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Rossy de Palma: “Debemos celebrar lo que nos une”

La actriz española Rosa Elena García Echave, conocida internacionalmente como Rossy de Palma, fue nombrada el 17 de octubre Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO para la diversidad cultural. La actriz, modelo y artista plástica desempeñará un papel activo en la promoción de los valores y las acciones de la UNESCO en el ámbito de la cultura. Asimismo, participará en actos públicos de la Organización con el fin de aumentar la visibilidad y la influencia de la Organización.
© UNESCO/Christelle ALIX

Entrevista por Monia Adjiwanou

¿Qué significa para usted este nombramiento como Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO para la Diversidad Cultural? ¿Por qué cree que la diversidad cultural es tan importante hoy en día?

Primero, para mí es un orgullo, un privilegio, un honor y una responsabilidad ser nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO. Llego un poco de puntillas, neófita y muy curiosa. Soy una persona muy curiosa y creo que es un poco la clave de la juventud. Siento un gran respeto por el trabajo que hace la UNESCO, y este nombramiento me hace sentir plena y al mismo tiempo me da las herramientas adecuadas para reivindicar cosas que no me atrevería a hacer a título personal.

La diversidad cultural siempre la he visto como una riqueza, un regalo. Creo en un mundo donde solo existen las fronteras gastronómicas, y solo la UNESCO es capaz de reunirnos en torno a las cosas que nos unen, como la gastronomía, la cultura, el patrimonio material e inmaterial. Debemos celebrar lo que nos une, por eso me siento orgullosa y emocionada de entrar a formar parte de esta familia.

En 2020 usted ya cooperó con la UNESCO para la campaña “Unidos contra el racismo”; hoy, con este nombramiento empieza una colaboración a largo plazo, ¿puede decirnos qué representa la UNESCO para usted?

Yo definiría a la UNESCO como “una abuela”, una abuela generosa y maravillosa, y muy necesaria para la humanidad. Dentro de un mundo donde los responsables políticos no se ponen de acuerdo y actúan como unos padres separados que no llegan a entenderse, la UNESCO para mí es como una “abuela” generosa, oronda y con faldas muy grandes donde los nietos pueden esconderse debajo para abrazarse y encontrar el calor maternal, la compresión y compasión necesarios para este mundo. Además, esta “abuela” es una abuela que nos hace saborear los distintos sabores de la memoria y que protege las cosas esenciales de la vida.

Usted hace una importante promoción de la diversidad cultural africana, difundiendo en redes sociales el arte y el cine africanos, y participando en desfiles de moda. ¿Cómo y cuándo empezó a colaborar con los artistas africanos?

Antes de haber visitado África subsahariana, no sé por qué, ya desde muy joven, me sentía un poco africana. Además, siempre he estado muy concienciada con el problema de la migración, las pateras y las muertes en el Mediterráneo. Tengo muy presente esa fragilidad por migrar, y es también lo que me ha acercado más a África, esa deuda moral que tiene Occidente con el continente africano.

Mi relación con África es muy profunda porque tengo familia en Senegal, y por ello, empecé a ir mucho no solo a Senegal, sino a otros lugares y ahí empecé a comprender su cultura. Me siento muy bien allí, hay muchas cosas de la cultura y de la artesanía que me interesan, no solo de África, sino de los pueblos indígenas en general. Son pueblos muy inspiradores; lo vemos en el ámbito de la cultura y de la moda. Y en estos ámbitos, debemos hablar de la apropiación cultural que nos encontramos en ocasiones. Una cosa es inspirarse y otra es coger cosas y no acreditar de dónde te has inspirado. Yo como artista siento que puedo nutrirme de todo, especificando que es un homenaje, una inspiración. Porque todo está aquí para que todos nos nutramos. Y Picasso, cuando empezó con el arte africano, no creo que tuviera una intención de apropiación, sino de homenaje. Es diferente robar algo que homenajear algo. Y siempre hay que acreditar las fuentes de donde uno se nutre.

Se ha pronunciado en varias ocasiones sobre la igualdad de género, según usted, ¿hoy cuál es la prioridad en esta lucha?

La prioridad máxima es la igualdad de salarios por el mismo trabajo, y creo que es lo mínimo que debemos exigir. Parece increíble que todavía tengamos que pedir algo que es una evidencia. Por el mismo trabajo se debe tener la misma remuneración, sea un hombre o sea una mujer quien realiza el trabajo. Si el trabajo es el mismo la remuneración debe ser la misma. Creo que todos los gobiernos y todos los presidentes deberían de tomar medidas al respecto.

Como mujer, pienso que actualmente hay un cambio muy importante en nosotras y que el viaje que debemos hacer ahora es, más que externo, interno. Conocemos a la sociedad, conocemos a los hijos, a los maridos, hemos tenido curiosidad por todo, hemos luchado mucho, pero no nos conocemos tanto a nosotras mismas. Hemos usado al hombre como espejo, algo necesario para tener lo mismo que tienen ellos, pero ahora ese espejo ya no nos sirve.

El patriarcado de nuestras generaciones y que ha resultado una especie de apisonadora para la autoestima de las mujeres, nos ha defenestrado y empequeñecido tanto por el propio miedo de una gran parte de los hombres. Esta falta de autoestima que se nos ha creado durante tantos siglos ha provocado una falta de curiosidad hacia nosotras mismas, y eso ha hecho que no nos conozcamos tanto.

Ahora a las mujeres, como ente femenino, estamos en una época de florecimiento de nosotras mismas, porque todas estamos haciendo un poco ese viaje interior de introspección. ¿Qué queremos?, ¿cómo somos? ¿por qué nos desconocemos? Es maravilloso ver cómo ahora hay muchas guionistas, muchas directoras que están surgiendo y contando cosas desde un punto de vista muy original y novedoso, y eso es porque estamos empezando a conocernos.

Tenemos que ser nosotras mismas la que aprendamos a querernos bien. Y no hay marcha atrás, y hay cosas que ya no vamos a tolerar, estamos mucho más liberadas, más empoderadas y no ha hecho más que empezar.