o de los cuentos populares que aquella anciana me contaba cuando era niño.

Creo que la novela es una forma perfecta para describir un universo.

Su lengua materna es el sondanés, pero usted escribe en indonesio. ¿Qué vínculo mantiene con su lengua materna?

En realidad, yo no escribo casi nunca en sondanés, aunque sí puedo leerlo y escribirlo. El sondanés es más bien el idioma hablado que utilizo con mi familia o algunos de mis vecinos. Al igual que muchos indonesios de mi generación, empecé a utilizar la lengua indonesia desde el primer curso de primaria porque es el idioma oficial que se emplea en los colegios y en las instituciones oficiales. De modo que, desde el principio, el indonesio fue para mí una lengua escrita y no tuve que adaptar mi manera de pensar cuando empecé a escribir. Lo cierto es que en Pangandaran, donde me crié, se hablan varios idiomas como el sondanés, pero también el javanés. Gracias a eso pude familiarizarme con esas dos lenguas y más adelante con el indonesio, que a veces emplean como pasarela las personas que no se comprenden mutuamente en los otros dos idiomas. Como escritor, también tomo a menudo prestadas palabras o construcciones gramaticales del sondanés o del javanés si se integran mejor en la oración. Como creador, tengo el privilegio de poder hacerlo.

 

Desde la publicación de su primera novela, Cantik itu Luka [Les belles de Halimunda (fr.) o Beauty is a Wound (ing.)], sus relatos, en los que se mezclan la fantasía y el exotismo, la gracia y el terror, han sido comparados a menudo con el realismo mágico de Gabriel García Márquez. ¿Reconoce usted este linaje?

Entiendo que se haya hablado de ese nexo. Leí muchas obras de García Márquez cuando estudiaba en la universidad y también de otros escritores latinoamericanos. A finales del decenio de 1990, todo lo relativo a América Latina suscitaba mucho interés aquí, sobre todo por razones políticas. Los estudiantes habíamos establecido un paralelo entre Suharto y los dictadores militares latinoamericanos, la influencia social de los líderes religiosos (católicos e islámicos), las culturas místicas y la pobreza. A tal punto nos identificábamos con esa literatura, que podíamos leer a García Márquez o a cualquier otro escritor latinoamericano ¡como si su obra se desarrollara en una provincia tropical de Indonesia!

Podíamos leer a García Márquez ¡como si su obra se desarrollara en una provincia tropical de Indonesia!
© Fransisca Angela

En su segunda novela, El hombre-tigre, el personaje principal, que asesina brutalmente a otra persona, atribuye sus actos al tigre que habita en su interior. ¿Se trata de una metáfora del animal que está en nosotros? ¿Qué lugar ocupan los mitos en su escritura? 

En realidad, no se trata de una historia psicológica o freudiana. Aunque, por supuesto, se puede leer desde ese ángulo. Para ser francos, desde mi punto de vista, el tigre es muy real. En Indonesia, mucha gente cree en esos fenómenos. Como ya señalé, en mi infancia escuchaba a menudo esos relatos extraños relativos a creencias míticas, pero tampoco quiero que mis historias sean únicamente místicas o fantásticas. Aunque  tienen elementos místicos, quiero que reflejen el mundo en el que vivimos, los problemas que afrontamos y la política, la interacción de poderes. Los elementos místicos de mis libros pueden parecer familiares a mis lectores y eso quizá les provoque -así lo espero- cierta curiosidad, pero también pueden abrir la puerta al simbolismo. De ahí que el lector pueda considerar al tigre de la novela como un símbolo.  

Usted ha fundado Moooi Pustaka, una editorial independiente que publica libros de autores extranjeros traducidos de sus idiomas originales al indonesio. ¿Qué le llevó a dar este paso?

En los últimos años, mis libros se han publicado en numerosos países, especialmente en naciones de escasa población -algunas menos pobladas que la ciudad de Jakarta, que tiene más de 10 millones de habitantes. A veces me pregunto de dónde viene este interés por mis obras, un escritor de un pueblo muy remoto con una cultura y hasta un clima tan diferentes. Soy muy celoso. Creo que sería fantástico vivir rodeado de personas que leyeran literatura de todo el mundo. Cuando viajo, siempre visito librerías y siempre me asombro de la diversidad de los libros que se traducen y se publican.

A veces me pregunto de dónde viene este interés por mis obras, porque yo procedo de un pueblo muy remoto

Esto suscitó en mí el deseo de reproducir la misma diversidad en Indonesia. Sin dudas, algunos editores ya hicieron ese trabajo en el pasado e incluso lo siguen haciendo todavía, pero quedan muchas obras interesantes por traducir. El otro problema que se plantea es que la mayoría de esos libros se traducen a partir del inglés, cualquiera que sea la lengua original en que fueron escritos. Para mí, eso desvirtúa en cierta medida los contenidos, porque los editores ingleses o estadounidenses filtran el tipo de literatura que podemos leer. Creo que debemos hacer un esfuerzo para traducir los textos originales, en particular obras que no son populares en los países anglófonos. Así que, junto a unos amigos, nos propusimos crear una pequeña editorial especializada en literatura mundial y hace poco hemos conseguido poner en marcha el proyecto.